31 de enero de 2010

Retortillo según Miñano

Según el DICCIONARIO GEOGRÁFICO ESTADÍSTICO DE ESPAÑA Y PORTUGAL dedicado al Rey Nuestro Señor por el doctor Don Sebastián de Miñano, Individuo de la Real Academia de la Historia, y de la Sociedad de Geografía de París, en su Tomo VII, editado y publicado en Madrid en el año 1828, Retortillo es una ...


Villa secular de España, provincia de Salamanca, partido y obispado de Ciudad Rodrigo, campo de Yeltes. Alcalde Ordinario, 168 vecinos, 649 habitantes, 1 parroquia, 1 pósito. Situada en la falda de un cerro, con exposición al Sur, por cuya parte la baña un riachuelo de pocas aguas en verano, sobre el cual tiene un puente de piedra de cantería, medio arruinado. A la media legua pasa el río Yeltes, de corre de Sur a Oeste. Abunda de montes de encina y ganado de cerda, con algo de lanar y vacuno. Produce trigo, centeno, algarrobas, garbanzos y lino. Confina con Villavieja por Oeste, Con Fuenterroble por Sur, con Martín del Río y Boada por Este y con Villares por Norte; todos estos pueblos tienen los mismos productos y casi gual situación. Dista 5 leguas de la cabeza de partido. Contribución: 2872 reales 25 maravedíes. derechos enajenables: 696 reales 26 maravedíes.

Retortillo


Vista nocturna de la Iglesia de Retortillo. A la derecha e iluminado con una luz amarillenta el denominado Torreón. La imagen se tomó la pasada semana cuando me trasladaba a Ciudad Rodrigo. Eran las 07:38 de la mañana y en los breves momentos que estuve fuera del coche, colocando la cámara y regulando el enfoque y el tiempo de exposición me quedé helado, pero,... ¡llevaba varios días con ganas de captar esta instantánea! La imagen está tomada desde la carretera de Villavieja a escasos metros de la báscula situada al lado de la misma.

24 de enero de 2010

Hace 198 años...



Se cumplieron el pasado 19 de Enero de 2010, 198 años de la toma de Ciudad Rodrigo por el ejército inglés de Wellington, en el transcurso de la Guerra de Independencia. La ciudad estaba defendida por las tropas francesas que la habían conquistado en julio de 1810 (este se año se cumple, por tanto el bicentenario del primer asedio). Este grabado, pertenece al libro "The life of the Field Marshall the Duke of Wellington" escrito por Joachim H. Stocqueler. Se titula "Ciudad Rodrigo, after siege. Jan.,1812" (Ciudad Rodrigo, tras el asedio. Enero 1812).

20 de enero de 2010

Cogiendo sitio....


Este año con un cierto retraso, pero, al final, aquí están, fieles a su cita. Una vez más, ¡han vuelto las cigüeñas! Y con ellas la algarabía en el tejado de la Capilla de la Iglesia. Cada pareja escoge nido y evita a toda costa que otras se apoderen de él. Y además de las correspondientes luchas y escaramuzas producen además el característico sonido de "castañeteo" con su pico (crotorar, "machar el ajo" decíamos nosotros de pequeños) Las fotografías corresponden al día de hoy, 20 de Enero de 2010.

19 de enero de 2010

Don Rogelio vende su ganadería

Tras unos cuantos años de éxitos en las principales plazas españolas, Don Rogelio Miguel del Corral procedió a vender su ganadería. La agencia de noticias Cifra lo transmitía a todos los medios de comunicación el 27 de Noviembre de 1951.

Salamanca, 27.- El ganadero salmantino D. Rogelio Miguel del Corral ha vendido su ganadería a D. Higinio Luis Severino Carrizal. Se compone, de 106 vacas, 26 erales y 12 añojas, en cuanto a las hembras, y 42 utreros, 42 erales y 20 añojos, en cuanto á los machos, además de dos sementales y nueve cabestros. El nuevo ganadero se propone ingresar en el grupo Centro del Sindicato de Ganadería, por residir él en Madrid.-Cifra.


La ganadería de don Rogelio procedía de la denominada rama vazqueña de Veragua. Don Victoriano Angoso, vecino de Villoria de Buenamadre (Salamanca) formó, en 1908, una nueva ganadería, comprando vacas del duque de Veragua y sementales de Eulogio Oñoro (fundada con el cruce de vacas jijonas con un semental de Miura) y añadiendo más sementales de don Rafael Rueda Osborne, segundo marqués del Saltillo, en 1912. Se estrenó en Madrid, con una novillada, el 19 de marzo de 1914. A su fallecimiento, en 1920, le heredaron sus hijos, don Amador y don Manuel Cesáreo Angoso, quienes añadieron más vacas y el semental Navajero, del conde de Santa Coloma y se estrenaron a nombre de ambos el 23 de mayo de 1920. Más tarde le añadieron los sementales Miñoto, de Santa Coloma y Gachón, de Saltillo. En 1932, se divide en dos lotes, uno para cada hermano, estrenándose ya en Madrid don Manuel, con una novillada, el 3 de septiembre de 1932. La parte de don Arturo es vendida, en 1934, a don Rogelio Miguel del Corral, que le agregó vacas y sementales "patasblancas" de don Arturo Sánchez Cobaleda.

La ganadería de don Rogelio, tras pasar por don Higinio Luis Severino, es finalmente adquirida, en 1973, por don Manuel Rueda Morales que cambia el hierro y pasa a denominarla como se conoce actualmente, ganadería de "Peñajara". En 1977 elimina lo anterior, comprando vacas y sementales a los herederos de don Baltasar Ibán. Posiblemente, por tanto, muy poco de la ganadería de don Rogelio permanezca ahora mismo en "Peñajara"

17 de enero de 2010

El temporal de 1909

Hace unas cuantas semanas se cumplieron cien años de un "famoso" y terrible temporal que afectó a todo el noroeste de la península y particularmente a nuestra provincia y sobre todo a Ciudad Rodrigo.

En realidad fue una serie seguida de diversas perturbaciones que culminaron con una sensacional borrasca que barrió el noroeste español durante los días comprendidos entre el 17 y 23 de Diciembre de 1909. Con la particularidad además que ¡llovía sobre mojado!.

Según las publicaciones de la prensa de entonces, desde principios de mes la provincia estaba siendo castigada por "una lluvia incesante que, a cortos intervalos parecía ceder, para arreciar con nuevas y mayores trombas de agua acompañadas además de un viento huracanado". Y la cosa no había empezado ahí. El mes de Noviembre también se había caracterizado por ser especialmente lluvioso.

La perturbación, según los mejores meteorólogos de entonces -los hermanos Orkolaga, del Observatorio de Monte Igueldo- estaba situada el día 17 de Diciembre a la altura de las Islas Azores. La península, mientras, estaba siendo afectada por otra perturbación bastante intensa. La borrasca de las Azores comenzó a moverse hacia la península, más o menos, con dirección ENE (EsteNorEste). El día 19 tocó tierra en Portugal, penetrando posteriormente en España por la zona de Extremadura. El día 20 el frente se extendía principalmente desde Galicia hasta Andalucia y cogió de lleno a nuestra provincia. El temporal descargó unas intensas y copiosas lluvias que continuaron casi sin interrupción a lo largo del día 21 de Diciembre, acompañada además de un fuerte viento con fuerza 7 u 8, es decir de más de setenta kilómetros por hora). Se La cantidad de agua caída fue tal que los ríos y arroyos adquirieron un caudal exagerado saliéndose de madre en numerosos lugares y alcanzando alturas espectaculares en la mayoría de los casos. Y como muestra, un botón. El río Duero, a su paso por Fermoselle, tenía diez metros más de su nivel normal. En Vega de Terrón, con la confluencia del Águeda y tras recibir las aguas del Yeltes-Huebra el nivel era de más doce metros.
Por lo que se refiere a los ríos salmantinos todos alcanzaron niveles excepcionales que no se han vuelto a superar desde entonces. El Tormes inundó las zonas bajas a su paso por Salamanca. El Yeltes y el Huebra también iban creciditos. Algunos edificios de Castraz  -se encuentra a más de 500 metros del cauce normal del río-  como la escuela y el Ayuntamiento fueron inundados por el primero y el río Gavilanes, afluente del Yeltes, a su paso por Sancti Spiritus destruyó el puente sobre la carretera de Salamanca a Portugal (de Burgos a Alberguería se decía entonces).
No tenemos datos de la crecida a su paso por Villavieja. Sabemos que en el término de Bogajo el río Yeltes "destruyó dos molinos propiedad de Isidora Martín, viuda, que ha quedado en la misería. En los campos hizo grandes destrozos". Así pues, si eso hizo en Bogajo es más que probable que el río Yeltes a su paso por nuestro municipio dejase casi todos o todos los molinos total o parcialmente deteriorados. Recuerdo haber visto que en una peña cercana a uno de los molinos en la zona de los Fresnitos una marca que indicaba muy probablemente el nivel alcanzado en alguna crecida. Posiblemente fue esta.
Es indudable que la peor parte de este temporal se la llevó Ciudad Rodrigo. Si ya en condiciones normales se producen en la cabecera del río Águeda unas precipitaciones más elevadas de lo habitual, puede uno suponer lo que se produjo en estas condiciones excepcionales. La avenida sobrepasó los muros de contención del Arrabal del Puente inundándolo todo (alcanzó una altura de metro y medio en la Iglesia de Santa Marina), produciendo cuatro muertos, destruyendo un alto porcentaje de casas de dicho suburbio y dejando dañadas la mayor parte de ellas con lo que más de quinientas familias, quedaron sin hogar. La anchura del rio llegó a ser de más de un kilómetro. Pero veamos cómo lo cuenta "La Iberia" un periódico local mirobrigense de aquella época.



Horrorosa inundación

A pesar de la lluvia pertinaz que desde hace más de dos meses sufrimos, así como en las cordilleras que nacen en el nudo carpetano (sierra de Francia) conocidas por los nombres de Sierra de Monsagro y de Gata, cuyas aguas afluyen al Águeda, este rio no había rebasado su cauce natural, pero todos temíamos que, de haber nieve en referidas sierras, de un dia á otro tuviéramos una crecida, pero nunca se pudo calcular fuera de la magnitud de la que por desgracia en pocas horas invadió por completo las extensas llanuras que circunvalan á esta ciudad.

Desde las primeras horas de la mañana del dia 22, se veía aumentar por momentos el caudal de agua, y las autoridades con sus agentes, recorrían el Arrabal del Puente, ordenando á sus moradores abandonaran sus viviendas y subieran á la ciudad para evitar desgracias personales.

Todos obedecían, aunque con gran sentimiento, por dejar sus pocos intereses expuestos á una pérdida inminente, puesto que no podían trasladarlos á lugar seguro, por la rapidez con que se presentaba el peligro.

Convencidas las autoridades de que no quedaba en el barrio persona alguna, regresaron a la ciudad con el fin de providenciar lo necesario para proporcionar albergue y comida á cuantos lo necesitaran.

El señor Obispo abrió su palacio, el Gobernador militar facilitó los locales desocupados en el . cuartel del Conde, el  Ayuntamiento dio orden para que otros fueran admitidos en las posadas, y el vecindario todo ha rivalizado demostrando sus nobles sentimientos, pues ha habido pobres jornaleros que recogieron seis ú ocho personas.

A las once de la mañana, y por consecuencia de haberse roto la pesquera de la fábrica de harinas y electricidad "La Concha", unido al retroceso que tenían las aguas en el terraplén de la carrerera de Bodón, así como el no ser suficíente los arcos del puente nuevo á desalojar el agua contenida en  el recodo que forma, salvó el torrente el muro de contención de  la  huerta de la Toma, y la inundación del Arrabal fué completa, alcanzando las aguas más de dos metros de altura dentro de las casas.

Como la mayor parte de los edificios de dicho arrabal eran de deficiente construcción, por ser propietarios gente pobre y por tenerse que sujetar además á la ley de edificación en zonas polémicas, su resistencia no podía ser mucha y á las doce empezaron á hundirse las primeras casas y á las cuatro de la tarde estaban destruidas más de sesenta.

El Arrabal del Puente puede considerarse completamente destruido, porque si algunos edificios han podido resistir la impetuosa fuerza del destructor elemento, los tabiques interiores se han arruinado y las paredes exteriores agrietadas, y amenazando tuina por consecuencia del reblandecimiento.

Gran alarma se produjo en el inmenso gentío que ocupaba la muralla al apercibirse de que en un tejado aparecía una mujer y dos hombres que se sentaron á la abrigada de otro tejado, esperando ser sepultados entre los escombros de su humilde albergue, acentuándose más el clamoreo general con la aparición de dos hombres en otro tejado y la noticia de que en una casa se había quedado el peón caminero y otra familia. Según hemos podido averiguar, dicho empleado llegó hasta amenazar á los guardias municipales para no salir, teniendo que retirarse los dependientes de la autoridad en vista del peligro que les amenazaba y que no podían, disuadir al caminero para que les siguiera.

También en el tejado de la huerta de la Toma se refugiaron el dueño y un criado, despojados de las ropas y envueltos en mantas, dispuestos á luchar con las aguas en el momento en que se hundiera la casa.

Visto que la noche se acercaba y que los seres á que antes nos referimos se exponían á una muerte segura, la autoridad local ofreció recompensar con largueza á las personas que, aprovechando el momento de haber bajado un poco las aguas, rescataran á las personas amenazadas.

En el momento que se supo tal resolución, con heroísmo digno de los mayores elogios, el maestro de obras don Esteban Morales, montó en un caballo y á nado llegó á la casa del. caminero y acercándose cuanto pudo sacó á una persona en las ancas, de la caballería.

Al maestro Morales siguieron Vicente Zamarreño Nava, un pescador apodado Bragas, Manuel Benito Sánchez, Victoriano Mateos, Eugenio Rubio, Jesús Corvo y otros muchos que sentimos no recordar y que rivalizaron en arrojo por salvar á sus semejantes, lo que consiguieron ya oscurecido.

Desgracias personales tenemos que lamentar la del pastor del señor Villares, la de nuestro particular amigo el joven y laborioso electricista don Ricardo Iglesias y el empleado de la fábrica Francisco Martín. A las tres y cuarto de la tarde de hoy 24, fueron trasladados desde la fábrica á la orilla derecha del rio, por medio de una balsa tripulada por Julián Martín y otros, tres empleados del señor Iglesias y los individuos que constituyen la familia del hortelano de una huerta próxima y que ayer se refugió en la repetida fábrica, así como los cadáveres que fueron trasladados al depósito de orden del Juzgado.

Las autoridades y el cuerpo de Bomberos han rivalizado en el cumplimiento de sus deberes, mereciendo especial mención el alcalde accidental don Lorenzo Roldan.

Don Antonio Palacios ha ordenado á su representante entregue en el Ayuntamiento 1.000 pesetas, é igual cantidad el Marqués de los Altares. Don Clemente de Velasco ha iniciado una suscripción entre los propietarios y naturales de esta ciudad residentes en Madrid, anunciando tiene en su poder 9.000 pesetas y que envía ropas y mantas. El Gobernador civil dice en telegrama, que traerá resoluciones prácticas para demostrar el interés que el Gobierno se toma por este vecindario. El Alcalde ha pedido al Capitán General mande una sección de Ingenieros.
Don Julián Maldonado se asocia á nuestro sentimiento en nombre de los mirobrigenses residentes en Salamanca.
Tenemos noticias de que en el pueblo de Navasfrías fué arrastrado por las aguas Vicente Conrado, de 70 años de edad, ignorando su paradero.

Desbordamiento del Águeda

El Arrabal del Puente anegado. Tremenda catástrofe. Pérdidas incalculables. Hombres ahogados. El Arrabal hundido. Más de 500 familias sin pan ni albergue. Escenas dolorosos de la inundación.

Horrible, desoconsolador y angustiosísimo es el aspecto que presenta Ciudad Rodrigo.

Las persistentes lluvias de estos días habían hecho sospechar á todos una de esas avenidas que ponen en conmoción á los vecinos del Arrabal del Puente, pero la terrible catástrofe, en toda su espantosa extensión, que hoy lloramos, nadie podía adivinarlo.

Enfilado el Arrabal por la corriente del rio en todos sus desbordamientos, el resistente muro, puesto á modo de cortaolas, de la llamada huerta de la Toma, dividíalo en dos ramales que abrazando a derecha é izquierda al Arrabal, habíalo defendido por espacio de muchos siglos,infundiendo en sus habitantes una confianza sin límites. No es cosa nueva ni desusada que el Águeda se desbordase, ni que llegara con sus aguas hasta las primeras casas; pero de esto jamás pasó, y esta confianza y esta casi familiaridad de los arrabaleños con las aguas, ha hecho que la desgracia sea mayor, y que revista verdaderos caracteres de una hecatombe espantosa.

Dos cosas señalan las víctimas como causa principal de su desventura, dos cosas contra las que han reclamado mil veces sin que jamás se las atendiera; la carretera nueva, que cortando el caudal del brazo izquierdo del rio con un puente tan raquítico como insuficiente, parecía puesta de propósito, para preparar la destrucción del Arrabal, y las alamedas de chopos que contra los gritos de los que hoy lloran su desgracia, se permitieron plantar en el mismo cauce del río. Si estas causas son ciertas, si son verdaderas como el pueblo asegura, las responsabilidades son tremendas, y los que tienen la obligación de velar por sus intereses deben exigirlas muy cumplidas. Verdad es que ellas no atañen á las autoridades del dia, su previsión, su solicitud por los desgraciados nada ha dejado que desear, y nosotros después de recoger los gritos de angustiosa protesta contra egoísmos quizá crimínales de unos y las palabras de agradecimiento que para los otros salen del corazón del pueblo, hemos de limitarnos a relatar hechos y escenas dolorosas de la catástrofe; ¡grandes lecciones que deben aprovecharse para lo futuro!

Cuando á las doce del dia 22 nos dimos cuenta de las proporciones aterradoras del desbordamiento, nos dirigimos á la muralla luchando con una lluvia torrencial y un aire huracanado que amenazaba arrancar de cuajo la población entera. El cuadro que á nuestra vista se ofreció entonces no pudo ser más desconsolador. Sobre la muralla y sobre la plaza de armas de la Puerta de Santiago, estaban anhelantes, angustiados, recibiendo á pie firme el diluvio qué caía, los vecinos todos del Arrabal del Puente.

El rio, el manso Águeda, con furia inaudita, con fuerza irresistible, rebasando los límites de las mayores inundaciones conocidas, se extendía alborotado desde las cumbres de Casasola hasta los altos mismos de Cantarinas. Huertas riquísimas, fértiles vegas, paseos y villas de recreo hasta ahora respetados, todo estaba bajo su arrasadora dominación en el kilómetro, más bien largo que corto, que llegó á tomar de anchura.

El Arrabal del Puente completamente anegado y teniendo gran parte de sus casas con el agua hasta el alero, había podido resistir hasta entonces el empuje de la corriente, pero de construcción débilísima, todas ellas o en su mayoría humildes viviendas de trabajadores, no pudieron defenderse más, y á la hora en que llegamos á la muralla empezaron á verse sobre las aguas unas tras otras, pequeñas nubes de polvo que bien pronto desaparecían arrastradas pur el viento: eran las casas que empezaban á hundirse, no dejando en pos de si más que unas cuantas burbujas en el agua y los gritos desgarradores de sus dueños, que desde la muralla habian contemplado toda la desgracia que los quedaba en la miseria.

Entre las escenas de dolor que presenciamos fué una de las que más impresionó nuestra alma, la desgracia de un pobre jornalero que junto á nosotros estaba presenciando la inundación.

Apoyado en el pretil de la muralla con la vista puesta en el Arrabal, contemplaba silencioso sin decir palabra, como iban desapareciendo una tras otra las casas de sus convecinos: de pronto sonó un pequeño estruendo enseguida apagado por el ruido de la corriente; una nube de polvo se elevó en el aire, y el hombre aquel que había estado devorando en el silencio toda la angustia de su alma, elevó los brazos al cielo y en lamentos desgarradores ¡¡Ay Dios mío!! dijo ¡ya me quedé en la calle! ¡pobres hijos miós! y llorando amargamente se fué de la muralla, quizas para llorar con los suyos toda la inmensidad de la desgracia; aquella desgracia que le arrebataba en un momento los afanes de toda una vida de trabajo honrado, consagrada á dejar á sus hijos un albergue donde meterse.

Y no podemos continuar relatando todas las escenas dolorosas que presenciamos; del Arrabal de! Puente no queda una casa, todas ellas eran el sueño, el producto de mil privaciones, soportadas hasta con alegría por el honrado obrero mirobrigense: imagínese el lector sus lamentos, sus lágrimas, sus angustias; si hubiéramos de relatar una a una todas las desgracias, no acabaríamos en muchos días; relataremos si los más salientes los que dejarán triste recuerdo en el ánimo de todos.

En la finca que con el nombre del Escobar posee don Anacleto Sánchez Villares, del lado allá del rio, estaba guardando un rebaño de más de 300 cabezas el pastor Tomás Benito. Acostumbrado á la vecindad de las aguas, no trató en los primeros momentos de ponerse en salvo, creyendo que todo pasaría como otras veces. Las aguas crecieron, y encerrado el rebaño en el corral que para estos menesteres existia en dicha finca, subióse el pastor a la cumbre de la casa donde creyó salvar con vida de la inundación, pero no fué así por desgracia, y á las tres de la tarde, su amo don Anacleto que desde el primer momento había estado á la expectativa de lo que pudiera ocurrir á su criado, se vio seguido de su hijo bajar á todo correr de su caballo y con peligro dé su propia vida, por la cuesta de Santiago que desemboca en el mismo puente. Algo grave ocurría y la gente se aglomeró al puente romano rompiendo el cordón de guardias que hasta entonces había prohibido el paso.

Lo que ocurría era una desgracia inmensa. La casa del Escobar había acabado de hundirse y asido de una viga, dando vuelcos, apareciendo y desapareciendo entre las aguas, bajaba por el rio el desgraciado pastor, con un brazo levantado pidiendo auxilio, y acompañado de su perro que en la lucha por la vida había logrado encaramarse sobre la viga salvadora.

El terror, la angustia que se apoderó de todos los que presenciaban la espantosa escena, es indescriptible, un grito de dolor inmenso salió de todos los pechos. El puente se llenó de gente y se lanzaron cuerdas para salvar al desgraciado, pero todo en vano, al chocar la viga con la pared de la huerta de la Toma, hundióse por completo; volvió después á subir á la superficie, yendo sobre los hombros del desgraciado, en cuyo rostro se veia la sangre de golpes recibidos, el fiel animalito. Por un momento creyóse posible su salvación, viéndolo lanzado por la corriente á un remanso de la orilla del rio, pero un golpe de agua lo cogió entonces, y cruel, con fuerza brutal lo estrelló contra uno de los machones del puente, sin que las manos crispadas del naúfrago pudieran agarrar las cuerdas que se le habían lanzado. Después otra vez volvió á levantar un brazo pidiendo auxilio; la última tal vez, porque la viga bajó ya sola por el rio, y de él, del desventurado, no se conoce aun su paradero..

Y no se ha limitado á esta sola las desgracias personales que han llenado á Ciudad Rodrigo de consternación. En la fábrica de harinas y electricidad del señor Iglesias, se divisaron el dia 23 cuando aún permanecía completamente incomunicada, los cadáveres abrazados del hijo del dueño y uno de sus criados. Hoy viernes en que escribimos estas lineas, han podido sacarse por medio de balsas, juntamente con los demás que durante tres días han estado luchando cara á cara con la muerte, por lo inminente y completo derrumbamiento del edificio. Los horripilantes detalles de la muerte de estos dos desgraciados, renunciamos á describirlos, porque es cosa que espanta sobremanera.

¡Dios se haya apiadado de sus almas!

Apiádense también los hombres de esos pobres vecinos del Arrabal. El populoso barrio ha desaparecido por completo, y con él, el pan y el albergue de 500 familias, que con todo el peso de su infortunio vagan errantes por esta ciudad desgraciada, en manos únicamente de la caridad del momento.

El remedio á tantos males es urgente, también  es superior á las fuerzas de este pueblo; acúdase á todas partes é inmediatamente, que la miseria no tiene aguardo.

El puente de Siega Verde, situado aguas abajo de Ciudad Rodrigo que había sido inaugurado hacia muy poco tiempo fue arrastrado por las aguas. Entre Puerto Seguro y  San Felices de los Gallegos el nivel de las aguas del Águeda sobrepasaban en dos metros la altura del denominado "puente de los franceses" anegando también la central eléctrica que la Sociedad Hidroeléctrica del Águeda tenía en dicha zona. Barruecopardo quedó incomunicado con la estación de Lumbrales debido a la destrucción del puente "Resbala" sobre el Yeltes-Huebra. Las comunicaciones ferroviarias con Portugal quedaron interrumpidas en las dos lineas, quedando los trenes detenidos en las estaciones de Espeja y La Fregeneda,...

También otras provincias sufrieron las consecuencias de este temporal: Zamora, Valladolid, ... Se cuenta, por ejemplo, que la en confluencia del Valderaduey con el Duero, la anchura de este era de más de tres kilómetros. En fin, ¡un señor temporal! Afortunadamente -toquemos madera- nuestra provincia no ha vuelto a soportar uno de estas características- ¡Gracias a Dios!

Sir Robert Thomas Wilson (1777-1849)

El General Sir Robert Thomas Wilson nació en Londres el 17 de agosto 1777. Fue el cuarto hijo del pintor y retratista Benjamin Wilson y nieto de un comerciante de lana de Leeds. Quedó huérfano a la edad de doce años, siendo posteriormente criado y educado por su tío y tutor, William Bosville.

Tuvo una distinguida carrera en el Ejército y el servicio diplomático. En 1794, participó, como miembro del 15 Regimiento Ligero de Dragones en la célebre batalla de Villers-en-Cauchies donde una pequeña fuerza de caballería aliada anglo-austríaca (cuatro escuadrones con un total de unos 300 hombres) derrotaron a toda una división francesa compuesta por unos 7.000 soldados de infantería y caballería, salvando además en el lance al emperador Francisco I de caer prisionero. Por esta acción fue condecorado junto a otros siete oficiales británicos y nombrado, en 1801, caballero de la Orden Militar de María Teresa de Austria.

Unos dos años después de su regreso a Inglaterra, el ya entonces capitán Robert T. Wilson, se casó con la señorita Jemima Belford, una de las hijas del coronel Belford, y sobrina del fallecido general Sir Adam Williamson.

Después de ser destinado bajo el mando del general St. John a Irlanda a fin de sofocar y reprimir las manistaciones y disturbios en ese pais, obtuvo el grado de Mayor en el regimiento del Teniente General, el barón Charles de Hompesch, a quien acompañó a Egipto. Durante su estancia en ese país participó en las campañas militares contra los franceses, que relató posteriormente en un libro titulado "Historia de la expedición británica a Egipto, en la que se adjunta un bosquejo de la situación actual del país, y sus medios de defensa. Ilustrado con mapas, y un retrato de Sir Ralph Abercromby".

Posteriormente, obtuvo el rango de segundo teniente coronel del 20 regimiento ligero de dragones, al mando del lord Heathfield. Este cuerpo fue eviado a la campaña de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) participando en la captura de dicha ciudad.

Poco después de su regreso a Europa, acompañó al general lord Hutchinson, en una misión secreta embarcándose hacia el continente europeo el 19 de noviembre de 1806. Estuvo presente en todas las batallas de importancia entre las fuerzas aliadas y las francesas, desde Pultusk hasta Friedland. Tras ésta, fue expulsado de Rusia, por ser considerado como espía, después de firmarse el Tratado de Tilsit (julio de 1807) entre el emperador Napoleón y el zar Alejandro I de Rusia.

A comienzos de 1809, durante la Guerra de la Independencia (Peninsular War), organizó con soldados portugueses la Leal Legión Lusitana (LLL) que operó fundamentalmente en el Norte de Portugal y en el Oeste de España (provincias de Zamora, Salamanca y Cáceres). En esa época se produce la retirada británica de la Península Ibérica que Wilson -cuyas tropas eran una especie de "ejército privado" y, por tanto, no sujeto a las directrices del alto mando británico- se negó a secundar decidiendo oponerse a la entrada de las tropas francesas al mando del general Pierre Belon Lapisse, que ocupaba Zamora y Salamanca y cuya misión era penetrar en Portugal por la zona de Ciudad Rodrigo en conjunción con las de los mariscales Soult (Galicia) y Victor (Extremadura). A tal fín colocó parte de sus tropas entre las fortalezas de Almeida (Portugal) y Ciudad Rodrigo (España) extendiéndose además hacia el puerto de Baños (Sierra de Béjar) para impedir las comunicaciones entre Lapisse y Victor. En esta situación, y apoyado por algunos batallones de tropas españolas con guarnición en Ciudad Rodrigo se dedicó a provocar y acosar a la división de Lapisse, de tal manera que obligó a éste a cambiar los planes iniciales, convencido como estaba que se enfrentaba a un enemigo mucho más numeroso.

En el verano de 1809, la Legión Lusitana de Wilson forma parte de la red de puestos avanzados de las fuerzas anglo-portuguesas en la frontera española con el fin de alertar de los movimientos de los ejércitos franceses en España, mientras el comandante británico sir Arthur Wellesley, duque de Wellington, se encuentra en las inmediaciones de Oporto.

Antes de la batalla de Talavera, en la primavera de 1809, la Legion Lusitana de Wilson nuevamente sirvió para guardar el flanco izquierdo de las tropas aliadas, de tal manera que sus acciones obligaron, tras la batalla, al general Victor a retirarse precipitadamente a Madrid.

El 12 de agosto de 1809, Wilson con 4.000 hombres, incluidos dos batallones de la Leal Legión Lusitana, fue derrotado por las tropas francesas al mando del mariscal Michel Ney en el Puerto de Baños. A pesar de que las fuerzas francesas triplicaban el número de defensores, Wilson logró mantener su posición durante nueve horas, que fueron vitales para la retirada de Wellington a Portugal. En dicha acción perdió cerca de 400 hombres, mientras causaba 185 bajas a los franceses. En 1811, los hombres de la LLL pasaron a formar parte de las tropas regulares portuguesas y Wilson, ya con el rango de general de brigada, viajó a Turquía.

En 1812, Wilson regresó a Rusia como oficial de enlace en el ejército de Kutuzov. Fue un agudo observador durante los acontecimientos de la desastrosa retirada de Napoleón de Moscú y estuvo presente en la Batalla de Krasnoye. Continuó su servicio con el ejército ruso durante 1813 y se distinguió en Lützen y Bautzen, por lo que el emperador Alejandro I le concedió el título de Caballero de la Orden de San Jorge, siendo ascendido a Mayor General en el ejército británico casi al mismo tiempo. Estuvo en Dresde, Leipzig y Kulm, y se distinguió tanto en la última gran batalla que un escrito del embajador británico en Viena le atribuye a su habilidad y actuación gran parte del éxito de la batalla. Pero sus servicios en los reuniones de los aliados eran todavía más importantes debido a la confianza que personalmente depositaban en él los soberanos aliados. Esto motivó, que Castlereagh lo considerase como un futuro rival político, por lo que fue destinado a Italia, a pesar de las protestas del embajador británico. Esto con el ejército austriaco de Italia en la campaña de 1814.

En 1816, después de Waterloo ideó la fuga de uno de los partidarios de Napoleón, condenado a muerte por el gobierno de la Restauración, y fue encarcelado durante tres meses con su compañero en esta aventura, el capitán Hely Hutchinson (tercer Conde de Donoughmore) siendo censurado por el comandante en jefe en una orden general.

En 1818, Wilson se convirtió en diputado por Southwark, siendo posteriormente reelegido para dicho cargo. En 1821 era considerado un diputado radical y debido a sus esfuerzos para impedir el derramamiento de sangre en el funeral de la reina Carolina (la esposa de Jorge IV) y a causa de haber sido mal interpretado, el soberano ejerce la prerrogativa inusual de destitución del ejército. A partir de entonces, tomó parte más activamente en la política al lado de la oposición, pasando también algún tiempo en España durante la guerra de 1822-23. Tras la subida al trono de Guillermo IV fue reintegrado al ejército con el rango de teniente general. Fue ascendido a general en 1841 y nombrado gobernador de Gibraltar en 1842. Murió en Londres el 9 de mayo de 1849.

Manuel S. Calderero Sábchez

Bibliografía:
1).- "Public Characters of all Nations", Vol. III. Londres, 1823
2).- "Public Character of 1807". Londres, 1807
3).- "Life of General Sir Robert Wilson", Vol. I y II. Herbert Randolph. Londres, 1862

16 de enero de 2010

Insurgentes españoles. Guerrilleros

"France militaire. Histoire des armées françaises de terre et de mer de 1792 a 1837".
Tomo IV. A. Hugo. Paris, 1838.


Ante la enorme superioridad militar de las tropas francesas y la imposibilidad de hacerles frente, el ejército regular español se dispersa, siendo básicamente esta circunstancia la que va a originar el renacimiento de la acción guerrillera, ese sistema de lucha tan empleado en nuestras tierras y que aparece fundamentalmente a falta de medios bélicos y de mandos militares eficaces y que se ve tremendamente fortalecido por la orografía del terreno circundante. En la imagen podemos ver diversas representaciones de "guerrilleros". La central, correspondería al tipo "lancero" que fue precisamente la empleada por Julián Sánchez "El charro".

Vivaque de infantería ("Bivouac d'infanterie")


En la imagen podemos apreciar a un grupo de soldados de infanteria francesa sujetando a un cerdo. Posiblemente robado a los campesinos del lugar donde las tropas estaban vivaqueando. Podemos, a la vista de la imagen, suponer lo que los habitantes de la provincia de Salamanca tuvieron que soportar en la guerra de Independencia con el paso, una y otra vez durante los años 1809 a 1812, de las tropas francesas, españolas, inglesas y portuguesas. La imagen está tomada del libro titulado "France militaire. Histoire des armées françaises de terre et de mer de 1792 a 1837". Dicha obra consta de cinco tomos y fue redactada por una sociedad de militares y gentes de letras, que se basaron en los boletines del ejército, el periódico "Le Moniteur", documentos oficiales, notas, memorias y obras militares de Napoleón, mariscales, almirantes y generales. La obra fue dirigida por Abel Hugo y se publicó en Paris en el año 1838.

11 de enero de 2010

Nieve sobre Villavieja

¡Tardó en llegar! Durante todo el fin de semana, cuando casi toda España se cubría con un manto blanco, aquí, en este rincón salmantino, hacia también mucho frío pero lucía el sol. Ayer domingo, tras la entrada de una borrasca desde el Atlántico, comenzó a nevar. Como estaba todo seco, la nieve cuajó rápidamente y posteriormente se heló. En la segunda de las imágenes podemos ver los típicos "pinganillos" que se forman en este tipo de situaciones.


9 de enero de 2010

¿Hacia dónde caerá Villavieja de Yeltes?


Esa pregunta es la que se hacía el crítico taurino de ABC en 1950, con motivo de una sensacional corrida de toros celebrada en la capital de España el día 12 de Octubre de 1945. Torearon Pepe Bienvenida, "Morenito de Talavera" y Luis Miguel "Dominguín" que lidiaron reses de Don Rogelio Miguel del Corral.

La reseña del festejo, publicada en el mencionado rotativo madrileño al día siguiente 13 de Octubre de 1950 decía como sigue:



ABC, Madrid, 13 de Octubre de 1945

¿LO VEN USTEDES, SEÑORES?

Al declinar la temporada, cuando ya queda muy poco que ver, surgió esta gran corrida para dejarnos un buen recuerdo de 1945. Ayer cayeron por los suelos muchas leyendas habilidosamente puestas en circulación, tanto que casi son admitidas como verdades tristes. ¡No hay toros! ¡No hay toros para Madrid ni para los ases!

¿Hacia dónde caerá Villavieja de Yeltes? Dicen que hacia Salamanca. No lo creo. Lo cierto es que de allí vinieron seis toros muy admisibles, bonitos, "cómodos". Nada espantables de presentación, pero con el trapío decoroso necesario para que la fiesta de toros no caiga en la mascarada charlotesca. Véase como en Salamanca hay ganado bravo y bien presentado; véase como- al concluir la temporada todavía queda la flor y nata que nadie ha querido torear. El argumento de que no hay toros -toros para Madrid,- quedó desmentido ayer. Los hay en Salamanca y en cualquier parte. Lo que no hay, así como así, es un ganadero escrupuloso.

La Dirección General de Seguridad lucha por el decoro de la fiesta, y en la Prensa abundan las referencias de multas que evidencian cómo son los ganaderos; pero así y todo, aun quedan señores como este D. Rogelio Miguel del Corral, que ayer nos sirvió una brava y bonita corrida de toros que, además, eran «cómodos». El ganadero y el mayoral dieron la vuelta al ruedo cuando se arrastraba el toro quinto. Bien; de ello me felicito, y por ello les felicito. Es un estímulo el honor que se les concedió, pero ¿no debieran hallarse siempre mayoral y ganadero en lugar bien visible para recibir los aplausos y pechar con las censuras? ¿Y no sería justo que también hicieran el paseo? Porque, francamente, eso de que sólo veamos la faz a los ganaderos cuando la corrida sale brava! El único que hurta el cuerpo a la ira del espectador es el ganadero. ¿Por qué, pues, recoger las flores únicamente? Equidad, flores y espinas. Y conste que hubo justicia en los aplausos al señor del Corral, pero quisiéramos que la sanción de las broncas, que tantas veces descarga sobre el torero, cayera alguna vez contra el ganadero. Naturalmente, este preámbulo no pasa de eutrapelia. Resultó magnífica la corrida organizada a beneficio de los huérfanos del Magisterio. Sencillamente, la que mejor recuerdo nos ha dejado esta temporada. De verdad, de verdad, que de nadie nos acordamos. ¿Lo ven ustedes cómo se puede pasar sin vosotros? A vosotros, señores ausentes, hemos sido nosotros quienes os hemos puesto precio. Ni vuestros apoderados ni vuestra propaganda os ha señalado los honorarios. Ha sido nuestro aplauso, que, indudablemente, habéis merecido. Ayer, señores ausentes -¡que hay toros, señores míos!-, pusimos precio a tres toreros. Precio alto. Vosotros pasáis sin Madrid. Madrid pasa sin vosotros. Y no se apaga el fervor, y tres toreros salen a hombros por la puerta grande y embocan triunfalmente la calle Alcalá. Ello ocurrió al fin de una temporada. ¡Qué fiero es el público de Madrid! ¡Qué miedo! ¡Basta de cuentos, señores!

Presidió el Sr. Cartier la feliz corrida.

¡Qué gran tarde nos dio Pepe Bienvenida! ¿Con que acabado, Pepe? Cuando hacía el paseo yo notaba una ausen­cia: la de Antonio. Antonio ha estado ausente este año, y no por su culpa. No; a los Bienvenida, siempre, siempre, con ­todos los respetos, con toda la categoría. No juguemos con los apellidos que cifran historia, a la bolsa negra de la baja. Ni especulemos con eclipses ni apogeos. Bienvenida, sencillamente. Todo respeto, pues. Ayer salió Pepe por su honor y el de su casa, y, ¡señores, qué tarde de toros! Toro gordo, un poco tardo, por el castigo de la vara segunda, toro al que había que llegarle. Desde los lances templados soberbiamente en que se abrió la tarde de toros hasta la faena cuajada, toda la corrida fue una proclamación. ¡Bienvenida! Toreo de muleta al natural; adornos; conocimiento perfecto de los terrenos y tiempos, todo medido, en grave y austera lección: «Este soy yo; ésta es mi casa». ¡Cómo vería Antonio el triunfo del hermano! cuajado en veteranía, un poco amagado por él y por los suyos. No voy a describir las faenas. Basta decir que las dos fueron de maestro. Entró muy bien a matar, pero como yo nada oculto, diré que lo hizo cinco veces por no aligerar el viaje. No obstante, se le aplaudió y hubo vuelta al ruedo con salida al tercio. En el cuarto, un ensabanao, fue el triunfo. Era el animal algo huido, y Pepe lo metió en la muleta, y una vez que lo hubo conseguido toreó soberbiamente, al hilo de las ovaciones. Mató de media estocada y le concedieron la oreja. En banderillas, ¿qué hemos de decir? Pues nada más que esto: banderilleó Pepe Bienvenida. En el toro quinto puso, de poder a poder, un par... ¿Cómo fue aquello? Yo no hallo más que esta palabra: “sensacional”. Rara vez se logra una sensación así, hermanando la emoción al poderío.

Luis Miguel “Dominguín” salió ayer, como Pepe Bienvenida, por su nombre y por el prestigio de una historia. ¿Le gusta a usted Luis Miguel? , me habían preguntado con ocasión de una crónica mía. Lo que ayer vimos me ahorra la contestación. Lo que ocurre es que Luis Miguel es torero a “contra corriente”. A contra corriente del gusto ha triunfado en Madrid este torero de Madrid. Luis Miguel no es torero de pies juntos ni de ritmo retardado, en tiempo de vals lento. El triunfo de Luis Miguel tenía que producirse así, sin hurtar la presencia, acudiendo una y otra vez a Las Ventas para rehacer el gusto del público, tan hecho al “pase hecho”, uno de los camelos de estos tiempos. Cambió limpiamente de rodilla en el centro de la plaza, al que salió en tercer lugar, y luego toreó muy bien de capa. Lance hondo, perfecto, en el canon de otros tiempos. Diríase que los días -muchos días- han corrido para atrás. Y han corrido para bien, para traernos el recuerdo de otras perfecciones y otros modos. Luis Miguel, no sólo se está haciendo: está rehaciendo el gusto del público. Torero largo, completo, de gran repertorio. Banderilleó muy bien, destacando al quiebro. Tuvo una alegre voluntad que le animó el semblante, de suyo ceñudo, como muy metido en el empeño de que las cosas vayan por otro rumbo, por el suyo. Brindó la muerte de su primero al niño Romualdo de Toledo, hijo del director de Enseñanza Primaria. Comenzó con unos pases de rodillas, aguantando guapamente, sin eso de alzar la muleta a salga lo que saliere, que es la tara de torear de rodilla. De rodilla -¡y toreando!-, no a gatas, comenzó la faena. Luego toreó muy bien, por naturales y en redondo, aguantando mucho. Tan buena había sido la faena, tan caldeado estaba el ambiente por el clamor que saludaba al joven torero, que, a pesar de haber pinchado antes de dar media estocada y descabellar, le dieron la oreja y recorrió el ruedo en triunfo. En el sexto hizo una faena en la que dominó la cabeza. Vio claramente que el toro tardo venía a menos y se quedaba bajo la muleta en el primer tiempo del natural, y desistió de dar espectacularidad a la faena. No hubo más que los pases precisos, y mató de media estocada en lo alto, y descabelló. Fue ovacionado.

No hemos dejado a "Morenito de Talavera" en último lugar por tener en menos lo que realizó en la tarde afortunada. Toreó de capa cerca, estrechándose. Hizo quites adornados, y en el primer tercio fue ovacionado. Banderilleó sus toros y los de sus compañeros. Hizo una faena buena a su primero, algo quedado, y lo mató de un pinchazo alto, una estocada y un descabello. Fue el toro quinto un bonito y bravo ejemplar. Lo banderillearon soberbiamente los maestros, y los tres salieron a saludar. El "Moreno" comenzó su faena con unos pases por alto, quieta y natural la planta, pasándose todo el toro por el pecho. Luego, de largo, citó al natural y fue acortando la distancia muy valerosamente. En el centro empalmó la faena, que tuvo calidad y voluntad. Hubo ovaciones constantes, acompasándose la faena a los gritos de entusiasmo. Tres naturales sobresalieron, y después de unos adornos -que eran oportunos porque el "Moreno" había toreado bien y había dominado- , mató de media estocada. "Morenito" cortó la oreja del bravo toro y dio la vuelta.

"¡Los tres, los tres", gritaba el público. Los tres salieron en hombros. Los tres, más que cerrar, parecía que habían abierto una temporada. El Sr. Del Corral había cerrado, no una temporada, sino una etapa de camelos y desaprensiones. "¿Ven ustedes cómo hay toros? Yo los tengo, en años de sequía y en Salamanca." Lo que precisa es que donde sólo pueden comer treinta toros coman treinta, y no trescientos. ¡Mala partida ha jugado el Sr. Del Corral a sus colegas! ¡Con qué malos ojos le verían algunos dar la vuelta al ruedo! Este hombre que da de comer a los toros es un hereje. ¡Así no hay negocio! Así se desmiente el cuento que se cuenta siempre con la cara larga y mustia: "No hay pastos, señor, no hay pastos". Cuento que se cuenta aunque llueva a cántaros. En fin: Ayer ocurrieron muchas cosas. La principal, que se demostró cómo nadie es absolutamente preciso para una tarde grata, de arte, valor y voluntad. Vayan con Dios los que se fueron. Vengan con Dios los que vienen con un tesoro de voluntad, con genio y, dignidad de familia.

GIRALDILLO.

Pesos: 440, 436, 427, 430, 430 y 425 kilos.

Barquillerito, un toro de dos orejas, rabo y pata


¡Otra de toros villaviejenses! ¡Y también de Don Rogelio! ¡Y también en Barcelona! El festejo se celebró el jueves día 7 de Septiembre de 1950 en la Plaza Monumental de dicha ciudad. Se lidiaron cinco reses de don Rogelio Miguel del Corral, ya que el sexto de lidia ordinaria salió de los toriles y murió en el acto. El de rejones pertenecía a una ganadería andaluza, propiedad de don Bernardino Jiménez Indarte, sangre Villamarta y con divisa azul, blanca y encarnada.
No vamos a trascribir en esta ocasión toda la crónica de la corrida publicada en la edición del día 8 de Septiembre de 1950 en el periódico La Vanguardia de Barcelona. Nos vamos a limitar a aquello que nos ha parecido más interesante



Un gran éxito de Martorell

Se dan tantas corridas en Barcelona, que lógicamente han de verse en sus plazas cosas que no ocurren en otros ruedos. Así ocurrió ayer en la Monumental -donde se registró una gran entrada- con el toro que debió cerrar la función. Pertenecía, como los otros cinco lidiados, a la vacada salmantina de don Rogelio Miguel del Corral, sangre de lo que fué de Encinas y divisa negra, blanca y verde que antañonamente tremolaban las reses de Angoso. Era negro zaino, llamábase "Violetero" y estaba señalado nada más que con el número ¡13! Sonó el clarín, se abrió el portón y el bicho, sin duda descordado al clavársele instantes antes la divisa, salió tambaleándose y cayó agonizando entre el mentado portón y la puerta de la barrera. Declaro que es la primera vez que he presenciado accidente de tal naturaleza, y que jamás sospeché, en tantos años de presenciar corridas, que pudiera acontecer una peripecia de tal índole.

El encierro que llegó, procedente de Villavieja de. Yeltes, todo él tirando a manso, resultó asi: El bicho que rompió plaza estaba gordo, tenía feísima cabeza y fue mansurrón, no exento de poder, ya que derribó jinete y jaco, sufriendo solamente dos leves lancetazos. El segundo, de algo mayor tamaño, bien puesto de cuerna y asta fina, debió castigársele más de lo que supusieron una vara del reserva y un refilonazo del piquero de tanda. El tercero entró bien a los caballos, tenía poder, era gordo y de astas finísimas. El cuarto, con poder, viejancón y bien puesto de cuerna, arrancó fuerte en el primer tercio, y eso que estaba resentido de la pata izquierda, soportando cuatro puyazos. El quinto, cornícorto, alto de agujas, astifino y mansote, recibió un puyazo del reserva y dos de Muñiz, que fue ovacionado. Y, el sexto bis, o sea el sobrero, de la ganadería de don Ricardo Arellano, salió abanto, era un buey y fue condenado a banderillas negras, que casi no pudieron clavársele por lo huido y corretón que estuvo mientras le duró la vida.
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José María Martorell, natural de Córdoba, con alternativa en su bella tierra desde el 26 de mayo del año pasado en que "Parrita" le cedió el primer toro, de la vacada de don Juan Guardiola, logró ayer con el tercer bicho de la tarde, entrepelado, calceto, señalado con el número 21 y de nombre "Barquilleríto", un triunfo grande, que resonará mucho por lo completo que fue, éxito que venía rondando en Barcelona esta temporada desde que por primera vez pisó en ella el ruedo de la Monumental. Saludó al bicho con cinco verónicas muy buenas, y tras el tercio de banderillas el muchacho brindó al público para ligar, al compás de la música y los oles de la multitud, la siguiente faena: Dos pases de tanteo, cuatro derechazos magníficos y cuatro naturales prodigiosos, resbalando al rematar el último de éstos y cayendo al suelo, donde por haberse, como siempre, quedado solo en el ruedo, se halló a merced del toro, que lo arrolló, infiriéndole un fuerte golpe en la cara. Levantóse el cordobés sangrando por boca y narices, y tranquilamente empalmó su labor con dos naturales, cinco "orteguinas" imponentes, pues las ejecuta como nadie, y un ceñidísimo molinete. Quedó cuadrado "Barquillerito", y el diestro aprovechó el instante para, ejecutando el volapié a la perfección, fulminar al toro como con un rayo. Vibró la plaza en delirante entusiasmo, se le concedieron por la presidencia las dos orejas, el rabo y una pata de la res, y el concurso aclamó al gran torero, que dio dos vueltas al ruedo, salió a los medios en pos de cada una, y como la hemorragia que sufría el artista no cesaba, entró en la enfermería, de donde no tornó al ruedo. El éxito de Martorell, repito, fue un éxito redondo y conseguido por instantes a fuerza de denuedo, arte y voluntad.
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Toros de Villavieja en la Monumental de Barcelona

Ahora que el Parlamento catalán ha tomado en consideración la posibilidad de prohibir la lidia de toros en Cataluña, traemos hoy a este blog la crónica de una corrida celebrada en la Monumental de Barcelona el último domingo del mes de Abril del año 1951, concretamente el día 29. Y no la trascribimos por ser una de esas corridas memorables, sino porque los toros eran de Villavieja de Yeltes, concretamente de la ganadería de don Rogelio. Casi el cien por cien de las veces que aparecía el nombre de Villavieja de Yeltes en la prensa de entonces (años cuarenta, cincuenta,...) lo era invariablemente por la procedencia de los toros lidiados en algún festejo de cierta importancia.


La Vanguardia, 1 de Mayo de 1951

¡Lástima no fuera verdad tanta belleza!

Un viento frío, fuerte, molesto, lanzaba contra las caras y manos de los no muy numerosos espectadores que acudieron el domingo a la Monumental, finísimas arenas del ruedo o quizá diminutos cristales transportados por ráfagas ventosas desde los ventisqueros próximos. Era la penúltima tarde de abril capaz de poner en ridículo a cuantas plumas, impulsadas por audacias poéticas, atreviéronse a pintar ese mes cantando la suavidad de la temperatura, el florecer de los frutos, el dulce gorjear de los pajarillos, el murmullo encantador de los arroyuelos en cuyo fondo blanquean pequeños guijarros en los que se quiebran acariciadores, los rayos del sol... Mentira, todo mentira. Porque el frío espantoso atería los cuerpos; los árboles mostraban bufandas en vez de yemas próximas a reventar; los pajarillos, lejos de gorjear, tosían y estornudaban, corriendo presurosos a guarcerse en los nidos portando tabletas de aspirina; y en fin, los arroyuelos no sólo no dejaban oír sus murmullos acariciadores, sino que permanecían amordazados por una espesa capa de hielo, mientras el sol sólo brillaba por su ausencia.

Bien, lector, pues en ese ambiente de balada polar norteña se dio la corrida anunciada, en la que Antonio Bienvenida, Rafael Llorente y el mejicano Jorge Medina, que hacía en España su presentación, se las entendieron con seis reses salmantinas, con divisa negra, blanca y verde, de la vacada de don Rogelio Miguel del Corral. Añadiré, antes de seguir adelante, que, en son de triunfo, ningún diestro dio la vuelta al ruedo, y digo en son de triunfo, porque de otra manera lo recorrieron los tres varias veces: ora persiguiendo a los cornúpetas, ora siendo perseguidos por éstos. Quiero consignar con ello, que la fiesta se mantuvo a los misinos cero grados que la temperatura.

El encierro que desde Villavieja de Yeltes envió el aludido ganadero, formábanlo seis toros grandes, gordos, con poder, no mal puestos de defensas y alguno de ellos con bella estampa incluso, pero, ¡ay!, sabido es que "el toro y el melón como salen son", y estos salmantinos salieron broncos, mansotes en general y con mucha fuerza en los remos. Únicamente el que rompió plaza se arrancó alegre a los caballos por cuatro veces, y los demás, aunque algunos sufrieron hasta cinco o seis lancetazos, eran más a propósito para un macelo que para lidiarse en una plaza de importancia. La prueba es que, gustando aquí como en todas partes el toro grande, el público llegó a silbar el arrastre del soltado en cuarto puesto y eso que era el que, a trancas y a barrancas, se le habían hecho seis sangraduras. De todos modos, el auténtico buey fue el que cerró plaza, cuyo único anhelo fue huir del coso.



Desde el 22 del pasado octubre en que actuó de primer espada en la corrida a beneficio de la reconstrucción de Cuzco, no había pisado el ruedo barcelonés el gran torero Antonio "Bienvenida". Aquella tarde, como siempre que quiere, cortó la oreja de un toro de Samuel Hermanos, llamado "Cuerno de oro" y señalado con el número 102. Tan magníficamente lo toreó de capa y muleta, banderilleó y mató, que puedo rememorar aquel triunfo por ser de los pocos que tengo anotados en la correspondiente ficha de mi archivo. El domingo veroniqueó garbosamente al bravo salmantino que rompió plaza, hizo un precioso quite por chicuelinas, clavó dos pares y medio de rehiletes, con su habitual elegancia pero sin la emoción de otras jornadas y con la franela elaboró una faena decorosilla nada más, a base de derechazos, epilogada por dos pinchazos y media estocada alta, pues tras marrar por cuatro veces el descabello el toro acostóse al fin. El público vituperóle,sí, pero muy discretísimamente. En cambio, al buey jugado en cuarto lugar, dióle el muchacho cinco verónicas y dos medias, tan airosas, tan gráciles, tan suaves y lentas, que cada lance de los que formaron aquel bello encaje de Malinas fue oleado y ovacionado con tanta justicia como entusiasmo. Luego, mientras banderilleaban sus subalternos, uno de ellos el veterano Carrato, "Bienvenida" tomó el capote y con la eficacia de su saber ayudó a los tales a cumplir, sin deterioro físico, la misión no muy fácil de llenar con aquel manso peligroso, el segundo tercio. Comenzó el espada la faena con deseos de palmas, pero desalentado en seguida, cambió la porfía por el aliño. Con el acero propinó dos pinchazos, media estocada caída, una entera, y alta, aguantando, y un feliz descabello. Pero como en todo ello había transcurrido el tiempo reglamentario, se le dio un aviso y, como ya he dicho, una silba al salmantino, guardándose el más respetuoso silencio hacia su matador.

Tanto marearon al primer toro de Rafael Llorente los peones en el tercio de banderillas que el espada pidió el cambio antes de que clavasen, si es que hubieran podido llegar a ello, el tercer par. Luego se enredó el madrileño en una faena valentona, pero de aliño en general, que tuvo por remate dos pinchazos y otras tantas medias estocadas. Por consideración a los positivos méritos del diestro, o por hallarse los espectadores soplándose los dedos, la cuestión es que, en la plaza, sólo el viento dejaba oir su espantosa furia. Llorente, en el marmolillo que le correspondió en segundo término, realizó con la franela una labor breve y valerosa, escoltada por dos pinchazos y media estocada en la yema, pero a toro totalmente parado pues al bicho no era capaz de moverle ni el aire que se abatía sobre la plaza. ¡Ah!, Llorente había escuchado una ovación clamorosa por un quite hecho al banderillero Carrión, que cayó en la cara del toro y quedó a su merced. El quite fue a cuerpo limpio y con mil arrobas de valor, viéndose obligado el diestro a saludar montera en mano. ¡Ole, los vallentes!

De la presentación del diestro azteca Jorge Medina es aventurado consignar otra cosa que no sea ensalzar su valor, puesto de relieve, sobre todo, al arrancar a herir y consumar esta suerte. Con la capa parece no estar muy suelto con los toros españoles, cosa lógica en extremo pues no los conoció hasta esa tarde. A pesar de ello, realizó un valeroso y espectaicular quite en su primero, que se ovacionó. Muy bien banderilleado el bicho por Pepe Iglesias, brindó Medina al concurso y, al compás de la charanga, realizó una faena valiente en extremo, de la que destacaron tres "orteguinas" de susto, empleando para deshacerse del enemigo dos pinchazos, media estocada y un descabelle al quinto golpe. No obstante, el "manito" fue ovacionado y salió a los medios a saludar. Al toro que cerró plaza hízole un trabajo en afanosa busca de cuadrarle, logrado lo cual y entrando con guapeza, y sobre corto, propinó un soberbio volapié, que fue la verdadera y única estocada de la tarde.

Comenzó la corrida a las cinco y cuarto de aquélla y concluyó a las siete y treinta y cinco minutos de la misma.
E. P.

(Dibujos de Vicente Navarro)

Peso del ganado en canal: 256, 289, 279, 304, 354 y 277 kilogramos, respectivamente.

8 de enero de 2010

Villavieja según Madoz

Copiamos a continuación la descripción que se hace de Villavieja en el DICCIONARIO GEOGRAFICO ESTADÍSTICO HISTÓRICO DE ESPAÑA Y SUS POSESIONES DE ULTRAMAR escrito por Pascual Madoz. Aparece en el TOMO XVI, pág.: 304, MADRID, 1850.



Villa con ayuntamiento en la provincia de Salamanca (18 horas), partido judicial de Vitigudino (5), diócesis de Ciudad Rodrigo (8), audiencia territorial de Valladolid (45) y capitanía General de Castilla la Vieja. Situada en un llano a una legua escasa del río Yeltes; goza de clima benigno y propenso a tercianas. Tiene 250 casas de 5 a 8 varas de altura con mala distribución interior, calles malas e irregulares; una escuela de instrucción primaria concurrida por unos 50 niños; casa municipal con cárcel; iglesia parroquial (San Pedro) servida por un cura de segundo ascenso y de provisión ordinaria; 2 ermitas (San Sebastián y María Santísima de los Caballeros) y un cementerio bien situado. Confina el término por el Norte con el de Pedro Álvaro; Este río Yeltes; Sur Santidad y Hernandinos y Oeste Bogajo; pasa el río expresado de Sur a Este dividiendo el término de los confines ya dichos; interrumpe su curso en el verano y queda el pueblo a la izquierda; hay además varios manantiales y charcas de cuyas aguas usan los vecinos. El terreno participa de monte y llano; es todo de secano y poco fértil con algún arbolado de encina y roble y algunos huertos. Los caminos son locales y malos. El correo se recibe dos veces en la semana. Produce: trigo, centeno, algarrobas y legumbres; hay ganado lanar, vacuno, cabrío y de cerda, y caza menor. Industrias: hay una fábrica de curtidos y varios telares de lienzos. Población: 289 vecinos, 1290 almas. Riqueza productos: 899.166 reales, imponible:44.618. El presupuesto municipal asciende a 10.000 reales y se cubren con el producto de los pastos y la bellota, y el déficit por reparto vecinal.
El rey D. Felipe II dió a esta población título de villa y otros privilegios.

Villares de Yeltes según Madoz

Trascribimos a continuación otra de las descripciones típicas de las Enciclopedias y Diccionarios de la segunda mitad del siglo XIX. Se trata del DICCIONARIO GEOGRAFICO ESTADÍSTICO HISTÓRICO DE ESPAÑA Y SUS POSESIONES DE ULTRAMAR escrito por Pascual Madoz. Veamos lo que se nos cuenta de Villares de Yeltes (TOMO XVI, pág.: 264, MADRID, 1850)

Lugar con ayuntamiento en la provincia y diócesis de Salamanca (18 horas), partido judicial de Vitigudino (5), audiencia territorial de Valladolida (40) y capitanía general de Castilla la Vieja. Situado en un elevado cerro sobre el río Yeltes que le pasa al Este; el clima es sano; tiene 42 casas de mala distribución interior; hay algunas fuentes de cuyas aguas se surten los vecinos; tiene una escuela de instrucción primaria medianamente concurrida; iglesia parroquial (Sto. Tomás Apóstol) servida por un cura de la clase de vicarios, teniendo por anejos a Ituero e Ituerino; y un cementerio bien situado. Confina el termino por el norte con la alquería de Pedro Álvaro; Este, Ituerino; Sur, Retortillo y Oeste, Villavieja; pasa muy próximo al pueblo el río Yeltes de Sur a Norte a reunirse con el Huebra, en cuyas márgenes hay algunos molinos harineros. El terreno es de monte y barrancaso, todo de secano y medianamente productivo con una dehesa de monte y pastos. Los caminos locales y muy malos. El correo se recibe de Vitigudino. Produce algún trigo, centeno, garbanzos, bellotas y pastos; hay ganado vacuno y lanar y caza de liebres, conejos y algunos animales dañinos. población: 42 vecinos, 166 almas. Riqueza productos: 518.350 reales, Imponible: 25.947.


Iglesia parroquial de Villares de Yeltes.

Villavieja según Miñano

Según el DICCIONARIO GEOGRÁFICO ESTADÍSTICO DE ESPAÑA Y PORTUGAL dedicado al Rey Nuestro Señor por el doctor Don Sebastián de Miñano, Individuo de la Real Academia de la Historia, y de la Sociedad de Geografía de París, en su Tomo X, editado y publicado en Madrid en el año 1828, Villavieja es una ...

Villa Secular de España, provincia de Salamanca, exenta de jurisdicción de partido, obispado de Ciudad Rodrigo. Alcalde ordinario, 280 vecinos, 999 habitantes, 1 parroquia, 1 pósito; situada a 6 leguas al Norte de esta última ciudad, y 5 de Portugal, entre el río Águeda y Yeltes. Produce trigo, centeno y garrobas. Industrias: fábricas de curtidos, algunos telares de lana y zapaterías. (Véase Retortillo) Confina con los pueblos de Bañobárez, Bermellar, Olmedo, Cerralbo y Bogajo. Contribución: 9120 reales y 26 maravedises. Derechos enajenados: 1.604 reales y 14 maravedies.


Obsérvese que lo "de Yeltes" es algo moderno. Antiguamente era Villavieja a secas. Como veréis el informante del señor Miñano evidentemente no era de esta zona y probablemente no vivía por aquí: lo digo por los límites tan inexactos que da para Villavieja. También cabe la posibilidad de que nos adjudicasen los límites de otro pueblo..., ¡por error!

Villares de Yeltes según Miñano

Según el DICCIONARIO GEOGRÁFICO ESTADÍSTICO DE ESPAÑA Y PORTUGAL dedicado al Rey Nuestro Señor por el doctor Don Sebastián de Miñano, Individuo de la Real Academia de la Historia, y de la Sociedad de Geografía de París, en su Tomo IX, editado y publicado en Madrid en el año 1828, Villares de Yestes es un ...


Lugar Secular de España, provincia y obispado de Salamanca, exento de jurisdicción de partido. Alcalde pedáneo, 55 vecinos, 270 habitantes, 1 parroquia, 1 ermita. pertenece al condado de Ledesma. Situado en un alto despejado y llano, con monte, cuyos descensos por la parte del Sur corren al río de su nombre, y por el Este al Huebra. Produce frutos cereales, pastos, leña y bellota. Dista 7 leguas de Ciudad Rodrigo, 8 de Ledesma, entre el Suroeste de esta villa y del expresado río, y al Este de Ituero. Contribución 1.360 reales 15 maravedíes.

7 de enero de 2010

Ernesto Sánchez y Sánchez Villares


Imagen del Dr. Sánchez Villares (1960), tomada de Flick
(http://www.flickr.com/photos/sccalp/sets/72157619616931103/)

Traemos hoy a colación, a este ilustre villaviejense. Fue un famoso médico pediatra, que al decir de los expertos fue un auténtico renovador de esta rama de la medicina en España. Nació en Villavieja de Yeltes el 17 de Junio de 1922. Su padre era uno de los entonces médicos titulares de nuestro pueblo, que al cabo de unos años fijaría su residencia definitiva en Ciudad Rodrigo. Falleció en Valladolid en 1995.
En su honor, la Sociedad de Pediatría de Asturias, Castilla y León y Cantabria, fundó, pocos años después de su fallecimiento, la denominada "Fundación Ernesto Sánchez Villares" (ESV) en la Asamblea General de Socios del 18 de octubre de 1997 celebrada en Santander, cuyos objetivos iniciales, recogidos en sus estatutos, son los de fomentar la realización de cursos de Formación Continuada en Pediatría, crear cursos de excelencia en Pediatría y convocar becas o ayudas a la investigación clínica y epidemiológica dentro del ámbito de nuestra sociedad.

Reproducimos a continuación las notas necrológicas que sobre su muerte publicaron en su día los rotativos "El Mundo" y "La Gaceta Regional".



Ernesto Sánchez Villares, el renovador de la Pediatría española, falleció ayer

El doctor Ernesto Sánchez-Villares, considerado el primer renovador de la Pediatría en España y Premio Castilla y León de Investigación Científica en 1986, falleció ayer en la capital vallisoletana a los 72 años. Diversas personalidades de la política, la cultura y la medicina acompañarán hoy a la familia del fallecido en su funeral, que se celebrará a la una de la tarde en la Iglesia de San Miguel. Al conocer la noticia del fallecimiento, el consejero de Cultura de la Junta, Emilio Zapatero, declaró que «me produce un gran sentimiento, porque era el mejor consejero del consejero de Cultura».

Ernesto Sánchez Villares nació en la localidad salmantina de Villavieja de Yeltes, el 17 de junio de 1922. Casado y con siete hijos, de los que cuatro son también médicos, era Licenciado en Medicina por la Universidad de Salamanca, en la que consiguió, en 1945, un premio extraordinario. Entre los años 1947 y 1964, ocupó el puesto de adjunto a la cátedra de Pediatría de la Universidad salmantina. En el transcurso de esta etapa, concretamente en 1951, consiguió el doctorado por la Universidad de Madrid. En el año 64, logró la cátedra y un año más tarde, pasó a desempeñar la docencia en la Universidad de Valladolid. En este centro fue decano de la Facultad de Medicina los años 1975 y 1976.

Ernesto Sánchez Villares está considerado por los expertos como el principal renovador de la Pediatría en España, ya que, a lo largo de su carrera, defendió una atención individualizada en esta rama de la Medicina. Su labor se desarrolló en muy diversas instituciones. Así, fue presidente de la Asociación Española de Pediatría, además de miembro de las de Colombia, Uruguay, Chile, México e Italia. Era, asimismo, miembro numerario de la Real Academia de Medicina y Cinigía de Valladolid. A lo largo de su carrera, colaboró con los insignes profesores Arce Alonso y Wiskot, en Munich y fundó las Escuelas Profesionales de Pediatría de Salamanca y Valladolid.

Entre 1979 y 1980 dirigió el Centro Materno Infantil 1º de Octubre de Madrid y era consejero nacional y presidente de UNICEF en Castilla y León. Ernesto Sánchez Villares recibió numerosos galardones por su trabajo. Entre otros, poseía la Medalla de la Universidad de Valladolid, la del Colegio de Médicos de la provincia, la Medalla de Oro de Salamanca y la Orden Civil de Sanidad.

Su trabajo se vió reflejado en gran cantidad de publicaciones, como la «Pediatría básica», editada en 1980, o su labor como parte del equipo que, dirigido por Laín Entralgo, elabora la «Historia Universal de la Medicina».

(El Mundo, 17-5-1995]




Los restos mortales del doctor Ernesto Sánchez Villares recibirán esta tarde sepultura

Los restos mortales del doctor Ernesto Sánchez Villares, natural de Villavieja de Yeltes, aunque muy vinculado a Ciudad Rodrigo, recibirán a las 430 de esta tarde sepultura en el cementerio de Miróbriga.
El pediatra, que ayer falleció en su domicilio de Valladolid, era una persona muy querida entre los mirobrigenses. Graduado en Medicina, con premio extraordinario en la licenciatura en la Facultad de Salamanca, se doctoró por la Universidad de Madrid. Su labor asistencia1 la desarrolló en los hospitales clínicos de Salamanca y Valladolid, Casa Salud de Valdecilla, Jardín de la Infancia de Santander, así como en el 1º de octubre de Madrid. Desde 1949 trabajaba en la medicina privada.

Autor y colaborador de diversos tratados, manuales y monografías y de más de 300 trabajos publicados en diversas revistas nacionales y extranjeras, fue el pregonero en las fiestas de Villavieja de Yeltes de 1993. En aquella inteivención pública, Sánchez Villares habló de su infancia, de sus primeros recuerdos en la localidad y de su orgullo de haber nacido en su casa. En su pregón recordó a su Familia - especialmente a su padre-, así como a personajes de su época y de la localidad como José Vicente, Santos Galache, Miguel del Corral, los Orive, María Tomasa, Manolo el chófer y a Los Dionisios.

(La Gaceta de Salamanca, 17-5-1995)

6 de enero de 2010

Visión noctuna de "El Cruce"


Imagen nocturna del cruce de la carretera de Villavieja a Bogajo con la de Yecla a Retortillo. El trazo luminoso rojo se debe al paso de un vehículo durante la toma de la fotografía (exposición de unos 14 segundos). Imagen tomada mientras se esperaba la llegada de los Reyes Magos, el día 5 de Enero de 2010.

2 de enero de 2010

Pontonera en el río Yeltes


Pontones en el camino de Villavieja de Yeltes a Pedro Álvaro en su intersección con el Río Yeltes. Imagen del día 2 de Enero de 2010.

Presa del Pisón y Puente de Hierro


Imagen de la Presa del Pisón en el Río Yeltes. Al fondo podemos ver el puente de hierro (estuli Eiffel). Foyografía del día 2 de Enero de 2010