31 de mayo de 2010

Arveja silvestre

Una pequeña grieta enntre el asfalto de la calzada y el hormigón de la acera es más que suficiente para que algunas plantas puedan sobrevivir. Vean este magnífico ejemplar de arveja silvestre -Vicia cracca- en la carretera de Villares dentro del casco urbano de Villavieja de Yeltes.

30 de mayo de 2010

Autovía florida

Este precioso aspecto que véis en la foto, presenta en la actualidad la autovía de Castilla (A-62) en las cercanías de Sancti Spiritus. Las "escobas rubiales" están en plena floración con su color amarillo oro típico. La foto está tomada el pasado viernes, 28 de mayo de 2010, desde la N-620 que discurre paralela a dicha autovía. La calidad no es muy buena, ya que está tomada "en marcha" y tras un parabrisas no muy limpio.

Episodios de la Guerra con Portugal (1640-1668)

Desde 1580, año en el que las cortes de Tomar proclamaron al monarca español Felipe II como rey de Portugal, los dos países vivieron unidos y bajo una misma corona hasta 1640. El 1 de diciembre de dicho año, los portugueses se rebelaron contra la dominación española y proclamaron rey al duque de Braganza (ver imagen) dando comienzo entonces una larga contienda que los portugueses denominan "Guerra da Restauraçao" y que se prolongó durante casi veintiocho años hasta que se firmó la paz el 13 de febrero de 1668.

La mayor parte de las acciones bélicas de envergadura de esta guerra se desarrollaron en la zona fronteriza entre ambas naciones, particularmente Extremadura y Alemtejo por un lado y la provincia de Salamanca y Beira y Tras os Montes por otra. También en la fontera con Galicia.

Entre las características peculiares de esta guerra destacan sin lugar a dudas las incursiones o entradas en territorio enemigo por parte de ambos contendientes. El objetivo principal consistía generalmente en el saqueo de ganado y bienes de las poblaciones fronterizas, pero también se efectuaban como operaciones de desgaste y tanteo de las fuerzas enemigas así como ejercicios de entrenamiento de las propias fuerzas militares. El primero de los objetivos resultó nefasto para las poblaciones de ambos lados de la frontera. Fueron veintiocho años de saqueos indiscrimanados y destrucciones generalizadas y que afectaron enormemente al desarrollo económico de toda la zona. El saqueo perpetrado por un ejército era replicado por una incursión del ejército contrario que se comportaba de igual manera o peor. Los portugueses saquearon y destruyeron extensas zonas del oeste de la provincia salmantina, llegando en su incursión más profunda hasta Villavieja, que saquearon en un par de ocasiones. La primera de ellas ocurrió en 1650. En el archivo municipal, según escribe don Dionisio García Alonso en su "Geografía Médica", debió de existir un manuscrito fechado en 1669 en el que el pueblo de Villavieja le pedía al rey "rebaja de tributos por lo mucho que tuvieron que sufrir los años precedentes, alojando a los ejércitos que hacían las guerras con Portugal los cuales se llevaron por dos veces todos los ganados mayores y menores e incendiaron de una vez 173 casas". Es decir, practicamente todas. Los vecinos se salvaron unos al refugiarse en la Iglesia y otros por estar en la Peña de Francia (la incursión se efectuó precisamente el día 8 de Septiembre, festividad de Nuestra Señora de la Peña de Francia). Prácticamente todos los pueblos y aldeas del oeste salmantino comprendidos en una franja de unos 50 kilómetros de ancho a partir de la frontera sufrieron en mayor o menos grado este tipo de incursiones.

Claro que el ejército español tampoco le fue a la zaga. A una incursión replicaban con otra. Y si los portugueses saqueaban y quemaban, los españoles también. Vermiosa, Mata de Lobos, Algodres, Almofala, Escalhao, ... son algunas de las poblaciones que sufrieron las consecuencias de estas acciones bélicas.

Este tipo de ataques por ambos bandos ocasionaban generalmente en la mayor parte de los casos sólo daños materiales: robo de ganados y destrucción e incendios de casas y cosechas, ya que la población ponía tierra por medio al menor indicio de aproximación de las tropas enemigas. A tal fín, se construían atalayas y puntos de observación que vigilaban las zonas sensibles por donde podían venir los ataques del enemigo. Villavieja tenía uno que posiblemente estuviese en el punto más alto de nuestro término municipal, es decir, en La Brezosa. En este mismo blog podéis ver una carta que el rey Felipe IV envía al marqués Távara en la que se dice textualmente: "La villa de Villavieja refiere está en la raya de Portugal, que para su defensa ha hecho una atalaya a su costa donde están seis hombres de posta, dos de la villa y los demás de cuatro lugares convecinos..."  También se producían lógicamente algunas víctimas ente la población civil, aunque no era frecuente este hecho. Ero lo que hoy día se ha dado en llamar eufemísticamente "daños colaterales". Se originaban sobre todo en ataques por sorpresa y que no eran detectados por los puntos de observación.

Transcrbimos a continuación un relato  de como las fuerzas españolas intentan contrarrestar una incursión portuguesa en la zona del Abadengo:

Habiendo el señor Duque de Osuna tenido noticia cierta, que Don Sancho Manuel, a quien el intruso de Portugal ha dado título de Conde de Villamor, y nombrándole Capitan General y Gobernador de la Provincia de Penamacor (que es frontera del partido de Alcántara) y de la de Beira (que confina con Castilla por la parte de Ciudad Rodrigo) y de la de Traslosmontes (que por la parte del Norte tiene sus límites con el Reino de Galicia) había formado grueso de 260 caballos y hasta 240 infantes en la villa de Almeida, que es la plaza de armas que los rebeldes tienen en la provincia de Beira.

Habiendo pues Don Sancho Manuel remitido el trozo de ejército que se ha referido, a los lugares del Abadengo de Ciudad Rodrigo, y recogido en aquel territorio más de quinientas vacas, y tres mil cabezas de ganado menor, que pretendían los Rebeldes introducir en Portugal por la parte de Ciudad Rodrigo: parece que el señor Duque de Osuna, con la puntualidad que negocio de tanta importancia requería, envió al Comisario General de la Caballería Don Diego de Ledesma, con los caballos que se hallaban en Ciudad Rodrigo (que hacían número de 200) y al Sargento Mayor Colmenero con dos Tercios de Infantería, con orden de que ambos se emboscasen por la parte del Abadengo, y que procurasen en todo caso recuperar el ganado que se llevaban, y castigarlos de modo que de aquí en adelante no se atrevan a hacer entradas en Castilla con la seguridad que en otras ocasiones. Sucedió pues, que el martes, 7 de Noviembre se halló nuestra gente emboscada entre las villas de Hinojosa y Lumbrales, a tiempo que los rebeldes venían marchando de retirada por aquel paraje; y saliendo a ellos de improviso el dicho Don Diego de Ledesma con la Caballería, dispuesta en forma de batalla, desbarató a los enemigos haciéndoles desamparar la Campaña y la presa que llevaban y a de esto los degolló, e hizo prisioneros los infantes y caballeros que se siguen.

De cinco Compañías, que venían del partido de Almeida, de los Capitanes Pablo Horme, Antonio Velloso y Pedro de Figueredo, y de los Tenientes Manuel de Sá, Y Francisco Fernández Begiga, quedaron prisioneros 77 infantes y 121 caballos.

De dos Compañías de la plaza de Alfayates de los Capitanes Antonio Ferron y Andrés de Tavares, quedaron 35 soldados y 64 caballos. De la Compañía de la plaza de Penamacor, del Capitán Antonio Méndez de Abreu, quedaron 26 infantes y 35 caballos. De modo, que de 530 infantes y caballos que llevaba el enemigo, se dejó prisioneros los 138 infantes y 220 caballos, y en la campaña 47 muertos, que se sepultaron en los dichos lugares de Lumbrales y la Hinojosa, y los demás se escaparon huyendo por las márgenes del río.

Gazeta nueva de los sucesos militares ...
Con licencia impreso en Madrid por Julian de Paredes,
Impresor de libros, en la plazuela del Ángel, año de 1663.

A continuación ponemos otro relato similar. En este caso se trata de una incursión española en tierras portuguesas y la posterior retirada de las tropas hispanas ante el ataque del grueso de las fuerzas lusas.

Gazeta nueva de los sucesos militares que han sucedido en elm Reino de portugal por la parte de Ciudad Rodrigo y Reino de Galicia este año de 1662.

Escriben de Ciudad Rodrigo, que deseando divertir al enemigo de suerte, que no juntase mayores fuerzas, para oponerse al Señor Don Juán, salió el Duque de Osuna con la gente de su cargo [que constaba de cinco mil Infantes, de los Tercios de la gente de Ciudad Rodrigo, y de la que se ha conducido de la Puebla de Sanabria , Ledesma, tierra de Campos, Avila, Valladoiid, y Cañizares, sin otros 8oo hombres, que le están esperando de la Ciudad de León, y su Reynado. La Caballeria constará de pocos menos 8oo caballos, todos de muy buena calidad] a campaña a ocho de Julio , y se alojó cerca de Gallegos, donde se detuvo un dia con aviso de que le vendría el enemigo a buscar. No fue así, y pasó a la vista de Almeida a quemar a Malpartida, y todos los granos del contorno que estaban los mas en las eras. Pasó a Vertenosa (¿Vermiosa?), que tiene doscientos vecinos,y un Fuerte de cuatro baluartes, con una torre en medio, ceñido de estacada. Habíale desamparado la guarnición, saquearonle, y el lugar, los soldados desmandados y y demoliose el Fuerte. Martes pasó el Ejército a Almofada (Almofala) de ciento y cinquenta vecinos, que tenia otro Fuerte de la misma calidad; dejole tambien la guarnición necesaria, y mandose allanar. Prosiguiose la marcha a Mata de Lobos (que tiene otro fuerte mejor que los precedentes) quemóse el lugar, dejando el Fuerte en pie por si conviniese conservarle. Siendo increíble el grano que se halló destruido en el contorno de estos cuatro lugares. A once pasó el Ejército a Escallon entre los rios Duero, Águeda y Coa, que tieñe cuatrocientos vecinos y un buen fuerte de cuatro baluartes que hallaron también desamparado, y se empezó a fortificar por la importancia de conservar este puesto, así como por ser en lo más fértil de Portugal como por incomodar a Almeida y Castel-Rodrigo, quitándoles esta campaña que los sustenta, y cubrir el Abadengo, que enteramente tenían descubierto, y recibía gravísimos daños de estos lugares. Continuose la fortificación terraplenando los baluartes, y las cortinas con quince pies de grueso, una estrada encubierta, con estacada de muy buena calidad. Hay dentro de ella dos pozos, y otro en la Iglesia, que también es fuerte. Derrobose la parte del lugar que podía ofender al fuerte y púsose en él artillería, municiones y víveres y trescientos infantes, los ciento muy pláticos de la tierra, con seis capitanes y cincuenta caballos, y a don Francisco Mejía, Sargento Mayor del Tercio de don Diego de Sorroza, por Gobernador y continuáronse las quemas de todos los granos de Almendra, Algobres y Villar de Amargo en la Campaña, y en las eras, quedando de forma todas aquellas leguas de fertilísima campaña en que se solían coger trescientas mil fanegas de granos, que no se podrá sembrar una, ni apacentar sus ganados en las dehesas.
Púsose don Sancho Manuel con seis mil infantes y ochocientos caballos a menos de legua de nosotros, y por la retirada del Ejército de Extremadura se le agregaron las tropas de Infantería y Caballería de Peñamacor y Almeida, con [lo] que junto toda la gente que están a su cargo, que suele llegar a nueve mil infantes, y mil y quinientos caballos entre pagados y auxiliares.
Marcharon los nuestros la vuelta de Saelices tres horas antes de amanecer y como el enemigo se hallara tan vecino conoció con el día la falta de nuestras tiendas y nos siguió sin perder nuestra retaguardia deseando alcanzarnos antes que ocupásemos el río de Aguada [Águeda], en el vado de San Martín, y llegó antes de haber pasado toda nuestra artillería y bagajes, por el mal terreno que habíamos traido; y aunque se procuró mejorarle todo el tiempo que se detuvieron los nuestros xxxxx, le entretuvimos con una caliente escaramuza, hasta que se pasó todo, y estando de esta otra parte se ocuparon los puestos más convenientes para estorbarle el pasaje si lo intentaba, como lo hizo, fiado en sus fuerzas, y perseveró en ello catorce horas continuas, sin dejar de pelear un instante, habiendolo intentado con todo su grueso cinco veces, el ocupar puesto, y rechazádosele otras tantas, con pérdida de gente, que le obligó a retirarse.
Aún no se saben las personas particulares que murieron, mas que de un sobrino del general Juan de Melo, y de un particular que se había pasado al enemigo y hacían gran estimación de él por lo que molestaba nuestras fronteras.
Y queriendo el Duque volver a pasar el río siguiendo el alcance, procediendo con el valor que siempre, no se lo permitieron los Cabos principales, por ser ya de noche.