23 de septiembre de 2011

Imprudencias taurinas...

Resultan a veces sorprendentes los riesgos que asumen algunos aficionados a los toros en los encierros y capeas populares. Hace más de cien años esas imprudencias solían tener a veces funestas consecuencias, dado los pocos medios sanitarios con que contaban los profesionales de la medicina en el mundo rural. Una herida que hoy puede ser atendida satisfactoriamente en el propio lugar o en un complejo hospitalario, en aquella época podía convertirse en mortal de necesidad. Veamos lo que ocurrió en 1888 en La Fuente de San Esteban. Lo contaba el diario "El Fomento" el 5 de junio de 1888:

Hace tres o cuatro días que tuvo lugar la fiesta anual del pueblo de Fuente de San Esteban, con cuyo motivo se corrió en aquel pueblo una novillada. Antes de comenzar ésta y cuando se encerraban los toros, un hombre quiso coger cerdas de la cola de aquellos, pero al verificarlo uno de los bichos le embistió dejándole en tan gravísimo estado que según nos manifiestan murió al siguiente dia.

No obstante, preceder tan desagradable ocurrencia a la corrida, esta se celebró lidiándose los bravos toros del pais por aficionados de esta localidad.

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