21 de mayo de 2012

La huelga de canteros de 1912


La lucha de los obreros por conseguir las ocho horas de trabajo viene desde los primeros Congresos de la Internacional Socialista. Pero una cosa son los deseos y otra cosa son los hechos. Hace cien años, la jornada de trabajo habitual en Salamanca era de nueve horas y media. En el verano de 1911, hubo ya una primera huelga llevada a cabo por los canteros en reivindicación de la jornada de nueve horas. Se terminó la huelga con la promesa de aceptar dicha jornada el primero de abril. Pero llegó este día y las cosas se encontraban en el mismo punto. Así que, los obreros del sector de la construcción fueron a la huelga los primeros del mes de Abril. Tres días fueron suficientes. La mediación del Gobernador Civil y el alcalde de Salamanca propiciaron el acuerdo. Veamos como lo contaba el periódico "El Adelanto" en esos días de conflicto:

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Esta mañana, á las seis y media, se ha declarado la huelga de los cinco oficios correspondientes al ramo de construcción. Las pretensiones de los obreros consisten en la disminución de media hora de trabajo.

Desde hace varios días, y de ello teníamos nosotros conocimiento, se venían celebrando reuniones de patronos y obreros, en las cuales también había intervenido para escuchar a ambas partes el gobernador civil señor García Alonso, y no se habían llegado a un acuerdo.

En breve daremos a este asunto y con toda imparcialidad, la publicidad que merece. Los obreros huelguistas son unos setecientos.

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Ha surgido en Salamanca un grave conflicto obrero que, desde hace ya algún tiempo, veníase profetizando en todos los centros de reunión. Nosotros conocíamos, al detalle, la marcha de las gestiones que se hacían para evitarlo, y también conocíamos la decisión irreductible de los obreros de ir á la huelga y la negativa absoluta de los patronos de conceder las mejoras que aquéllos solicitaban, tal y como las pedían, sino con algunas modificaciones. Sabíamos también de la intervención de las autoridades, especial mente del señor gobernador, para evitar la huelga. A pesar de esto, nada quisimos decir para no provocar suspicacias y para que no se dijera que á tal ó cual clase nos inclinábamos, ni tampoco para que nuestros escritos se creyeran hechos para ir al conflicto.

Una vez que la huelga ha surgido en caracteres considerables, y que este es asunto que interesa á todos, vamos á dar detallada cuenta de aquélla, no poniendo en la relación nada nuestro, sino lo que de labios de obreros y patronos hemos oído en interviús que acabamos de celebrar. Las partes contendientes son, pues, las que hablan.

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Muy de mañana, El Diablillo del Tormes fue ayer á la Federación obrera. Al entrar en el amplio salón de la calle del Arco de la Lapa, fue recibido muy cortésmente por los compañeros Noreña, Barbero y otros varios que, formando grupo, comentaban la huelga que acababa de ser declarada. En el salón, sentados á las mesas de sus secciones correspondientes, había otros muchos obreros manejando papeles y libros y notas, y haciendo balances de los fondos que en cada caja de resistencia había. Arriba, en la plataforma, otro grupo de obreros, se entregaban a las mismas operaciones. En la casa de los obreros entraba, por los elevados ventanales, la luz tibia de la mañana.

- Buenos días, señores.

- Buenos días tenga usted.

- ¿Habrán nombrado ustedes comisión de huelga?

- Sí, señor,

- Bien; ¿me dicen quién es el presidente de esa comisión?

- Sí, señor: Domingo Barba.

- ¿Se le puede ver?

- Ahora mismo.

Y á poco, Domingo Barba y yo, un joven obrero muy simpático y muy despierto, nos saludábamos.

- Quiero hablar un rato con usted- le dije.

- Todo el que quiera- me respondió sonriente.

- Será el menos posible. Deseo que me cuente usted el origen, desarrollo y planteamiento de la huelga

- Con mucho gusto.

Y nos sentamos á la mesa presidencial. A poco, Barba y yo, nos vimos rodeados de todos los obreros que había en el salón.

- ¿De modo que la huelga ha tomado esta mañana un carácter definitivo?;

- Sí, señor, tan definitivo, que ya hemos cumplido, para ir á ella, con todos los requisitos legales que se nos exigen. Hemos nombrado una comisión de huelga compuesta por los cinco presidentes de las sociedades huelguistas.

- ¿Que son?

- La de canteros, carpinteros, albañiles y pintores, representadas por Manuel Álvarez, Faustino García, Antonio Moreno, Francisco Rodríguez y yo.

- ¿Cómo ha surgido la huelga?

- Todo este problema es bien sencillo. Nosotros, para evitarla, hemos apurado todos los medios. Nuestros trabajos, nuestra actitud, está bien reflejada en la hoja que días pasados hemos dirigido al pueblo.

- ¿ . . . ?

- La norma de conducta que siempre ha venido observando esta Federación obrera, ha sido siempre la de justificar su característica corrección en todos sus actos, ante la opinión pública. En el mes de Agosto, del año anterior (y ya entro en el origen de la huelga), la sociedad de canteros reclamó de la clase patronal media hora de rebaja en su jornada de trabajo. Esta petición pareció excesiva a los patronos. Entonces surgió la primera huelga

- ¿Sólo de canteros?,

- Sí, señor; sólo de obreros en piedra. El señor gobernador, ante el conflicto, citó á su despacho á los representantes de ambas partes con objeto de ver si era factible dar una solución rápida y armónica al conflicto. Se celebró la reunión, hubo en ella largo debate, y los patronos que asistieron manifestaron que no estaban autorizados para hacer concesión alguna. Puedo asegurar á usted que esta afirmación no sólo causó asombro en nosotros, sino que también lo produjo en el gobernador.

- ¿Qué se hizo después?

- Celebráronse nuevas reuniones sin resultado alguno, tanto las celebradas con el gobernador como con el alcalde. Por fin, en una que presidieron ambos señores, con asistencia de dos vocales de la Junta de Reformas Sociales (uno por los patronos y otros por los obreros), y bastantes patronos se tomó un acuerdo que solucionó aquel primer conflicto.

- ¿Qué acuerdo fue?

- El siguiente: "Que reanudaran el trabajo los huelguistas ante la promesa solemne de que se harían unas bases por las cuales se mejorarían las diferentes secciones del ramo de construcción, cuyas bases habrían de ser discutidas y sometidas á un tribunal compuesto de igual número de patronos y de obreros, dos vocales de la Junta local de Reformas Sociales (uno por cada clase) y dos señores arquitectos, todo bajo la presidencia del alcalde, comprometiéndose las dos partes, obreros y patronos, á aceptar la resolución que citado tribunal dictara.

- ¿Qué ocurrió después?

- Pues que ante esta promesa, se volvió al trabajo al día siguiente, dando pruebas nosotros de corrección.

- ¿Qué hizo ese tribunal?

- Ese tribunal no llegó á funcionar. Después de muchas citaciones, no se reunió por falta de asistencia de los patronos, hasta el corriente mes de Marzo.

- Luego el tribunal funcionó.

- Sí, en Marzo.

- ¿Y qué acordó?

- Dar por terminado su cometido ante la manifestación de intransigencia de los patronos, quienes faltando á sus palabras y compromisos, dijeron que nada tenían que discutir. Por consiguiente, y ante esta actitud, ambas partes quedaron libres de compromisos.

- ¿Qué más me dice usted?

- Pues que cuando nosotros pedimos la rebaja de la media hora de trabajo, los patronos nos hicieron la promesa formal de concederla desde 1.° de Abril, y ahora, al aproximarse la fecha, hemos reproducido nuestra petición, no sólo los canteros, sino los demás obreros del ramo de construcción, tales como albañiles, carpinteros y pintores. A estas horas no hemos tenido todavía contestación. Por eso, esta mañana, al presentarnos en las obras y talleres, lo primero que preguntamos fue si se nos concedía la rebaja solicitada. Y como nos dijeran los encargados que no tenían orden tal y que esperáramos á nuevas órdenes, nosotros, llegada la fecha (1º de Abril), convenida, nos retiramos y provocamos la huelga.

- ¿Me dice algo más?

- Sí; que nuestra conducta durante el desarrollo del conflicto, ha estado inspirada en la mayor corrección y dispuestos estábamos á transigir y á aceptar la solución de concordia que el tribunal hubiera dictado, evitando así consecuencias lamentables y luchas que nos disgusten.

- ¿De modo que ustedes enviaron de nuevo á los patronos la petición de la rebaja de esa media hora?

- Sí, señor, el pasado día 30.

- ¿No han contestado?

- Oficialmente, no señor.

- ¿Pues no dicen que les pagan á ustedes esa media hora, pero que no se la rebajan?

- Sí, señor. Pero nosotros no queremos.

- ¿Por qué?

- Porque no nos conviene. Eso es una concesión nada más que temporal. Aparte que lo que nosotros queremos ahora, no es un real más de trabajo, sino media hora más de descanso.

- ¿Cuántos obreros hay en huelga?;

- Más de 600.

Y dimos por terminada nuestra entrevista.

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Abandoné la Federación obrera y fui al Gobierno civil con objeto de hablar acerca del conflicto con el señor gobernador. El viaje fue en balde. El gobernador había salido. Entonces me dediqué á la busca y captura de un patrono: de don Eusebio Cea, que es presidente de la sociedad de patronos. Después de tres ó cuatro visitas á su casa, donde no le hallé en ninguna, pude verle en la calle, y nos citamos para las siete de la tarde en el Círculo Mercantil. A las siete terminaba la sesión de Ayuntamiento, y comenzaba la Junta de Reformas Sociales.

El Diablillo, que a pesar de ser azufrado (¡ja! ¡ja!) personaje, no ha llegado á tener el don de la ubicuidad, no podía dividirse, y eran las ocho, una hora después de la convenida, cuando se entrevistaba con el señor Cea.

—Perdone, le habré hecho esperar... pero no ha podido ser antes.

—No, nada; es lo mismo.

Pasamos á un reservado del Mercantil, y el señor Cea, cortés y amablemente, se dispuso á contestar á todas mis preguntas.

—¿Este conflicto data del surgido en Agosto del pasado año?

—Sí, señor. A l solucionarse aquella huelga se tomó el acuerdo de nombrar dos comisiones, una de obreros y otra de patronos, con dos arquitectos y dos individuos de la Junta local de Reformas Sociales, para dilucidar ó solventar, en definitiva, el asunto.

—¿Qué promesa hicieron ustedes al ser solucionada aquella huelga de Agosto?

—Nosotros no hicimos, ni mucho menos, como se pretende hacer creer, la promesa formal de conceder á los obreros, desde 1.° de Abril, la rebaja de la media hora que pedían. Eso es inexacto. Nosotros lo que prometimos fue hacer un contrato de trabajo que mejorase las condiciones de los trabajadores del ramo de construcción.

—¿Se hizo ese contrato de trabajo?

—Se redactaron las bases, y este es el origen verdadero de este conflicto de hoy. Al celebrar el tribunal nombrado la primera reunión, que si no recuerdo mal fue á primeros de Enero pasado, pedimos á los obreros que hicieran sus bases para este contrato prometido, con el objeto de hacer nosotros las nuestras.

—¿Dieron los obreros sus bases?

—Sí, señor, y nosotros las nuestras, como contestación á las suyas.

—¿Cuáles son las de los obreros?

- Pues las siguientes: Primera, jornada de nueve horas de trabajo como máximum. Segunda, que no se puede trabajar horas extraordinarios siempre que haya obreros parados. Tercera, las fiestas legales serán los domingos, 1.° de Enero, 1.° de Mayo y 25 de Diciembre. Cuarta, el salario de los obreros peones será, como mínimum, de 2,50 pesetas. Quinta, cuando haya que trabajar fuera del término municipal, se abonará a cada obrero para manutención, como mínimum, 1,75 pesetas sobre el jornal. Y sexta, se hará un contrato de trabajo entre los patronos y los obreros, que empezará a regir el 15 de Febrero de 1912. Este contrato se podrá modificar total ó parcialmente, a petición de cualquiera de las dos partes, previo aviso al presidente de la Junta local de Reformas Sociales, con quince días de antelación.

- ¿Ustedes, los patronos, contestaron a estas bases?

—Sí, señor, con estas otras: A la primera, continuar, según costumbre, con las mismas horas de trabajo, ó sean las nueve horas y media. A la segunda, aceptada, siempre que los obreros que estén parados, sean aptos para desempeñar el trabajo. A la tercera, los patronos no pueden hacerse responsables de esta cláusula, por ser los dueños de las fincas los que nos las impondrán. A la cuarta, está aceptada en lo referente a obreros peones y no auxiliares menores. Quinta, esta será convencional entre las partes. Sexta, conforme al contrato de trabajo, regulando éste por horas y fijando el jornal que estos obreros, en general, han de percibir, por dos comisiones clasificadoras de patronos y obreros. Séptima, libertad completa para trabajar obreros asociados y no asociados. Octava, puede accederse a modificar, durante los meses de Abril a Septiembre, ambos inclusive, el que para el almuerzo sea de una hora, siendo la salida, por la la tarde, á las seis y media.

—¿Cuándo enviaron ustedes estas bases?

—El 18 de Enero del año corriente.

—¿Qué ocurrió?

—¿Que los obreros no aceptaron. Nosotros no queremos transigir en la rebaja de esa media hora de trabajo. En la base sexta, bien claro lo decimos. Queremos que la trabajen y se les pagará con relación a lo que cada uno gane. Después hubo varias reuniones; en ninguna se llegó a un acuerdo, y la petición que en Agosto hacían sólo los canteros, la hacen ahora todos los demás obreros del ramo de construcción

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El señor gobernador me dijo, entre otras cosas, que era lamentable que en siete meses que los patronos han tenido por delante para dar al conflicto una definitiva y satisfactoria solución, no lo hubieran hecho así. Y es que -siguió diciéndome- en la sociedad de patronos no hay la armonía y la unanimidad de pareceres que debiera haber. Así resulta que dan más importancia á las cosillas de su seno, á los celos y recelos, á las competencias, en fin, entre unos patronos y otros, que á la lucha que sostienen con el obrero. Los patronos me han indicado que acceden á pagar á los obreros la media hora de trabajo que ahora piden éstos de disminución, y, en cambio, los obreros no quieren transigir, por entender que esto es temporal, que no es eso lo que desean, sino trabajar media hora menos por ser excesivas las que trabajan. El patrono -terminó diciéndome el señor García Alonso- es un simple intermediario, que tiene ahora hechos sus presupuestos de obra con arreglo á las nueve horas y media de trabajo. Yo creo, y así lo digo, y lo repito, que es de lamentar que, habiendo tenido los patronos siete meses de plazo para hacer sus presupuestos con arreglo á nueve horas, no los hayan hecbo y no hayan evitado, con ello, el actual conflicto. Yo espero á que se celebre la Junta de Reformas Sociales.

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La solución a la que se llegó fue que

... desde mañana (4 de abril) al 30 de Septiembre, la jornada de trabajo será de nueve horas y media, pagada esta media hora con relación a los jornales de cada cual. Desde el 1.° de Octubre, y en lo sucesivo y para siempre, la jornada máxima será de nueve horas....
¡Se tardarían bastantes años más en llegar a las ansiadas ocho horas!

Verdaderamente fue una "huelga modelo" en la que se obviaron por ambas partes todo tipo de violencia y en la que desde el primer momento hubo negociaciones. No ocurriría lo mismo al cabo de unos años, ya en tiempos de la segunda República, tal y como podemos ver en la fotografía con la que ilustramos esta entrada publicada en la semanario "Nuevo Mundo" en 1932.