27 de mayo de 2012

Salmantinos ilustres

El 23 de marzo de 1912, al hilo de un homenaje a don Isidro Pérez Oliva, el diario provincial El Adelanto publicaba una pequeña reseña titulada Salmantinos ilustres, en la se recoge una lista de los más relevantes personajes salmantinos de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Tengo que confesar abiertamente que ninguno de ellos me resultaba familiar hace unos años. A raiz de comenzar a escribir este blog he ido conociendo algo sobre la vida y obras de algunos de ellos. Creo sinceramente que para la inmensa mayoria de salmantinos son unos perfectos desconocidos. Intentaremos en alguna ocasión profundizar en la biografía de estos personajes.

 

Salmantinos ilustres.


Digan lo que quieran los que afirman, a la ligera, que Salamanca no ha producido hombres notables desde el año 1850 al corriente, es lo cierto que tal afirmación es inexacta:

Don Julián Sánchez Ruano, erudito, orador correctísimo, elocuente y mordaz como pocos, escritor solo comparable con los más castizos del siglo de oro de nuestra literatura, es hijo de esta tierra castellana, de Moríñigo. Murió a los treinta y un años, y pasaba en las Cortes constituyentes de 1869 por una de las inteligencias más perspicaces.

Don Alvaro Gil Sanz, jurisconsulto famoso, colaborador con Montero Ríos de importantes leyes, y que ocupó elevados puestos en los tribunales y en la política, fue salmantino.

Don Santiago Diego Madrazo, publicista, catedrático y ministro de Fomento, fue salmantino.

Don Cristóbal Martín de Herrera, ministro de Ultramar y de Gracia y Justicia y vicepresidente del Congreso, nació en Aldeadávila de la Ribera.

Don Eduardo Pérez Pujol, publicista y sabio, vio la luz primera en esta provincia.

Don Tomás Rodríguez Pinilla, político revolucionario, catedrático, escritor con Salmerón de obras de reconocido mérito, elogiado por Castelar y muy querido en esta tierra, fue salmantino.

Don Fermín Hernández Iglesias, que ocupó también puestos preeminentes en la política y que se distinguió en los estudios de beneficencia, fue salmantino.

Don Agustín Bullón de la Torre, diputado a Cortes en cuatro ó cinco legislaturas, amigo que fue, y muy íntimo, de Castelar, Malsonave, Martos, Carvajal y Rivero; hombre luchador, simpático y cariñoso cual pocos, y cual pocos amante de esta tierra, nació en ella.

Don Isidoro García Barrado, diputado y senador, periodista insigne y quizá el más hacendista de cuantos hay en España, y que no llegó a ministro por su modestia, fue natural de Machacón.

Don Eloy Bullón, diputado a Cortes y catedrático de la Universidad Central a los veintisiete años, orador fogoso, escritor cultísimo y que sus talentos le llevarán a los puntos más elevados de la nación, nació en la sierra, a la que quiere como a su segunda madre.

Don Luis Maldonado Ocampo, diputado, senador, subsecretario de la Presidencia, y que escribe cuentos y obras teatrales admirables.

El malogrado Fernando Arjona, su padre el respetable senador vitalicio don Luis y don Clemente de Velasco, de gran valía. Y no hablo de los que sin nacer salmantinos lo son de corazón y hacen mucho por esta tierra, como los señores Palacios y duque de Tamames, entre otros.

Isidro Pérez Oliva, cuyas condiciones y cualidades intrínsecas y exteriores conocemos todos, es salmantino también, y por Salamanca se desvive. Su labor meritísima, de treinta años, sus talentos, y más que nada sus bondades, le han elevado al alto puesto que hoy ocupa. Y como Oliva es algo nuestro y ó, mejor dicho, todo nuestro, sus triunfos son nuestros también, y por eso le festejaremos mañana de todo corazón. Yo iré al banquete, y como no soy amigo de Oliva de ahora, cuando saboree yo la paella, me acordaré de aquellos días en que la santa madre de Isidro nos repartía la merienda en el gran patio de su casa.

E. H. GUTIERREZ.

El Adelanto, 23 de marzo de 1912