19 de junio de 2012

Una gran fábrica de chocolates

De vez en cuando, aparecían en la Prensa provincial de hace cien años, diversas reseñas acerca de la industria salmantina. Traemos hoy a estas páginas la noticia de la inauguración de una fábrica de chocolates: Enrique Prieto. Me resultaba conocido ya que recuerdo de niño haber jugado con "rompecabezas" entregados por esta marca de chocolates.

Así contaba El Adelanto la puesta en marcha de esta fábrica.

Una gran fábrica de chocolates.

Nuestro querido amigo don Enrique Prieto, acaba de inaugurar una gran fábrica para la elaboración de chocolates, que bien merece ser visitada. Es una fábrica, modelo en su género, en la que no falta un detalle y en la que no se sabe qué admirar más; si la exquisitez del chocolate que produce ó la rapidez y exagerada limpieza con que se hace. Ayer, atentamente invitados por el señor Prieto, fuimos a ver la hermosa fábrica instalada en Chamberí (Tejares), y en verdad recibimos con la visita una de las mayores sorpresas; no creíamos que en Salamanca pudiera haber sido instalada una fábrica que no sólo puede competir con las mejores y de más fama de España, sino también del extranjero. Enrique Prieto, con la instalación de su fábrica, que por mucho que de ella digamos sólo conseguiremos hacer una descripción profana e incompleta, ha elevado en alto grado a la industria salmantina, tan digna de mejor suerte. No falta en la fábrica detalle alguno. Al frente de ella figura un gran maestro catalán, don Buenaventura Sendil, quien además de meritísimo mecánico, es un aventajado elaborador de chocolates y muy conocedor de las clases de las primeras materias que se emplean para la producción del género. También trabaja, entre otros obreros, don Antonio López, uno de los primeros oficiales que ha sido de la Compañía Colonial. Después de visitar el gran depósito de aceites de la tienda de coloniales, con sus grandes, enormes vasijas y sus modernos aparatos para efectuar la filtración de tan preciado líquido, vimos la fábrica, instalada en amplios locales. Movida por electricidad toda la maquinaria, presenciamos la elaboración del chocolate, desde que el cacao pasa por la operación del tuesten, limpieza, trituración, etcétera, hasta verle salir ya elaborado en grandes lingotes ó barras, para ser colocado en las cajas, trasladarlo a la cámara frigorífica y empaquetarlo después para la venta. Todas estas operaciones se hacen sin que la mano del operario toque la masa producida. Para cogerla, se sirven de limpias paletas de acero, sobre las que se observa exagerada limpieza. Vimos la sencilla y preciosa maquinaria, compuesta, entre otras, de una máquina de tostar cacao, otra de limpiarlo, el molino que lo tritura y lo convierte en líquido, el mezclador (maquinaria en la que se verifica la operación de la mezcla del cacao y el azúcar); el aparato de afinar, o sea la de convertir el cacao en masa finísima como la harina; la batidora, el compresor, la concha para hacer el chocolate fundente (fino como el bombón); la de hielo y frigorífica y otra porción de maquinitas de detalle que sería prolijo enumerar. Además, una estantería de hierro, cerrada, en cuyo interior están las artesas que contiene el chocolate en bruto, a una temperatura de 60 grados. Hay calefacción a vapor, lo mismo en la maquinaria, que se precisa para que el chocolate no se enfríe durante su elaboración, que en el resto de la fábrica, en el salón de empaquetadoras, éstas con sus mandiles, sus mangos y sus gorritas blancas. Enrique Prieto regala, con sus productos, vistosos albums de vistas de Salamanca, de cuadros dé los grandes pintores, como Velázquez, Rubens, Murillo, Coya, etcétera, y juguetes para los niños. Además, en la envoltura del género, se hace un derroche de gusto y de magnífica presentación. Y con decir que en la fábrica de Enrique Prieto se fabrican no solo las clases de chocolate para tomarlo ya hervido (desde tres reales hasta cuatro pesetas), sino que también se confeccionan vistosas cajas de pastillas de leche, naranja, limón, etc., etc., siendo toda la elaboración exquisita, está dicho todo lo que el repórter puede decir. Felicitamos calurosamente al señor Prieto por su gran instalación, que le honra a él y honra a Salamanca

El Adelanto, 6 de marzo de 1912