El Barón Pierre-Honoré-Anne Maupetit fue el general francés que, al mando de parte de su brigada de caballería, entró en la ciudad de Salamanca el 16 de Enero de 1809. Fue gobernador de la ciudad hasta finales de marzo de dicho año, estableciendo su residencia en el palacio de Garcigrande, actual sede de Caja Duero.
Dibujo de una escena de la Columna de la Victoria, situada en la plaza Vendome en Paris en la que se representa al entonces coronel Maupetit malherido y transportado por sus hombres tras la carga de caballería efectuada en el pueblo de Wertingen el 8 de Octubre de 1805.
Transcribimos a continuación su biografía, que hemos tomado y traducido del libro:
Biographie nouvelle des Contemporains
Tomo XIII, páginas 117-119
Paris, 1824
General de brigada de caballería, comandante de la legión de honor, caballero de la "Corona de Hierro" y caballero de la "Orden Real de Westfalia". Nació el 21 de Noviembre de 1772 en Lyon, donde su familia, originaria de Bretaña, se había trasladado buscando refugio en la época de los disturbios y sublevaciones conocidos como “la Fronde” ocurridos durante la minoría de edad de Luis XIV.
Entró en el servicio de las armas el 10 de marzo de 1791 como subteniente en el noveno regimiento de dragones. Maupetit comenzó su carrera militar con la deplorable guerra de la Vendée (guerra civil entre partidarios de la Revolución y contrarevolucionarios) en la que ya desplegó el brillante coraje y la audacia que le llevaría tan lejos en su carrera. El noveno regimiento de dragones fue empleado en el sitio de Lyon. Maupetit, entonces capitán en dicho cuerpo, se vio dolorosamente forzado a causa de sus deberes militares, de colaborar en el bombardeo de su desgraciada ciudad, donde vivía toda su familia, su padre de 78 años de edad, sus hermanos, sus hermanas y su tía.
Un día vio que una pieza de artillería apuntaba a la casa familiar y cediendo a la voz de la naturaleza se lanzó sobre el cañón, le dio la vuelta y no pudiendo resistir la emoción perdió el conocimiento. Al día siguiente la ciudad fue tomada y Maupetit fue llevado a casa de su padre donde permaneció largo tiempo enfermo. Este asedio le costó una parte de su patrimonio perdiendo también a su tía que murió por la explosión de una bomba en la casa familiar.
Maupetit participó con brillantez en las campañas realizadas por el llamado “ejército de Italia” donde destacó por su bravura de tal forma que recibió la mayor distinción en aquella época en acciones de guerra: su nombre fue proclamado el primero de Vendimiario del año VII (22 septiembre 1798) por el presidente del directorio ejecutivo quien declaró que “Maupetit tenía el gran mérito de la patria”.
Convertido en jefe de escuadrón del noveno regimiento de dragones, mandó el destacamento de este cuerpo que formó parte del ejército de reserva. Maupetit se cubrió de gloria en la batalla de Marengo. A la cabeza de sus escuadrones ejecutó varias cargas contra la vanguardia austriaca y por sus ataques tan intrépidos como bien dirigidos tuvo la fortuna de retrasar, durante tres horas, la entrada del enemigo en la llanura de Marengo, y darle así tiempo al ejército francés de entrar en batalla. En esta acción recibió doce golpes de sable en la cabeza y los hombros y un tiro en la pierna derecha y matándole también su caballo. Uno de los sablazos que recibió fue en la región temporal derecha y le afectó el órgano del oído produciéndole una sordera que le duró toda su vida. El general en jefe Bonaparte, entonces primer cónsul, le nombró coronel del octavo regimiento de dragones en el mismo campo de batalla, pero Maupetit no lo quiso aceptar por no querer abandonar su querido noveno regimiento de dragones, consiguiendo al final con su actitud el mando de éste con el mismo grado.
El 13 de Fructidor del año XI (31 de Agosto de 1803) la campaña de Alemania le ofreció bien pronto a este bravo guerrero nuevas ocasiones de distinguirse.
En el combate de Wertingen, el 16 Vendimiario del año 14 (8 de Octubre 1805), el coronel Maupetit después de grandes cargas logró alcanzar el pueblo y atacó la formación en dos cuadros de la infantería enemiga, recibiendo nueve heridas de bayoneta al penetrar a la cabeza de sus hombres en las filas enemigas. Se le creía muerto. De hecho, el tercer boletín del ejército lo anunciaba en estos términos: "El coronel Maupetit a la cabeza de su noveno de dragones ha cargado contra el pueblo de Wertingen. Herido mortalmente sus últimas palabras han sido: Que el emperador sea informado que el noveno de dragones ha sido digno de su reputación y que ha cargado y vencido al grito de ¡Viva el emperador!"
Cuatro mil prisioneros, cuatro cañones y numerosas banderas fueron el resultado de este gran hecho de armas. Con ayuda de los médicos logró salvar su vida. El Gran Duque de Berg (Joaquín Murat) se acercó a felicitarle. El emperador le nombró general de brigada. No queriendo abandonar su regimiento rogó al principe que aceptase su renuncia. Por toda respuesta el emperador le envió la cruz de la "Legión de Honor". Aún no estaba enteramente curado de sus heridas y apenas podía montar a caballo, cuando se reunió de nuevo con sus tropas. Llegó justo a tiempo de tomar parte en la batalla de Austerlitz, donde también le mataron el caballo.
En el paso de Berg, en la campaña de 1806, el emperador le confió la defensa de un puesto extremadamente importante. Maupetit desplegó allí su acostumbrado valor y el emperador, por segunda vez le nombró General de Brigada en el campo de batalla y le hizo caballero de la "Corona de Hierro". Aceptó por fin el ascenso que además tuvo otra recompensa por parte del emperador ya que le dejó el noveno de dragones bajo sus órdenes hasta el fin de la campaña.
Fue nombrado después gobernador de Lunebourg, abandonando este puesto para ir a Hannover a inspeccionar la formación de las nuevas unidades de caballería, empleo que le venía como anillo al dedo por su larga experiencia y honestidad. Su conducta en Lunebourg le hizo adquirir la estima de todos sus habitantes y cuando abandonó esta ciudad los magistrados le entregaron una carta en la que le agradecían su labor.
El general Maupetit sirvió después en España y se distinguió en la campaña de 1808 y en la de 1809 contra los ingleses. Tomó la ciudad de Zamora, de la cual fue nombrado gobernador y ejerció este cargo con gran celo siendo elegido muy poco tiempo después para desempeñar el mismo puesto en Salamanca, donde supo, por el acierto y la sagacidad de sus medidas restablecer el orden en esta ciudad y hacer regresar a una parte de los habitantes que habían huido de ella.
El clima de España y las fatigas experimentadas en Zamora y Salamanca, destruyeron la salud del general Maupetit y a pesar de su deseo de morir en su puesto, como decía a menudo, su salud se alteró tanto que debió regresar a Francia. El emperador le dio el mando del departamento de Orne. Terminó su gloriosa carrera en Alençon, el 13 de diciembre de 1811, dejando, tras una unión de menos de dos años, una joven viuda.
El general Maupetit fue felicitado por todo el ejército y el emperador dijo, al anunciar su muerte: "Felicito a Maupetit, no solamente como uno de los mejores generales de caballería, sino también como un hombre honesto".
Reseñaremos, para finalizar este elogio, una anécdota que revela su humanidad. La hemos escogido entre otras varias no menos dignas de ser citadas. El general Maupetit a su regreso a Francia, encontró en Alençon 800 prisioneros españoles cogidos por el mismo en Zamora y en Salamanca. Estos desdichados, amontonados en una iglesia, estaban expuestos a todas las necesidades y enfermedades. El general Maupetit hizo una llamada a la generosidad de los habitantes para proporcionarles camas, colchas, sábanas, etc. El mismo contribuyó con una donación de 20 camas completas. La llamada fue atendida por los ciudadanos y los prisioneros recobraron la salud por los cuidados y ayudas del general y de su digna esposa y tras su fallecimiento estos bravos extranjeros acompañaron llorando el convoy de su benefactor.