A pesar de que que no tiene mucha relación con el tema de nuestro blog, no me resisto a mostraros un curioso y satírico dibujo de Paul Hadol titulado "Carte drôlatique d'Europe pour 1870":
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Imagen: Wikimedia Commons |
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Imagen: Wikimedia Commons |
Allá va conduciendo por caminos y senderos la quejumbrosa manada la gentil pavera, que viste el pintoresco traje salmantino. Mucho tiempo y no poco diero ha sido preciso para cebar las aves tristonas, que desde que nacen parece que presagian y lamentan su triste fin. ¿No les cogerá una plaga de viruela? ¿Los venderá todos? ¿Los pagarán bien? En estos pensamientos va sin dada sumida la pavera, que tan bien ha dibujado M. Alcázar, y tras esos pensamientos vienen como consecuencia lógica los proyectos é ilusiones del cuento de la lechera, porque también las paveras tienen sus cuentos.
La romería de TejaresEl artículo se ilustraba con varias imágenes entre las que se encontraba la siguiente acompañada del correspondiente pie de foto.
(CUADRO DE COSTUMBRES SALMANTINAS)
Quien acertara a llegar a Salamanca el 20 de Junio por la tarde, se creería en una ciudad completamente abandonada. Tanta es la soledad que en tal día y a tal hora reina en las calles de la que en otro tiempo fue brillante emporio de la ciencia.
Desde las primeras horas de la mañana del citado día, en que el vecino lugar de Tejares celebra su fiesta mayor, no se ve más que una larga hilera de gente que cruza el antiquísimo puente romano del Tormes y se pierde entre las nubes de polvo que se levantan de la carretera de la Fregeneda. Al llegar la tarde, apenas queda ya persona viviente dentro de los muros de la antigua Salmántica. A caballo algunos, muchos en carruaje y a pie los más, todo el mundo se ha trasladado al lugar de la romería.
Pintoresca en extremo es la gran mezcolanza de tipos y trajes que por doquier se ven. Nada diremos de la elegante dama, por ser su traje el mismo en todas partes; pero merecen especial mención, por su modo de vestir, la linda artesana, la airosa charra y la robusta serrana.
Viste la artesana salamanquina falda de vistosos colores, rico pañolón de Manila sembrado de pájaros y flores de brillantes matices, y mantilla de rocador, bordada de lentejuelas y abalorios; adornan sus orejas largos pendientes de oro, y se confunde con el de su nacarado cuello el brillo de los aljófares de las gargantillas que caen sobre su pecho.
La rica charra, con su bien plegado manteo bordado de oro de ley; su picote, recamado de áureas palmas y de finísimas perlas; su jubón negro de ajustadas mangas, por cuyos extremos asoman los puños, de delicado encaje; su toquilla de blonda, ricamente bordada, que, bajando de los hombros, le rodea la cintura y formando lazo cae en airosos colgantes a lo largo del manteo; su lindo rebocillo ó mantilla terciar que, prendido en la cabeza, le cae suelto sobre los hombros; su blanca media calada y su ajustado zapatito escotado; sus enormes collares de galápago, de oro macizo, mezclados con gargantillas de aljófares y corales; sus valiosos pendientes de estribo y sus anillos de teja, constituye uno de nuestros más pintorescos tipos provinciales, siendo una verdadera lástima que la niveladora moda vaya haciéndolos desaparecer.
La serrana viste zagalejo corto de bayeta verde, amarilla ó encarnada, que abulta extraordinariamente sus caderas; pañuelo de lana con grandes flores bordadas, que le cubre hasta un poco más abajo de la cintura; media blanca, zapatos sin tacón y grandes lazos negros, y lleva el cabello peinado hacia atrás con moño de picaporte. Algunas cubren su cabeza con enormes sombreros de paja de centeno, gorras los llaman ellas, adornados con pequeños espejos, lazos de papel de color y caprichosas guirnaldas y penachos de paja.
También es digno de describirse el traje de los charros y serranos. Viste el primero calzón corto y ajustado, jubona de cuadrado escote, que deja asomar la blanca y bien bordada pechera de una camisa sin cuello, abrochada con un solo botón de oro del tamaño de una moneda de cinco duros; chaqueta corta y de manga estrecha, con botonadura de oro ó de plata; botín de cuero, que forma una sola pieza con el recio zapato y se abrocha encima de la pantorrilla; ancho cinturón llamado de media vaca, y sombrero de castor ó de pana provisto de grandes alas.
El serrano lleva pantalones anchos, generalmente azules, faja de lana con borlas verdes, que le cuelgan por detrás; chaqueta también ancha; pañuelo de algodón atado al cogote y, encima de este pañuelo, sombrero de fieltro, cuyas anchísimas alas se mantienen horizontales por medio de cordones unidos a la parte superior de la copa.
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... el traje de mujer charra es de una gran vistosidad. Lleva en la cabeza rodetes con trenzas caladas para las orejas adornadas con horquillas; moño en la parte superior de la cabeza, atado con unas cintas bordadas que llaman "sigueme pollo", y un pañuelo de tul bordado sobre la cabeza, con pendientes grandes colgando de las orejas.
El busto se cubre con el jubón de terciopelo calado o bordado de seda de color, manga estrecha, con botones de filigrana; pañuelo de hombros de tela bordada en lentejuelas o mostacilla; dengue o rebocillo generalmente de paño rojo, con bordados de felpilla de mostacilla sobrepuestos: manteo encarnado de debajo, con vuelta; encima el otro más rico con festón de bordados y tirana de terciopelo; mandil o picote, bordado profusamente y rematado por un faralar de seda; faltriquera bordada colgando de la cintura; por la parte de atrás caen dos cintas bordadas y rematadas de flecos de oro; medias caladas; zapatos de terciopelo bordados con lentejuelas.
Lleva gran profusión de collares de oro, aderezos, galápagos, cruces y veneras que cubren totalmente el pecho.....
Los charros: etnografía histórica e identidad culturalLucinio Hernández Marcos
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Moño, con colgantes trenzas,
que en anchas cintas rematan;
rizos que en la frente forman
dos pabellones de gracia;
pendientes de labor fina,
de perlas y filigrana;
sortijas de vivas luces
que sus dedos abrillantan,
y collares, que formando
sobre el pecho una cascada
para ahuyentar tentaciones,
sostienen una cruz santa
Jubón, cuyo terciopelo
con lentejuelas recaman,
con bordados enriquecen
y con botones rematan;
rico dengue o esclavina;
manteo, que se realza
con brillantes azabaches
y con labores bordadas;
picote o delantal corto,
media de seda calada,
zapatos con lentejuelas
o con hebillas de plata;
mantilla de rocador
y, de la mantilla a falta,
pañuelos en que la aguja
bordó también sedas varias.
Serán más pobres o ricas
de la mujer las alhajas;
predominarán acaso
el "dublé" y las piedras falsas;
pero el brillo, la prolija
labor, las bordadas franjas,
las lucientes lentejuelas
nunca faltan a la charra.
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M. OSSORIO Y BERNARD