El 17 de Abril de 1912 tuvo lugar un eclipse de los que se denominan híbridos (total-anular). Fue algo especial ya que la zona de totalidad fue de escasos centenares de metros. La sombra de la luna pasó por la línea Oporto, Orense, Oviedo,... En Salamanca fue también bastante visible, originando gran expectación. Así lo contaba El Adelanto al día siguiente:
La animación fué grande. En la puerta de Pasaje y en la de Novelty, animados corrillos que miraban y comentaban. En las aceras exteriores, infinidad de grupos, cristal en mano, y dispuestos a ver las estrellas y a tiznarse la cara. En los balcones, muchas señoras y muchas jóvenes. Frente al Ayuntamiento, unos señores que han llenado un cubo de agua y lo han puesto en el suelo para observar allí el eclipse. En el balcón del Ayuntamiento, el señor Hernández Sanz, con un sencillo aparato en la mano que dice: "Eclipsoscopio - Astorga 1905". Se ve que nuestro alcalde no desperdicia nada. En la plaza, como en todas partes, se admira esa admirable luz azulada peculiar de los eclipses; se sintió frío, y a última hora, el gran don Tomás Salvador dió una conferencia sobre el fenómeno celeste, que le valió muchos aplausos de los estudiantes, los cuales le acompañaron hasta su casa con repetidos vivas.
En el Instituto. El docto catedrático de Física, don Mariano Reymundo, colocó en el patio del Instituto un anteojo astronómico ae 10 milímetros de diámetro para ver el eclipse. Muy poco después de las diez comenzaron a llegar curiosos, que se sumaron a los alumnos...
Como complemento a la noticia y a título de curiosidad insertamos también lo ocurrido en Orense. Además del Sol, se eclipsaron también otras cosas.
En toda la región, había una animación extraordinaria. Habían venido infinidad de viajeros para presenciar el fenómeno. Se registraron algunas notas cómicas. Una señora, elegantemente vestida, de aspecto distinguido, miraba el eclipse en un magnífico aparato. En la corbata, llevaba una valiosísima alfiler de brillantes. La señora prestaba su atención al curioso fenómeno celeste, sin dignarse mirar a su alrededor. Cuando el eclipse fué disminuyendo en intensidad y preparó los trastos para marcharse, notó que también se había eclipsado el alfiler de brillantes que llevaba en la corbata. No hallando una explicación científica del fenómeno, que tampoco había prescrito ninguno de los sabios que ahora se han puesto en movimiento, acudió a la comisaría, donde dió cuenta de lo sucedido. Los autores del robo parece que también se han eclipsado.
El Adelanto, 18 de Abril de 1912