19 de enero de 2012

Bicentenario


Esta tarde noche se cumplirán los doscientos años del asalto y toma de Ciudad Rodrigo por las tropas inglesas al mando del Duque de Wellington. De esta forma se liberaba la ciudad en poder de los franceses desde que capituló el 10 de julio de 1810. Y lo que no ocurrió en el asedio francés (nuestros enemigos) ocurrió con el asedio inglés (nuestros amigos). ¡El saqueo de Ciudad Rodrigo! Asi que bien podemos decir aquello de ¡Líbranos Señor de nuestros amigos, que de nuestros enemigos....!
Se conmemorará hoy el bicentenario de la toma de la plaza, pero correremos un tupido velo sobre ese comportamiento tan brutal de las tropas inglesas contra la población civil mirobrigense (Véase a este respecto un artículo publicado ya en este blog de Arturo Pérez Reverte ).

En 1912 no se conmemoró oficialmente lo que se llamaba "segundo centenario" (el primero fue el del sitio francés en 1910). No había dinero presupuestado para ello (mejor dicho si lo había: 7 pesetas). ¡Ni para pipas! que diríamos hoy. Así que decidieron no hacer nada. La pobreza y la escasez de entonces así lo aconsejaron. Asi lo contaba el semanario Avante:


Segundo Centenario
Corrían ya los primeros días del año de 1812. Sobre Ciudad Rodrigo seguía cerniéndose la nube de melancolía que la envolvía, desde aquella aciaga fecha en que tras heroica resistencia vIo arriar en sus muros el glorioso pabellón español. Aquellas auras de esperanza que habían soplado en mediados del año anterior, a raíz de las victoriosas batallas de Fuentes de Oñoro y de la Albuera, habían desaparecido con la retirada del ejército aliado a sus posiciones, después de la infructuosa tentativa contra Badajoz y la fracasada expedición de Blake sobre Sevilla. Solo, de cuando en cuando, reanimaba algo la perdida esperanza, las audaces correrías del sin par guerrillero charro, del intrépido don Julián Sánchez, que ora destrozando una columna francesa, ora haciendo prisionero al propio Gobernador de Ciudad Rodrigo, ora presentándose de improviso delante de sus muros para sorprender algún convoy, parecía indicar a los mirobrigenses que no estaban olvidados y que quien con ellos compartió las penalidades y las glorias del homérico sitio, había de penetrar triunfante en su recinto, librándoles del yugo napoleónico.
De pronto, los preparativos de la guarnición invasora dan a conocer a nuestro pueblo que algún suceso extraordinario se avecina; y cuando apenas transcurrió el tiempo preciso para darse cuenta de la calidad del suceso, el tronar del cañón, que rememora para los mirobrigenses los luctuosos días de su épica resistencia, les anuncia que ha comenzado el asedio de la plaza, que el ejército aliado va a combatir por su liberación.
Pocos, muy pocos días transcurrieron: la conquista de nuestra Ciudad, que cuando contó para su defensa con los heroicos pechos de sus hijos y con la inteligencia y valor de aquel hombre inmortal que se llamó Pérez de Herrasti, costó raudales de sangre y cerca de cuatro meses de estrecho cerco, se realizó ahora en once dias. Bien se defendieron los franceses, su valor mostró al mundo entero que aquellos soldados eran los mismos que se batieron en Areola, en Wagram, en Austerliz, mas su esfuerzo no estaba sostenido por el entusiasmo pátrio, tenían en su contra el odio, del mismo pueblo a que obligaban a ser su auxiliar y en frente un enemigo excepcional, el ilustre inglés Lord Arthur de Wellesley, é irremediablemente tenían que ser vencidos. E l día 8 de Enero tronó el cañón por vez primera sobre Ciudad Rodrigo: el diez y nueve del mismo mes, al caer de la tarde, fué tomada por asalto la Plaza.
Día de júbilo y entusiasmo delirantes fué para nuestra Ciudad el Veinte de Enero de 1812. En sus albores flameó nuevamente sobre sus muros el glorioso pendón español, signo de su independencia. Hoy hace cien años.
Pobreza, ruina y miseria, de que aún no se recobró Ciudad Rodrigo, desde aquellas, para el mundo memorables fechas, en que su fortaleza sirvió de prueba a poderosos enemigos, son causa de que el centenario de aquellos sucesosno se conmemore oficialmente. AVANTE, sin embargo, creyendo ser intérprete de la opinión mirobrigense, no quiere dejar pasar esta fecha sin rendir un tributo de admiración al caudillo ilustre, más tarde Duque de Wellington y de Ciudad Rodrigo, a los Generales ingleses Crawfurd y Mackison que murieron en el asalto, al bravo charro don Julián Sánchez y sus intrépidos lanceros, y a todo el ejército aliado, que nos legaron con su esfuerzo nuestra santa independencia.