En todo tiempo se ha dicho que las armas las carga el diablo y las disparan los ... (aquí podéis poner el colectivo que queráis). Y eso fue lo que ocurrió en febrero de 1914 en una conocida armería salmantina. Asi lo contaba el periódico El Salmantino.
Serían próximamente las seis menos cuarto de ayer tarde, cuando ocurrió el suceso que reseñamos y que pudo tener fatales consecuencias para una joven criada. A dicha hora se presentó en la acreditada armería de don Manuel Cárdenas, establecida en la calle de San Pablo, una mujer llamada Florentina Borrego Montejo, con objeto de comprar arenilla para limpiar las sartenes del parador de San Juan de Sahagún, situado en la plaza de la Reina, y en el cual se halla sirviendo. Mientras Florentina esperaba que despacharan su encargo; el señor Cárdenas se hallaba examinando con un comprador una pistola Browing, e ignorando que estuviera cargada, disparó con tan mala fortuna que el proyectil fue a parar al cuerpo de mencionada joven.
La infortunada Florentina se echó mano al pecho por el cual brotaba abundante sangre. El señor Cárdenas impresionado grandemente por el doloroso suceso, ordenó que trasladasen a la herida a su domicilio, pero la criada se opuso a lo propuesto por el dueño de la armería y también a que la llevasen a la Casa de socorro, marchando por su pie al parador de San Juan, acompañada por varios dependientes de la casa.
El público al oir el disparo acudió en gran número deseoso de enterarse de lo ocurrido, suceso que se propagó inmediatamente por toda la ciudad.
En su domicilio fue curada Florentina, por los médicos señores Petit y Mezquita, apreciándola una herida de trayecto oblicuo con orificio de entrada en la región pectoral derecha, habiéndose colocado el proyectil en la misma región del lado opuesto, teniendo necesidad de una contraabertura para la extracción de la bala.
El trayecto de la misma interesó la piel y el tejido subcutáneo, siendo su pronóstico reservado.
Acudió el juez el cual tomó declaración a la herida, la cual se hallaba esta mañana en estado de bastante mejoría.
Florentina Borrego, tiene 18 años y hacía cinco días que entró al servicio del dueño de mencionado parador, don José Marcos, en donde ya había estado otra vez.
Dentro de lo que cabe, la cosa no terminó tan mal como pudo haber sido.