24 de agosto de 2010

Estudio histórico clínico de una doble epidemia (V)

Continuamos hoy con el quinto capítulo de este premiado trabajo de nuestro paisano y médico don Dionisio García Alonso.


CAPÍTULO V

DESCRIPCIÓN DEL PUEBLO

Entendiendo por pueblo, para el objeto que me propongo, tan sólo el continente, ó sea la reunión de viviendas y edificios precisos á la colectividad social que ha de habitarlo con los espacios necesarios para su separación y comunicación de unos con otros, y dejando para el siguiente capítulo el tratar del contenido del pueblo, ó sean los habitantes, voy en éste á decir cuatro palabras sobre las vías públicas y edificios del mismo, considerados bajo su aspecto higiénico, ó sea el de su mayor ó menor salubridad.

Vías públicas. No existe plano alguno para la alineación de las calles y plazas de esta villa. Queda dicho con esto que el interés particular, sobreponiéndose al general, ha hecho de cada calle lo que ha creído conveniente. Sin embargo, de algún tiempo á esta parte, un poco de celo en las autoridades y otro poco de buen gusto en sus subordinados, ha hecho que no se traspasen notablemente las leyes eternas de lo moral y de lo justo y es este pueblo, por tanto, en este particular, una cosa superior á los limítrofes é inmediatos.

Son sus calles, en general, aproximadamente rectas, si bien no faltan rincones y algunos callejones sin salida, que sirviendo, aunque pocos, de basureros ó depósitos provisionales de inmundicias, contribuyen, después del mal efecto que causan á la vista, á la viciación del aire por sus emanaciones y dificultad en su renovación; son regularmente anchas, no tanto como la higiene demanda, pero pasables, ya que la altura de las casas no es excesiva. Existen una plaza y una plazuela y diversos ensanchamientos de calles, de forma irregular, que aunque no llevan el nombre de plazuelas, dan el efecto de éstas en la renovación del aire atmosférico.

El piso, en general, es el natural ya descrito al hablar del suelo: arena silícea en su mayor parte, rocas graníticas á su nivel y algunas rebasándolo á mayor ó menor altura, si bien de unos años acá han disminuido en mucho las desigualdades del piso originadas de esta causa, por haberse extraído las rocas para servirse de ellas como materiales de construcción, ó bien porque las autoridades han ido procurando nivelar el terreno, en evitación de los perjuicios que tal estado del piso producía. Existen muchas, sin embargo, pero ninguna de tanta superficie como la llamada Peña de las Carnazas, en el barrio del Mocril, sobre la que asientan dos casas y una porción de dependencias ó depósitos de fábricas de curtidos, dejando todavía espacio suficiente para el tendido sobre ella de centenares de arrobas de recortaduras, procedentes del adelgazamiento de las pieles, llamadas aquí carnazas, y de cuyo uso debió recibir el nombre.

Algunas calles, á trechos, están enchinarradas con fragmentos de cuarzo de forma irregular, lo que si ha impedido el arrastre de la tierra y desigualdades del piso producidas por las corrientes de las aguas, objeto principal, á mi modo de ver, del empedrado, ha aumentado, en cambio, la dificultad en la progresión por dichas calles, erizadas de asperezas y llenas de baches, producidos por la falta de guijarros, que pocas veces se cuidan de reponer. Otras cuantas también, las de mayor circulación, tienen en ciertos sitios piedras colocadas junto á las paredes de las casas, más elevadas que el centro de la calle, queriendo formar aceras de desigual nivel y anchura, y que, á pesar de su imperfección, ayudan en mucho al transeúnte, sobre todo en épocas de lluvias, en las que el agua corre siempre por el centro de la calle, formando charcos, como hemos dicho, en algunos puntos en que el declive del terreno ha sido interrumpido por construcciones nuevas ó depósitos de escombros. Son llanas en general, en relación siempre con las suaves pendientes del terreno de S. á N. para el pueblo y de E. á O. para el barrio del Mocril, lo que hace que a pesar del gran desnivel que entre los extremos del pueblo existe, no sea la subida fatigosa más que en muy contados sitios.

La limpieza pública, aunque á nadie encomendada, es regular, porque de tiempo inmemorial cada vecino tiene costumbre de barrer el trozo de calle adyacente á su casa, al menos todos los sábados, reuniendo los productos del barrido con las inmundicias dé la casa, para ser, á su tiempo, transportados fuera dé la población.

Edificios. Entre los pocos públicos existentes, el templo parroquial, construido para una población de la mitad de habitantes que la actual, no puede, en modo alguno, contener en las grandes festividades el concurso de gentes que á él acude; y lo bajo del techo del cuerpo de la iglesia, contrastando con la altura de su capilla mayor, denunciadora de un proyecto de obra no concluido, hace que en dichas ocasiones el aire se altere por la respiración de las personas y falta de renovación por sus ventanales altos y cerrados con vidrieras fijas.

Dejando aparte las dos ermitas, porque si bien adolecen de igual defecto, las reuniones en ellas son muy contadas, veremos que el cementerio, por su cercanía al pueblo, unos 200 metros, por su situación al NO., rumbo de los vientos dominantes, y hallarse situado en el mismo valle que el pueblo, sin cerros ni arboledas que se interpongan, no reúne casi ninguna buena cualidad higiénica; que el matadero al N., y también muy inmediato á las casas, posee muy pocas aguas para el lavado, donde son tan necesarias; y que las escuelas públicas [de párvulos], a pesar de su casi reciente construcción, no reúnen, ni con mucho, las condiciones de capacidad necesarias para la renovación atmosférica en armonía con la cantidad de aire necesario para la respiración del gran número de niños que á ellas tienen el derecho de asistir.

Pudiera suplir esta falta, en parte, la fundación de la escuela particular, única existente en el pueblo; pero como los rendimientos no dan al que la dirige medios sobrados para su instalación en un local á propósito, tiene por necesidad que conformarse con la primera habitación que encuentre á mano y en peores condiciones higiénicas que las de las escuelas públicas.

Las casas, si bien no pueden reunir todas las cualidades exigidas por el insaciable afán del higienista, son buenas en general. Abundan y dan carácter al pueblo las de reciente construcción, dando lugar al dicho de que debiera trocarse en nueva la palabra añadida á la principal del nombre, llamando Villanueva al pueblo de Villavieja. De dos pisos casi todas, úsase el bajo como habitación ordinaria y el principal ó alto como desvanes ó paneras y alguna que otra habitación amueblada, para casos excepcionales. Son limpias en general, encaladas, bien aireadas y con luces suficientes, excepto las antiguas, entre las que también abundan las de piso húmedo, que en las primeras siempre se ha tratado de evitar, saneando el terreno antes de la construcción.

Existen, como agregados á muchas casas, patios ó corrales para servicio de ganados y algunos huertos ó jardines que ostentan algunos árboles, por lo que pudieran creerse favorables á la salud; pero cuyo favor no resulta por quedar sus buenos efectos neutralizados por las causas que dejamos apuntadas al hablar del suelo de la población.

Como no hay que hablar de alumbrado público, tampoco de alcantarillado, ni cosa que se le parezca en pueblos como éste, redúcese su sistema excretor á la traslación de todas las inmundicias de las casas y corrales, producto de las excreciones desecadas de hombres y animales, mezcladas á las materias procedentes del barrido de las calles y las casas y restos de productos de alimentación de los últimos, como paja, hierbas, etc., por medio de carros, fuera de la población, donde se van acumulando, para en su tiempo utilizarse como excelentes abonos agrícolas. ¡Lástima que ya que no existe en éste la viciosa costumbre de otros pueblos, de conservar en los corrales adjuntos á las casas dichos productos hasta la fecha, larga siempre, en que han de incorporarse á la tierra de labor, no fueran todos sacados sin consentir en modo alguno los pequeños basureros que algunos vecinos forman en los rincones adyacentes á sus casas y que se transportaran á alguna mayor distancia que la que ahora se acostumbra!

Hemos hablado incidentalmente de las fábricas de curtidos al ocuparnos del arroyo de las Tenerías, y como éstas y la zapatería constituyen, por decirlo así, la especialidad de abolengo de este pueblo, no puedo menos en este punto de decir algo sobre los edificios á dichas industrias destinados, ya que afectan á una gran parte de habitantes.

Los locales de las primeras, después de carecer de casi todas las condiciones higiénicas que debieran reunir, por su mala construcción, por el sistema de curtición, que obliga al operario á trabajar con las piernas desnudas casi siempre, por el paso repentino del agua caliente á la fría, por las corrientes de aire á que se exponen y por la atmósfera impurificada que respiran, tienen además el gravísimo y principal inconveniente apuntado antes: el de que, y no pudiendo menos de ser consideradas por todos los higienistas como industrias insalubres las que se ocupan en estos trabajos, y cuyos locales, así como los depósitos de cueros ó pieles secas, debieran situarse lejos de los centros de población, se hallen aquí, no sólo en las inmediaciones, sino intercaladas entre las casas, vertiendo sus olores sobre la atmósfera del pueblo y sus productos inservibles, putrefactos ó corrompidos, sobre el arroyo que le atraviesa; y que-, dígase lo que se quiera por sus fervientes panegiristas, que son los que han hallado en estas fábricas sus medios de prosperidad, no pueden menos de influir desfavorablemente, primero en la salud de los operarios, cosa probada (No conozco, en efecto, un operario de estas fábricas que haya llegado á 50 años sin haber padecido, al menos, dolores reumatoideos musculares, en forma crónica, lo que no tiene nada de extraño para quien conozca los locales y modo de trabajar en ellos. Casi todos presentan también una coloración anémica especial de la piel, síntoma, á mi entender, del envenenamiento crónico de la sangre por el aire impurificado que respiran), y después en la general.

Los de zapatería ya se hallan en condiciones mejores cuando son anejos á casas de moderna construcción; que en las antiguas, aún se ven algunos locales cuyo techo, á la altura de dos metros, está formado por las tejas, el piso natural ó de barro, húmedos algunos hasta correr agua, escasos de luz todos y con braseros de carbón vegetal como medio de calefacción; cuyo conjunto de condiciones antihigiénicas, unido á la forzosa quietud y corta exposición al aire libre de semejantes operarios, da buena idea de cuál ha de ser su modo de reaccionar físicamente, máxime teniendo en cuenta que, considerado erróneamente este oficio como uno de los mejores, por el poco trabajo material que exige, suelen ser destinados á él precisamente los que no manifiestan, por su constitución más delicada, aptitud para otros oficios ú ocupaciones de más monta.