16 de julio de 2010

El curandero de Gema

1913. Ese es el año en el que se publica la pequeña historia que vamos a relatar. Apareció en "La Ciudad", un periódico ilustrado -lo de ilustrado es porque se empezaban a acompañar los textos con alguna que otra fotografía o grabado- en el que tenían cabida, según la cabecera del mismo, desde cosas de Literatura  hasta informaciones locales y políticas. El 3 de abril de 1913 el corresponsal de Vitigudino informaba de que en el mes de Agosto se celebraría en la localidad un Congreso Eucarístico dando algunos detalles de cómo se desarrollaría el mismo y completaba después su relato con una segunda noticia:


Aunque de índole diametralmente opuesta, no es menos sensacional la secunda noticia.

Nos referimos al nuevo curandero de Gema. Este, en poco tiempo, ha alcanzado una gran notoriedad. ¿Cómo y porqué? Sólo él se lo sabe.

Lo que si puede asegurarse es que es un vivo como ahora se dice.

El nuevo apóstol se llama León, emigró a Cuba y de allá no trajo capital, en efectivo, pero si algunas noticias del espiritismo, por el que dice cura todas las dolencias.

Tiene grandes prosélitos, y especialmente su esposa y madre. De ésta se cuenta que para demostrar el gran saber de su hijo, aseguró que en una noche hizo un balcón de hierro. Como le argumentaran que era imposible, explicó el milagro diciendo que habían venido cuatro espíritus de Cuba y entre los cinco lo habían rematado.

Este señor León es de oficio herrero; solo puede curar, dicen, los martes y viernes. Uno de estos días tuvo más de cien clientes.

Su principal medicina son los baños. En esto nos parece muy acertado, porque los que van en su busca no habrán nunca lavado su cuerpo. Receta también cognac francés y magnesia efervescente.

Lo más saliente de tan famoso curandero, es que cura por transporte...

Me explicaré.

La curación por transporte consiste en que no hace falta que vea al enfermo, sino que le basta con que en su nombre se presente otra persona y la mujer del apóstol le haga saber que va por transporte.

Vean mis lectores donde llega la supina ignorancia de tantas gentes.