8 de abril de 2012

Semana Santa villaviejense (III)

Cristo crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.


Tú me mueves, mi Dios; muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido;
Muéveme ver tu cuerpo tan herido;
Muévenme las angustias de tu muerte;


Muéveme, en fin, tu amor de tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.


No me tienes que dar porque te quiera,
porque, si cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


Santa Teresa de Jesús