Fachada de la Catedral de Salamanca (Fot. Javier Carro, Wikimedia Commons)
.
Con el ascenso al Rectorado de la Universidad de Salamanca del ilustre catedrático de Historia don José María Ramos Loscertales, uno de los más preclaros discípulos de los señores Hinojosa y Menéndez Pidal, vuelven a cobrar actualidad universitaria viejos temas que se habían olvidado con las interinidades y vacilaciones. El pensamiento de dotar a Salamanca de una Residencia estudiantil decorosa torna a agitarse intensamente durante estos días. Y ahora que tenemos un rector y unos decanos mozos, que se han paseado por Europa y saben cómo se aderezan ciertas instituciones en ella, es el momento de pensar en dar cima a este proyecto, uno de los mas acariciados por la opinión salmantina.
Se piensa en remozar el viejo Colegio de San Bartolomé, fundado por el obispo Anaya, a la usanza de los que creara en Alcalá de Henares el cardenal Jiménez de Cisneros.
El Colegio de Anaya tiene una brillante historia bien unida a la de la Universidad. Sus colegiales eran los mas aristocráticos y señoriles de la Escuela. Habían de tener la sangre limpia, no contaminada de ascendencia mora ni judía, y magníficos expedientes académicos. Por cuestiones de etiqueta, mas de una vez hubieron de pelearse con los titulares del Cabildo catedralicio. De aquel Colegio salieron muchos cardenales, virreyes, oidores y secretarios de despacho. Suprimidos los Colegios Universitarios en la pasada centuria, el Palacio de Anaya fué, sucesivamente, Gobierno Civil y cuartel. Después ha servido para instalar las oficinas del Rectorado y de la Junta de Colegios. Y en la actualidad se ha pensado que puede y debe dedicarse a Residencia, ya que es propiedad de los Colegios, y que, con ciertos revocos y remozamientos imprescindibles, puede trocarse en Casa de escolares colegiados, ya que Salamanca cuenta con varias docenas de ellos, algunos do los cuales han vivido así hasta ahora, como los del Colegio de San Ambrosio.
Nada más espiritual y pedagógico, en efecto, que libertar a los chicos de esas horrendas casas de huéspedes de las viejas ciudades universitarias, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde no hay espacio ni reposo para el estudio ahincado y para la serena meditación. Con esas pesetas que recuperó la Escuela Salmantina durante la Dictadura, y que sirvieron de pretexto a una minoría de claustrales para fabricar un doctorado honorario de duración efímera, debieran adecentarse los viejos edificios universitarios que aún conserva la ciudad y aplicarles a su primitiva condición de posadas y hostales estudiantiles. Bien adecentados, eso sí, y con todos los adelantos que reclaman la urbanización y la higiene de nuestros días Salamanca podría conservar de esta laya sus mejores inmuebles, ya que dota a buen número de sus escolares, mediante oposición, de bolsas de viaje por el Extranjero, además de costearles todos sus gastos durante la licenciatura y el doctorado de las cuatro Facultades que se cursan en la Universidad.
José SÁNCHEZ ROJAS
Salamanca, Mayo, 193O.
... Currado Gianfigliazzi, como todas vosotras habéis oído y podido ver, siempre ha sido en nuestra ciudad un ciudadano notable, liberal y magnífico, y viviendo caballerescamente continuamente se ha deleitado con perros y aves de caza, para no entrar ahora en sus obras mayores. El cual, con un halcón suyo habiendo cazado un día en Perétola una grulla muerta, encontrándola gorda y joven la mandó a un buen cocinero suyo que se llamaba Ghichibio y era veneciano, y le mandó decir que la asase para la cena y la preparase bien.
Ghichibio, que era un fantoche tan grande como lo parecía, preparada la grulla, la puso al fuego y con solicitud comenzó a guisarla. La cual, estando ya casi guisada y despidiendo un grandísimo olor, sucedió que una mujercita del barrio, que se llamaba Brunetta y de quien Ghichibio estaba muy enamorado, entró en la cocina y sintiendo el olor de la grulla y viéndola, rogó insistentemente a Ghichibio que le diese un muslo.
Ghichibio le contestó cantando y dijo:
- No os la daré yo, señora Brunetta, no os la daré yo.
Con lo que, enfadándose la señora Brunetta, le dijo:
- Por Dios te digo que si no me lo das, nunca te daré yo nada que te guste.
Y en resumen, las palabras fueron muchas; al final, Ghichibio, para no enojar a su dama, tirando de uno de los muslos de la grulla se lo dio.
Habiendo luego delante de Currado y algunos huéspedes suyos puesto la grulla sin muslo, y maravillándose Currado de ello, hizo llamar a Ghichibio y le preguntó qué había sucedido con el otro muslo de la grulla.
El veneciano mentiroso le respondió:
- Señor mío, las grullas no tienen más que un muslo y una pata.
Currado, entonces, enojado, dijo:
- ¿Cómo diablos no tienen más que un muslo y una pata? ¿No he visto yo en mi vida más grullas que ésta?
Ghichibio siguió:
- Es, señor, como os digo; y cuando os plazca os lo haré ver en las vivas.
Currado, por amor a los huéspedes que tenía consigo, no quiso ir más allá de las palabras, sino que dijo:
- Puesto que dices que me lo mostrarás en las vivas, cosa que nunca he visto ni oído que fuese así, quiero verlo mañana por la mañana, y me quedaré contento; pero te juro por el cuerpo de Cristo que, si de otra manera es, te haré azotar de manera que por tu mal te acordarás siempre que aqui vivas de mi nombre.
Terminadas, pues, por aquella tarde las palabras, a la mañana siguiente, al llegar el día, Currado, a quien no le había pasado la ira con el sueño, lleno todavía de rabia se levantó y mandó que le llevasen los caballos y haciendo montar a Ghichibio en una mula, hacia un río en cuya ribera siempre solía, al hacerse de día, verse a las grullas, lo llevó, diciendo:
- Pronto veremos quién ha mentido ayer tarde, si tú o yo.
Ghichibio viendo que todavía duraba la ira de Currado y que tenía que probar su mentira, no sabiendo cómo podría hacerlo, cabalgaba junto a Currado con el mayor miedo del mundo, y de buena gana si hubiese podido se habría escapado; pero no pudiendo, ora hacia atrás, ora hacia adelante y a los lados miraba, y lo que veía creía que eran grullas sobre sus dos patas.
Pero llegados ya cerca del río, antes que nadie vio sobre su ribera por lo menos una docena de grullas que estaban sobre una pata como suelen hacer cuando duermen. Por lo que, rápidamente mostrándolas a Currado, dijo:
- Muy bien podéis, señor, ver que ayer noche os dije la verdad, que las grullas no tienen sino un muslo y una pata, si miráis a las que allá están.
Currado, viéndolas, dijo:
- Espérate que te enseñaré que tienen dos. Y acercándose un poco más a ellas, gritó-: ¡Hohó! Con el cual grito, sacando la otra pata, todas después de dar algunos pasos comenzaron a huir; con lo que Currado, volviéndose a Ghichibio, dijo:
- ¿Qué te parece, truhán? ¿Te parece que tienen dos?
Ghichibio, casi desvanecido, no sabiendo él mismo de dónde le venía la respuesta, dijo:
- Señor, sí, pero vos no le gritasteis ¡hohó! a la de anoche; que si le hubieseis gritado, habría sacado el otro muslo y la otra pata como hacen éstas.
A Currado le divirtió tanto la respuesta, que toda su ira se convirtió en fiestas y risa, y dijo:
- Ghichibio, tienes razón; debía haberlo hecho.
Así pues, con su rápida y divertida respuesta, evitó la desgracia y se reconcilió con su señor.
Las gentes de la antigüedad ya la conocían y utilizaban. Se la cita en algunos textos de Virgilio y de Lutecio, donde ya se mencionaba su sabor muy amargo por lo que, en esos años se la conocía como hiel de la tierra.
Sin embargo, el nombre con el que hoy se la conoce proviene del griego kentaureios y se refiere al centauro, ser mitológico mitad hombre y mitad caballo.
Los egipcios la usaban para curar la hipertensión. Y en textos del siglo V aparece mencionada por sus valores como purgante, curar heridas y lavar los ojos.
A fines del siglo XIX se la uso en polvos (Polvos Portland) para tratar de curar la gota.
Su sabor es muy amargo debido a la presencia de sustancias como iridoides, flavonoides y xantonas, en su composición. Es un tónico amargo, estomático, utilizado generalmente para combatir la pérdida de apetito. Muy útil también contra la alopecia, contra los parásitos y la diarrea.
Se puede utilizar en modo externo para evitar las infecciones de heridas, curar picaduras de víboras y otros animales ponzoñosos. Muchos medicamentos autorizados la incluyen.
Actualmente se usa en cosmética para teñir el cabello de amarillo brillante, con una duración apreciable. La industria la ha incluido en la elaboración de vinos, licores y bebidas amargas.
Fuente: Wikipedia
La sombra de Calixto
Muy pronto va a desaparecer en Salamanca la clásica Posada de las Cadenas. Tiene una bella tradición esta posada: fué palacio de los Reyes Católicos; en ella nació aquel Príncipe don Juan, que fue guapo mozo, enamoradizo y rubio. Tal vez, de no haber muerto tempraneramente este guapo mozo, los destinos de nuestro pueblo hubieran sido harto diversos. Pero el sino de don Juan fué breve y melancólico. Cuando le parió su madre hubo eclipse total de sol en la urbe. Y una íuerte inundación del Tormes. Aquel buen bachiller talaverano que se llamó Rojas y Montalbán hace alusiones a estos cataclismos en su linda tragicomedia. Porque el buen Calixto, que se mira en los ojos verdes de Melibea, es nada más y nada menos que el lindo Príncipe, enterrado, como sabe el lector, en la iglesia de Santo Tomás, de Avila. Con la desaparición de la Posada de las Cadenas y de los bellos ajimeces que decoran sus balconeras de hierro, ya no queda otro escenario salmantino de la tragicomedia que las tenerías, junro al río. Por allí tuvo su casita, baja y discretamente asentada, la buena madre Celestina.
Al cobijo de la peña de su nombre, la vieja, que no fué ese monstruo infernal que nos describe Cejador, ni mucho menos, arreglaba sus hierbas y sus perfumes pata trastornar a los mancebos. Pero los mancebos no habían menester de tales niñerías para quererse. Calixto hubiera amado del mismo modo a Melibea, Melibea, igualmente, se hubiera mirado en los ojos de Calixto. Las terceras, en todos los tiempos, son un puro artículo de lujo, que viven parasitariamente de las inclinaciones naturales de la juventud. Harto lo saben las herederas legítimas de la buena madre salmantina. Pues el escenario donde se movía la buena vieja sigue en pie en la ciudad académica y doctora. Podemos evocarle con fuerza todavía. El Convento de los Mercedarios, donde el buen Tirso compuso algunas de sus comedias mejor parladas y donosas, decora la prominencia de un cerro. Abajo se extienden las tenerías. El puente romano corta la visión de los sotos de los Arapiles y la más lejana de la Sierra de Gredos.Desaparecen las huellas de Calixto y quedan las de Celestina. Esta Posada de las Cadenas, que se trocará dentro de unos meses en una casa más, acaba con la huella del buen Príncipe don Juan. En cambio, el mundo celestinesco se agrupa, detrás de la Peña, en un mundo aparte, que aprovecha el cobijo de la Escuela. Los Calixtos de ahora, para gozarse en el deleite de unos ojos verdes y serenos, siguen creyendo en la necesidad de una tercería, que, lejos de precipitar, embarulla y ensombrece sus trotes y retrotes de buen amor.
JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS
![]() |
Encierro de los toros para la corrida del Montepío de Toreros lidiada en Madrid |
Ganaderos del campo de Salamanca; siempre ganaderos...
En Moral de Castro,Lamamié de Clairac, y en Terrones, los Sánchez Rico, y en San Fernando, Antonio Pérez Tabernero, y en Pedro Llén, Juan Terrones, y en Monzarbitos, el joven marques de Albayda, y los Sánchez en Coquilla...
Manchones de encinares verdinegros en el horizonte, y tierras barbecheras, y trigales, y cebadales. A cuarenta kilómetros de Salamanca, Terrones, en busca de Santiago y Fernando Sánchez Rico, que forman rancho aparte. Son estos días la actualidad taurina. Hace poco apartaron los toros para la corrida del Montepío de Toreros en Madrid, que jugaron Márquez, VilIalta, Marcial y el Niño de la Palma. Ahora me invitan á presenciar la selección de toros que han de lidiarse en la inanguración de la nueva Plaza de Huesca. Bonitos ejemplares... Hay un Carbonero núm. 22, negro; un Estornino, núm. 21, negro tostao, entrepelao, de estupenda lámina; Un Granadino, en fin. núm. 23. negro. Toros noblotes, pastueños, bravos y alegres. Joselito los buscaba siempre para la lidia.Ganaderías prestigiosas, tienen en sus anales páginas muy curiosas por las orejas que con ellas ganaron, en tiempos memorables, Joselito y Belmonte.
Los toros en el campo me divierten mucho más que en el ruedo. Hasta las fieras son solamente fieras ante el acoso de los hombres. Podemos vivir entre ellos, cara á las encinas, acariciarles el morrillo, tocarles el testuz, jugar con los cuernos... No hay peligro de que se desmanden. En esta tierra mia, académica y universitaria, el interés se va desplazando de la ciudad hacia el campo; mientras los doctores dormitan, descansando en los laureles que les ganaron en tiempos pretéritos otros maestros, estos toritos, descansando al sol, preparan, tardes españolísimas de arte y de valor á nuestros lidiadores.
JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS
Salamanca, 1929
BAÑOBÁREZ, puebluco empotrado enfrente de Barca d'Alva, cerca de la frontera portuguesa. Becerrada con ases; con Félix Rodríguez y Nicanor Villalta, amigos del amo Alipio. Félix Rodríguez, de chaquetilla blanca, de pantalón entallado, con gorrilla de golfo madrileño, está en su propia salsa. Nicanor, de negro, infantil y animado como siempre, parece el baturro que va de ferias a Ayerbe a cantarle joticas a la Virgen en la fiesta y torear, de paso, los becerretes que le echen. Calleja, el novillero, entre los dos ases, piensa en las tardes de triunfo que le esperan. Los mozos de estoque de nuestros amigos, lejos de los barullos y recados tan complicados de la mañana de corrida, descansan y fuman como dos bienaventurados; los aficionados que arrojan el guante a los espectadores se dan cuenta, ante el roce con los ases, de la grandeza de su profesión y de las alegrías y amarguras que son inherentes al triunfo ó al fracaso. Alipio Pérez Tabernero, con su eterna sonrisa infantil y su hermano Antonio están a los quites de Bero, el pelotari, que con sus arranques primitivos de vasco bien alimentado, borra, por contraste, el cuadro que componen los toreros con su proverbial seriedad y los amigos que les servíamos de contraste y de compaña. El almuerzo, con el clarete traído de las bodegas de estas tierras del Duero, y los pimientos asados que son gloria pura, no puede ser más pintoresco y atractivo. Los músicos van a buscarnos para llevarnos al café, y a los compases de un pasodoble salimos todos, conscientes de nuestra importancia en las calles de Bañobárez. Alipio dirige el cotarro, y el alcalde multiplica sus atenciones con todos. También en comitiva, desde el casino, nos trasladamos a la plaza, y ante aquellos carros, ante aquellas mozallonas sanotas como manzanas y fuertes y bravas como jayanes, ante aquellos pañuelos, y aquellas sayas, y aquella sobriedad en el vestir de los labriegos, y ante el traje adomingado del señorío de los contornos, D. Francisco de Goya y Lucientes hubiera hecho un aguafuerte más, La capea de Bañobárez, en su rica colección de estampas, con esta leyenda: «En Bañobárez de Salamanca. No ai remedio. La afición nos come.»
Todo ha sido gracioso y españolísimo en Bañobárez. Villalta, confiado y alegre como un niño grande que es el buen baturro, estropeó los pantalones entallados en la refriega. Félix recibió también un serio achuchón de uno de los becerretes de Alipio, que salió bravucón y pegando. Nos divertimos de veras en la lidia. En las últimas lloras de la tarde regresamos a Salamanca. Yo me encajono en el auto entre los paquetes de banderillas y las prendas rojas de los achiperres de los mozos de estoque. Yecla. Vítigudino. Encinares, dehesas. Villar de Peralonso, y Zafrón, y Villarmayor.
Todos estos caminos no son sino recuerdos para mi, recuerdos de gentes y de escenas que llevo bien grabadas en el espíritu. Golpejas, y el recuerdo de un cochero gordo. La calle larga de Doñinos. El puente de la Salud. Novelty... Fatigados vamos a la cama a dormir como los ángeles, hasta el amanecer del día siguiente.
JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS
Con motivo del parte remitido por el Juez municipal de Bañobárez a este de Instrucción, dando cuenta de haberse encontrado un hombre muerto en el termino de Medinilla, agregado de aquel pueblo, el martes salió para dicho punto el celoso y activo Juez de instrucción Sr. Sala, acompañado del escribano Sr. Ribon y de un alguacil al objeto de practicar las oportunas diligencias en averiguacion del autor ó autores del crimen.
Dícese, que el cadáver, presenta señales de haber sido asesinado a pedradas, pero no podemos responder de las versiones que corren acerca dle la muerte del sujeto en cuestión y sus circunstancias, por no habernos sido posible adquirir mas noticias. A la hora de cerrar nuestro alcance aun no ha regresado el juzgado.
... a los veinte días del mes de febrero de mil ochocientos ochenta y nueve, se le dió sepultura eclesiástica al cadáver de Ramón Rengel, consorte de Mª Mercedes Rengel, y Herrero, que habia fallecido hacía tres días de mano airada en el término de Medinilla según diligencias judiciales; era natural de la Redonda de edad de treinta y un años hijo legítimo de Ángel Rengel y Ana María Herrero...
Con la flor de la adelfate he comparado,que es hermosa, y no comede ella el ganado.
Eres como la adelfa,mala gitana,que echas hermosas flores,y luego amargan.Cancionero popular. Colección escogida deseguidillas y coplas,recogidas y ordenadas porD. EMILIO LAFUENTE Y ALCÁNTARAde la Real Academia de la Historia.Madrid, 1865
¿Para qué me dijisterosa temprana,si soy la mas tardiaque hay en la rama?
¿Para qué me dijisteblanca azucena,si la azucena es blanca,y yo soy morena?
Cancionero popular. Colección escogida deseguidillas y coplas,recogidas y ordenadas porD. EMILIO LAFUENTE Y ALCÁNTARAde la Real Academia de la Historia.Madrid, 1865
INVITACIÓN
Camaradas de vida metódica
que vivís requemando el cerebro
con arduos problemas
de sabios maestros,
los que vais a las aulas docentes
con rostros enfermos,
enjambres humanos
que respiran el vaho epidémico,
que exhalan las urbes
de sus recovecos;
ciudadanos de vida cansina
que tenéis el espíritu enteco
encerrado en un cuerpo canijo
gastado y anémico;
¡Amigos del alma!
Venid a mi pueblo.
Villa charra que llámanla Vieja
con ser el más nuevo
de los cortos y humildes lugares
que figuran en el abadengo.
Veniros conmigo,
salid del estrecho
recinto murado,
donde reinan los mil embelecos
que el mundo establece
para dar disfrazado el veneno.
Volvereis con la cara morena,
que el sol lugareño
no perdona sus toques de lumbre
cuando topa a cualquier forastero,
venid acá todos:
A beber en las alas del viento
los efluvios que bajan del monte,
los aromas que suben del huerto.
A empapar en visión luminosa
la mirada en el disco de fuego
que madruga a templar con su lumbre
de la tierra los rústicos senos
a saltar en el césped tupido
de los prados tendidos y frescos,
donde crece la hierba de a vara
entre acelgas, marujas y trébo.
Gozareis el oxígeno puro
del vivir salutífero; luego
cantando tonadas
al compás de sonoros cencerros,
a buscar por las quiebras del monte,
cuando empieza a segarse el centeno,
los hilos de plata de barcéa
en penachos espléndidos
que se rizan, cuando el sol los besa,
formando sus flecos
caprichosos anillos, que vuelven
por la noche a esponjarse de nuevo.
Esta plata, que riza en las cumbres
el Sol veraniego,
es más llevadera,
y es hermosa y no cuesta dinero,
por los campos de mieses maduras,
cambroneras, matojos y brezos,
gateando entre espesos zarzales.
A buscar el vival del conejo,
y la tímida liebre en la mata,
Y la esquiva perdiz en el teso,
a caballo en potrancos cerriles
haremos encierros
de las reses que comen de gorra
en las dehesas de mis lugareños,
corriendo las vacas,
lidiando becerros,
que pagan el pato
babeando el corral de concejo.
En las casas de los montaraces,
del monte en el centro.
haremos un alto, ,
celebrando el bravo paseo
los lances extraños,
los fallos y aciertos,
trasegando con calma sabrosa
en pulida liara de cuerno,
rameada a punta de navaja
con la pájara pinta en el medio,
rica leche recien ordeñada
que tempera el cansancio del cuerpo.
Y vosotros también, españoles,
que volasteis del nido paterno
que escuchó las primeras sonrisas
cuando erais pequeños.
El rincón amado
que sabe el misterio
del intenso sufrir y las lágrimas
que corrieron por él en silencio;
que fuisteis a América,
al Brasil, a la Plata y al Méjico,
buscando fortuna,
riqueza y dinero.
Por huir el trajín de una vida
llena de lacéridos:
dejad esas tierras,
venid a mi pueblo,
que en esos emporios
del mundo moderno,
no se va en los domingos a misa
no se reza el rosario en el templo,
solo quieren gozar de la vida
sin traba, ni freno,
aunque luego al morir, los arrojen
a un barranco lo mismo que a un perro.
¡Maldita avaricia!
Malditos anhelos
de bienes caducos!
¡Malaya el dinero
que envenena la savia del alma
que consume los jugos del cuerpo!
¡Jesús de mi alma!
¡Pobritos bohemios!
Como vuelven de aquellos lugares
del negocio venal con el vértigo
aullando blasfemias
con lenguas de infierno,
de la madre patria,
del nido paterno
que le dio la vida
porque es pobre, y es chico y es viejo!
Le da pesadumbre,
le ataca los nervios
la solemne y misérrima calma
de la patria sumida en silencio!...
para así renegar de una madre,
del amado rincón solariego
vomitando baldones e injurias
y cubrir sus blasones de cieno.
Yo no quiero tener mucha plata,
yo no quiero salir de mi pueblo,
de mi pueblo, solar de Castilla
tranquilo y sereno,
manantial de ideales de gloria.
poemas de ensueño,
que se filtran con honda raigambre
en lo mas escondido del pecho,
al sentir en la frente morena
el purísimo olímpico beso.
que caldea el alma
con febril llamarada de incendio.
¡Bendito mil veces
el humilde rincón europeo!
Festivales de ramos y danzas
que dirigen los tamborileros,
Romerías de Pascua, San Marcos,
Jueves Merenderos,
Cordones y Ofrendas
antiguallas de nuestros abuelos! ,
mogigangas de la vaca prima,
novilladas del típico encierro,
que semeja el asalto de un fuerte
que se toma con bárbaro estruendo;
ruidosas y alegres
corridas del pueblo,
donde tiende Genaro la manta
en la cara del toro cuatreño
con la misma guapeza y estilo
que los mas afamados toreros.
Yo no quiero empañar la pureza
de nuestro recuerdo.
Yo no cambio la plata argentina
que embolsa el logrero,
ni el oro a millones
que ofrece el comercio,
ni coronas de joyas artísticas,
ni ricos trofeos,
homenajes, jardines, estatuas,
ni el confort de palacios espléndidos
que pisan los ricos
por la Ermita del Humilladero,
sombreada de verdes parrales,
rodeada de prados y huertos,
arrullada por la algarabía
de finos gorgeos
con que ensalzan y aclaman por Reina
a la Virgen de Caballeros
los pardales grises
y los tordos negros.
La Ermita aldeana
que culmina en la altura del cerro,
donde rezo una salve a la Virgen
que me llena de paz, de consuelo,
y al posar en la imagen bendita
la mirada, responde aquí dentro
una voz poderosa, que dulce,
sin palabras me dice, que tengo
mi destino fugaz en la tierra,
mi morada eternal en el cielo.
Caminante de eriales
que subes la cuesta brava
con sarpullos y negrales,
porque la vida te clava
los pinchos de sus zarzales
deja los picos serranos,
donde la lucha se agita.
Vente a vivir a los llanos
gozarás la paz bendita
de mis lares castellanos.
Estoy de pie en el noble puente, la mitad del cual es aún hoy día de la época romana. Esos enormes muros de los monasterios y conventos, allá arriba, siempre formaron parte de la foto de mi imaginación. Se cuecen bajo el abrasador sol del mes de septiembre, al igual que toda España. Una larga cadena de mulos cargados pasan al trote, sus cascabeles tintinean alegremente, sus conductores gritan y golpean con sus látigos. Un fornido campesino con un pañuelo a la cabeza y cubierto con un sombrero de alas anchas, chaquetilla, faja roja y pantalones ajustados hasta la rodilla, galopa sentado en una alta silla de montar. Su caballo de raza muestra una buena parte de la herencia árabe. Sobre los cuartos traseros lleva una pareja de mantas y una sombrilla. Un mendigo se detiene delante de mí, y me ruega que por el amor de Santa María, le dé una perra chica. Dos viejos amigos ya mayores pasan charlando sobre la esposa de Manuel. Uno lleva un par de aves juntas atadas por las patas; los pobres pájaros están haciendo supremos esfuerzos para mantener la cabeza erguida en su posición natural. Algunos pequeños muchachillos lanzan piedras a las lavanderas del río. Un anciano sentado en la grupa de un burro deambula lentamente. Sí, esto es lo que me imaginaba que era España...
Añadir a las moscas, innumerables mendigos, con horribles llagas, y además despojos y suciedad en las calles,....
Hice un dibujo de la única vista que puede ser obtenida de la parte exterior desde la Plazuela chica. La linterna central central está coronada por el emblema de la nobleza, un gallo, y está formada por una torre octogonal con una cúpula de piedra.
La torre está porticada y tiene cuatro cúpulas o torretas y buhardillas en las esquinas, similares a las de Zamora.
No creo que en ningún otro lugar, salvo en Tarragona, fueran tan castigados mis nervios olfativos como en Salamanca. Miles de moscas se posaban en mi caja de pinturas así como sobre el papel, fuese cual fuese el sitio que eligiera para sentarme a dibujar. Ahora puedo apreciar completamente las torturas que sufrieron los egipcios durante la plaga...
Especies anti-raquíticas para colchones.
Coloqúese la pelota enmedio del colchón; mézclese lo demás con la paja, de avena o de cebada. Se acuesta a los niños raquíticos sobre estos colchones, los que se exponen frecuentemente al aire para privarlos de la humedad.
- Helecho macho, 6 libras;
- Hojas y sumidades de mejorana, de menta, de salvia 4 puñados de cada una;
- Flores de meliloto, trébol oloroso, saúco, rosas rojas y manzanilla, 2 onzas de cada una
- Musgo de Córcega 4 onzas
- Alcanfor 1 onza
- En el centro de una pelota de crin poco apretada, pimienta negra, 2 onzas
Form. de Sante Marie.La Botica. Repertorio general de farmacia prácticaFrançois Laurent Marie DorvaultMadrid, 1853
"A un panal de rica miel,Una rosa, no es un panal, ni tampoco una de las flores con más cantidad de néctar, pero también encuentran en ella, alguna que otra gotita ...
dos mil moscas acudieron,
que por golosas murieron
presas sus patas en él"
- ¿ Y tú, eres el de Alejo?..
Y yo respondo con la voz velada:
- Yo soy hijo de Alejo, el de Lumbrales,
y fue mi santa madre Candelaria...
(Los Patriarcas, Fuenteliante, 1914)
Yo le pido al Dios del cielo
y a la su madre bendita
que vos tenga sano, agüelo,
y Vos dé vida enfinita;
pero si Dios vos la quita,
pa endulzarme algo los males...
¡Dejaime á mi esa viñita
que da el mosto de Lumbrales!
(El mosto, 1911)
¡Oh Bogajo! Yo tu suelo,
piso con dolida planta...
(El recuerdo del Abuelo
estrangula mi garganta).
|Aquí nació! ……
……………………………….
Entré en la iglesia... De hinojos
recé lleno de ternura
con lágrimas en los ojos.
«Padre Nuestro»... !Suba al cielo
el ánima de mi Abuelo
de esta oración al final!..
(En recuerdo del Abuelo, 1917)
Aquellas puras mañanas
de aire sano y azul cielo
en que las yuntas lozanas
iban a arar Las Merchanas,
desfilando ante mi abuelo.
Y aquellas tardes triunfales
que en mis horas de Lumbrales
miré a los mozos rumbones
con los bueyes colosales
uncir rebeldes domones.
(Evocación)
Solemnes y apacibles
van entrando los viejos patriarcas.
Ellos vieron las épocas triunfales
—pretéritas y claras—
en que mi abuelo al Regajal pusiera
con noble empeño las primeras vallas.
Ellos le vieron en las noches frías
mangar solemne su anguarina parda,
y en los albores claros del estío
montar su potro. y acosar las vacas
(Los Patriarcas)
“Yo soy aquel Ricardo que contigo en Lumbrales
tantas veces jugara a la calva y la pina;
juntos fuimos a escuela y a quemar los zarzales
que formaban vallado en alguna cortina”
¡Yo también hago coplas!....?”
Inclinó la cabeza
como ruborizado por la audaz confesión,
Y, repuesto más tarde, agregó con llaneza:
— ¡Me leía las tuyas el pobre don Ramón”
¡Don Ramón, el anciano maestro que algún día
vertiera en nuestras almas la semilla ideal
mis versos de poeta ciudadano, leía
al pastor, a mi hermano, el poeta rural!
……..
(El maestro)
¡Oh, tardes en que abrimos
un paréntesis largo en el colegio
y por valles y montes
perseguimos las cabras y moruecos,
robamos garbanceras y membrillos,
trepamos chopos y cogimos huevos
de pajarillos….
(Los tiempos varios)
—¡Oh prados y dehesas
que fuisteis de mí padre y de mi abuelo,
si tenéis una mano que os trabaja,
bien estáis en la mano de otro dueño!
Yo soy el fuerte, el denegrido
hijo de pardos trigales llanos
que canta el mundo donde ha nacido
entre poetas y entre aldeanos…”
Pocas, pero agradables, han sido las horas que pasé en Ciudad Rodrigo. Las suficientes para ver las tallas del coro Catedral y visitar el estudio de mis amigos Mario Rivadulla y Alejo Hernández. Del coro pienso ocuparme con mayor detenimiento; del estudio de mis amigos solo puedo encarecer el rico arsenal de antigüedades con que lo adornan y un retrato del poeta charro, vistiendo el traje regional donde Mario Rivadulla ha derrochado el “tesoro de color” que le profetizaba nuestro común maestro Muñoz Degrain cuando empezó su brillante carrera vistiendo aun el pantalón corto de los niños…
………….
¡Veladas!... ¡Dulces veladas
cambiando el naipe sencillo
entre buenos camaradas!
Dulces, sí; pero amargadas
por la suegra en el pasillo
Fino sabueso, conoce
vuestra silueta en la sombra
y os da el ¡alerta! a las doce
de la noche, al oír el roce
de vuestros pies en la alfombra.
Y en la primera ocasión
(día siguiente, al comer)
se da el bárbaro placer
de decir con distracción:
"¿A qué hora viniste ayer?"
………….
El tío Donis tenía un hijo
que en el pueblo era un güen mozo
un año le cayó en quintas
y fue a la guerra del Moro.
¡El pobre del tío Donis!...
Ahora que está viejo y solo
tie que agarrar la mancera
dimpués de uñir los gües rojos.
.......
¡Maestro portentoso, buen Rodrigo Alemán,
padre mío en el Arte, consejero y amigo!
Tus tallas peregrinas, placer y honra me dan,
pues yo, lo mismo que ellas, nací en Ciudad Rodrigo.
Antes de dar este libro a la estampa, hemos pensado mucho sobre la conveniencia e inconveniencia de ello. No se nos ocupa que algunos españoles han de recibirlo con indignados aspavientos, encastillados en una tradición pseudomoral con no escasos rebozos de hipocresía, pero no es menos cierto que también muchos españoles más cultos, más libres de prejuicios y con un sentido más helénico del Arte y de la vida, lo recibirán con regocijo, no por el valor intrínseco de la obra (que es bien escaso) sino por la nueva orientación noble y libre que señala, por el paganismo que reverdece,….
…..
Leo todas las noches un trozo del Quijote;
sé cincelar el verso lo mismo que la prosa
y desprecio al torero igual que al sacerdote.
…..
Amo los voladores corceles, el buen vino,
los naipes y el encanto de las bellas mujeres,…
“En Poemas Libertinos, alienta un alto poeta. Basta la lectura de sus páginas, …., para convercernos prontamente. En otros empeños, la musa de Alejo Hernández, acreditará y ratificará sus admirables realidades.”
Tras penosa enfermedad, llevada con resignación cristiana, ha fallecido ayer en la Ciudad Sanitaria Francisco Franco, don Alejo Hernández Estévez, abogado y periodista, a los ochenta y tres años de edad. Era padre de nuestro entrañable compañero en las tareas informativas del diario "Marca" don Virgilio Hernández Rivadulla, a quien testimoniamos nuestro sentido pésame, así como a su hermano Astolfo….