Las gentes de la antigüedad ya la conocían y utilizaban. Se la cita en algunos textos de Virgilio y de Lutecio, donde ya se mencionaba su sabor muy amargo por lo que, en esos años se la conocía como hiel de la tierra.
Sin embargo, el nombre con el que hoy se la conoce proviene del griego kentaureios y se refiere al centauro, ser mitológico mitad hombre y mitad caballo.
Los egipcios la usaban para curar la hipertensión. Y en textos del siglo V aparece mencionada por sus valores como purgante, curar heridas y lavar los ojos.
A fines del siglo XIX se la uso en polvos (Polvos Portland) para tratar de curar la gota.
Su sabor es muy amargo debido a la presencia de sustancias como iridoides, flavonoides y xantonas, en su composición. Es un tónico amargo, estomático, utilizado generalmente para combatir la pérdida de apetito. Muy útil también contra la alopecia, contra los parásitos y la diarrea.
Se puede utilizar en modo externo para evitar las infecciones de heridas, curar picaduras de víboras y otros animales ponzoñosos. Muchos medicamentos autorizados la incluyen.
Actualmente se usa en cosmética para teñir el cabello de amarillo brillante, con una duración apreciable. La industria la ha incluido en la elaboración de vinos, licores y bebidas amargas.
Fuente: Wikipedia
Las fotografías que véis las tomé en el camino de la Pernalona, a escasos metros de la confluencia de éste con la carretera de Villares. Era una mañana soleada y húmeda -acababa de pasar una tormenta por la zona- de finales del mes de mayo.
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