Desde Villavieja
Preocupado, como lo está todo el mundo ahora con este tiempo, no acierto a empezar a escribir más que por los desmanes que aquí, como en todas partes y aunque menos que en otras, nos está produciendo. Tres noches llevamos a oscuras, por haber derribado el viento los postes-soportes de los cables conductores del fluido eléctrico, y llevaremos aún algunas más por las dificultades para su reposición en una extensión grande como lo es la del derribo, en un terreno encharcadísimo, y habiendo de luchar además con la impetuosidad de los vendavales, que aún perduran. Sabemos que la Hidroeléctrica del Agueda trabaja con ardor por restablecer el servicio, pero sus esfuerzos se estrellan por de pronto y sufre en silencio los rigores del temporal, acordándose de que fueron sus pérdidas enormes cuando la riada de hace dos años destruyó su presa y canal y la casa de máquinas, y pensando fundadamente en que por la calidad y emplazamiento de las nuevas obras, el desastre de ahora no puede llegar más que a una mínima parte. Del mal al menos, dice la empresa y el público, paciencia. Tras de este tiempo vendrá otro tiempo.
Las tejas, aleros, chapas de cinc y canalones que estos días han volado por los aires han sido innúmeros, pero gracias a Dios no han producido más que perjuicios pecuniarios de poca monta, en comparación de los que han de verse dentro de poco tiempo en los sembrados, llenos ya de agua y de hierba y sin poder nacerse las labores. De esto se quejan los labradores y hacen coro además con todos los de la región, que tienen cual ellos su grano en las paneras por falta de precios remuneradores, y más por aquí en que fue mediana la última cosecha.
Para efectuar una inspección y medición de terrenos por orden judicial, estuvieron ayer aquí, aguantando en pleno campo la nevada, granizada y ventisca con que el cielo les obsequió, unos cuantos señores de la curia, a quienes diría que tuve el gusto de saludar y conocer, si no me saliera al paso el disgusto al saber el fin de su venida, origina da por un pleito ó litigio entre convecinos que quiero y aprecio de veras, y a los cuales deseo todo el bien posible. En su obsequio, y puesto que uno ú otro ó todos han de perder, hubiese yo preferido que no se hiciese la visita; pero ya que se hizo, honra fue para nosotros estrechar las manos, empezando por las de los que viven más| distantes, del abogado vallisoletano señor Gavilán, de los peritos ingenieros salmantinos señores Cid y Salcedo, del juez del partido señor Martínez, de los abogados Carranza y García Cid, de Vitigudino; del actuario señor Gonzáles y de los procuradores señores San Segundo y García, que con el alguacil habrán marchado quejosos, sí, del tiempo, pero no así de los sentimientos de consideración y aprecio de este vecindario que sabe cumplir los deberes de hospitalidad cuando llega el caso, y pese a esas incongruencias y resabios
El corresponsal.
9 de febrero de 2012
Temporal
Durante los primeros días del mes de febrero de 1912, justo ahora cien años, se produjo en todo el oeste de la península ibérica un fuerte temporal de lluvias que, si bien no llegó a los extremos del ocurrido tres años antes (riada de 1909), si ocasionó también inundaciones en varias provincias. Sevilla, por ejemplo, se vió fuertemente afectada. En Salamanca y Ciudad Rodrigo también se puso la cosa mal. Incluso en Villavieja. Veamos como lo relata el corresponsal de "El Adelanto" en nuestro pueblo.