25 de mayo de 2012

El cultivo de la patata

Hace unos cien años la agricultura española estaba atrasadísima si la comparamos con la de algunos países europeos. Ni que decir tiene que el único abono que se conocía era el estiércol, abundando los lugares destinados a estercoleros no solo en los propios corrales sino también en diferentes caminos en los alrededores del pueblo. Pero ya entonces se comenzaban a expandir y divulgar las nuevas ideas acerca del cultivo mediante el uso de los fertilizantes químicos. Aquí tenemos un ejemplo, publicado en El Adelanto el día 8 de mayo de 1912.

 

Al hilo de esta reflexión digamos que en Salamanca la única industria de tipo químico que hubo - duró hasta hace pocos años- fue la superconocida MIRAT, con sus abonos NPK (N de nitrógeno, P de fósforo y K de potasio). Era precisamente uno de los mejores abonos para el cultivo de la patata, según podemos deducir del texto del artículo.

Por cierto, donde leáis "azoados" poned "nitrogenados". Es el término más moderno usado en química actualmente.

 

PÁGINA AGRÍCOLA


El cultivo de la patata en España ¿es susceptible de mejora?


El cultivo de la patata en España tiene una gran importancia. Puede decirse que en muchas provincias el tubérculo de esta preciosa solanácea, constituye verdaderamente el pan del pobre. Desde hace varios años, nuestro labrador cultiva algo más racionalmente la patata. Emplea variedades seleccionadas y efectúa mejor las labores del campo, lo cual constituye realmente un progreso. Sin embargo, creemos que el agricultor no se preocupa lo suficiente de una cuestión de capital importancia de todo cultivo que se efectúe de una manera racional. Nos referimos a la cuestión del abonado. Una cosecha de solo 10.000 kilos por hectárea, que por cierto seria considerada como irrisoria en países tan adelantados en agricultura como en Alemania, Bélgica y Holanda, exporta del suelo las cantidades siguientes de elementos nutritivos: 10 kilos de ácido fosfórico, 34 de nitrógeno y 58 de potasa. Ahora bien; ¿qué método sigue el labrador para restituir a la tierra todos estos principios? Muchos emplean algo de estiércol, otros, partidarios de los abonos químicos, se contentan con emplear, ó bien los fertilizantes azoados, ó bien los fosfatados, y en cuanto a la potasa, hay muy pocos que se preocupan de su restitución. Esta manera de obrar es completamente absurda. Es evidente que para evitar el empobrecimiento del suelo, hay que restituir los tres elementos. Para que una fórmula de abonado pueda considerarse como racionalmente establecida, en su composición deben entrar los abonos azoados, fosfatados y potásicos. El elemento que la patata absorbe con más avidez, es la potasa. Esto se comprende fácilmente si se tiene en cuenta el papel importante que juega la potasa en la formación de la fécula y que contribuye, no solamente a aumentar la producción, sino que al mismo tiempo mejora la calidad del tubérculo. No queremos cansar a nuestros lectores con mas consideraciones y preferimos demostrar con cifras la verdad de cuanto decimos. En diferentes puntos de España, se han hecho ya muchas experiencias con los abonos químicos. La falta de espacio nos obliga a limitarnos a dar cuenta solamente de un ensayo, pero este realmente muy interesante, practicado por don José Prieto González en Celanova, provincia de Orense. Dicho señor, dividió su campo de experimentación en tres parcelas: la primera no recibió abono alguno y la cosecha fue de 2.260 kilogramos por hectárea; la segunda parcela fue abonada con 400 kilos de escorias y 200 de nitrato, y se cosecharon 8.600 kilos de patatas, y en la tercera que recibió los mismos abonos que la segunda, mas 800 kilos de kainita, la cosecha alcanzó la cifra de 15.400 kilogramos. Este ejemplo demuestra claramente que para la obtención de la cosecha máxima, el empleo de los fertilizantes azoados y fosfatados no es suficiente y que su acción debe ser completada y aumentada por medio de las sales potásicas. El experimentador hace además notar, que el suelo del campo de ensayo era poco fértil y que la sequía que reinó durante el tiempo del ensayo perjudicó a la vegetación . La kainita debe ser aplicada dos ó tres meses antes de la siembra y puede ser sustituida por el sulfato ó el cloruro de potasa, pero en dosis cuatro veces menores. El cloruro debe ser esparcido igualmente con bastante antelación a la siembra, mientras que el sulfato, en mezcla con los abonos azoados y fosfatados basta con emplearlo unos días antes de la siembra.

El Adelanto, 8 de mayo de 1912.