1 de mayo de 2012

Primero de Mayo


Así celebraron hace cien años la Fiesta del Primero de Mayo los trabajadores en la capital charra. Lo contó el periódico El Adelanto el día 2 de Mayo de 1912. La fotografía superior muestra la manifestación habida en dicho día en Bilbao (Nuevo Mundo, 9 de mayo de 1912)



1º de Mayo
La fiesta de los trabajadores. La víspera de la fiesta. La función en el Liceo. Al amanecer. Dicen los obreros. Dice el alcalde. Peticiones al Gobierno. La manifestación. La jira. En el desfile...

En la noche del 30 de Abril, me reuní en el Liceo con los obreros salmantinos, para recibir dignamente al 1.° de Mayo, fechas ambas (dicho sea de paso y en aras de un sentimiento de dolor inextinguible) que guardan para mí amargos, dolorosos, inolvidables recuerdos... Mas ¡ay! que este despiadado oficio de periodista no sabe de fechas, ni perdona dolores íntimos, y a él hay que rendir culto siempre, y a él hay que entregarse, aunque por dentro de nosotros estemos entregados, en cuerpo y alma y en el recuerdo, a otras cosas que fueron... Entré, pues, en el Liceo. La sala rebosaba de público. Los palcos y las plateas, las butacas de patio y las de palco, las localidades del paraíso, todas, en fin, hallábanse ocupadas por gentes obreras.
—¡Viva el 1.° de Mayo!—gritó un espectador así que la banda provincial preludió una sinfonía.
—¡Vivaaaa!...—gritaron dos mil voces, fuertes, sonoras, llenas de entusiasmo.
De los palcos pendían las banderas de las distintas sociedades de resistencia, que integran la Federación Obrera salmantina. Largos ramos de follaje adornaban los antepechos de las plateas y de los palcos, exornados, además, por grupos alegres de bellas y hermosas artesanas. Y junto a una platea, donde se acomodaba una familia modestísima, veía yo al gobernador civil con la suya, y luego al alcalde, con los concejales señores Villalobos, Santa Cecilia, Maldonado, Iscar Peyra y algún otro, y más allá, en algún palco y en algunas butacas, señoritos y señoritas, entre la gente del pueblo.

Era curioso el espectáculo y era hermoso y consolador el conjunto. Ni un incidente, ni el más pequeño desorden, ni la menor muestra de ineducación se vio durante la larga función. Al contrario: los obreros dieron pruebas de una cordura, de una fraternidad, de una educación a toda prueba, y lo que algunos creyeron fracaso, resultó ser una fiesta hermosa y digna de los pueblos cultos.
—¿Qué le parece a usted, señor periodista, el aspecto, la fraternidad y el orden que hay en la fiesta?—me preguntó un obrero amigo.
—Admirable y digno de todo elogio—le contesté. Y el obrero, orgulloso y llenó de entusiasmo, me replicó:
—¿Lo dice usted de veras?
—De veras.
—¡Cuánto lo celebro!
—¿Por qué?
—Porque usted lo ha de decir así en el periódico, y entonces verán todos que los obreros tenemos cultura cuando se precisa y demostramos educación cuando hace falta. Y me despedí del trabajador amigo, estrechando su mano.

La fiesta, o mejor dicho la función, fue una función eminentemente obrera. Obreros manuales fueron los actores; obreros manuales eran también los autores de las obras que representaban, a excepción de la que se representó en último lugar. Confesión de padre, drama en un acto, de los obreros Alfonso Péreznebro y Dámaso Sánchez Herrero (y que no vamos ahora a criticar, ni mucho menos), fue la primera obra, representada por las señoritas Garach (que estuvo muy discreta y supo encarnar muy bien su papel), Alcón (M.) y Alcón (C), y los señores Marcos, Ansede, Rodríguez, Hernández, Cárdenas y García. Los tres primeros, que ya han trabajado en la sociedad Bohemios, se acreditaron una vez más como artistas dignos de mérito, cumpliendo bien los tres últimos. Don Manuel Guerra dijo después, muy bien y con gran entonación, el monólogo dramático ¡Fuerte es el destino!, del que es autor, siendo muy aplaudido, tanto por su labor, como por los bien compuestos versos del monólogo, limpios, armoniosos y bien rimados. Seguidamente se verificó el estreno de El tío Juan, boceto dramático, de los señores Pereznebro y Guerra, basado en los hechos titánicos que un pobre obrero, ya viejo, tiene que sostener para alimentarse él y alimentar a dos nietos huérfanos que con él viven, luchas que se agravan y miseria en el hogar que se agranda, cuando ve que en las obras no le admiten por exceso de personal unas veces y por ser ya anciano otras. Fue muy aplaudido el señor Guerra, autor y protagonista del drama, así como los niños de Arriba y Pérez. Y la función terminó con Pepito Melaza, que hizo pasar a la concurrencia un buen rato. De propósito he dejado para lo último los intermedios cómico musicales, que nos sirvieron dos obreros artistas, los señores Moreno (padre é hijo). Ambos, sobre todo Moreno (hijo), es un artista que será siempre aplaudido en cuantos públicos se presente. Toca el violín, la mandolina, la guitarra, hace juegos malabares, interpreta obras, valiéndose de botellas, etc., etc., todo con una precisión y con una maestría admirables. En verdad, el joven señor Moreno, que es muy simpático y muy hábil, causó en nosotros grata sorpresa. ¡Ya, ya puede dejar la brocha gorda y hasta los pinceles y dedicarse a malabarista, en la seguridad de que, si no llega a Watry (como le llamaba su padre irónicamente), muy cerquita le ha de andar! Vaya una felicitación muy entusiasta y muy sincera para estos humildes y modestos artistas, que aún les queda tiempo y humor, después de la diana jornada de trabajo, para dedicarse a estos entretenidos juegos. Era la una de la madrugada cuando terminó la fiesta del Liceo, fiesta grata y simpática que ha de dejar recuerdo entre los trabajadores salmantinos.

A las seis de la mañana de ayer, 1.° de Mayo, nos despertaron los obreros con sus dianas y sus cohetes. Veíanse las calles animadas. Los trabajadores, limpios, endomingados, disponíanse a celebrar su fiesta. A las diez, el Centro obrero se vio abarrotado de público. Para esa hora estaba señalado el comienzo del mitin. Llegamos a la Federación obrera. Muchos trabajadores leen periódicos socialistas. Otros, escuchan la lectura. Poco a poco van llegando más obreros hasta el extremo de llenarse el amplio local y quedarse en la calle un centenar de rezagados. El local está adornado con colgaduras y con las banderas de las sociedades, juntamente con el estandarte de la agrupación socialista. Es grande la animación y mucho el entusiasmo. Allá en la plataforma, en la mesa presidencial, vemos, al alcalde señor Hernández Sanz. Nos saludamos. Don Guillermo, con su letra menuda e igual, va apuntando en una cuartilla, formando ringlera, los nombres de los oradores que han de hacer uso de la palabra. Luego se sienta en la presidencia; se sujeta los lentes, se descubre, tose, arroja la colilla al suelo, hace vibrar el timbre y dice:
—¡Señores!...—Y el público calla, se descubre y anda trabajosamente queriendo llegar a la plataforma.
—¡Señores!...—Vuelve a decir don Guillermo. Se hace el silencio, y el alcalde sigue diciendo:
—¡Señores: don Angel Boloao, tiene la palabra...
—Más que amigos sois compañeros—dice el señor Bolao.—Y como compañeros, os hablo, y como compañeros os dedico desde este sitio la ofrenda de un sentido recuerdo al joven estudiante Parera; que desde aquí os habló el pasado año y que murió, poco después, trágicamente... Suenan en el público algunos aplausos que son como ofrenda al compañero muerto y sigue el señor Bolao:
—Me satisface y me enorgullece vuestra solidaridad y vuestra consciencia. El año transcurrido ha sido fructífero para vosotros. Habéis ganado una huelga y vais a tener pronto, a vuestro lado, a los dependientes del comercio. Yo hago votos porque esto se confirme y yo os pido unión y solidaridad y yo os deseo triunfos.

Vuelve don Guillermo a hacer vibrar el timbre, y habla don Matías Sánchez, y luego don Alfonso Pereznebro, y seguidamente don Santiago Riesco, y por último, el alcalde.
—Nada más grato para mí—dice don Guillermo—como representante del pueblo de Salamanca y como presidente de la Junta de Reformas Sociales, que felicitaros, no sólo por la cordura de que disteis pruebas en la fiesta de anoche, sino por la que habéis demostrado y estáis demostrando en el acto que ahora celebramos. Por vuestra unión, por vuestros dignos directores, habéis alcanzado la rebaja de media hora en la jornada de trabajo, pero no debéis concretar vuestro esfuerzo sólo a este fin, sino al de abaratar las subsistencias, al de vivir en casas higiénicas, al de mejorar vuestra alimentación. Yo, como alcalde, os prestaré mi apoyo. El Ayuntamiento se preocupa de sanear a Salamanca, de evitar que como hoy pasa, sólo haya alcantarillado en calles donde viven los pudientes, como vulgarmente se dice. Ha hecho el Ayuntamiento unos proyectos de alcantarillado que yo estoy dispuesto a dar cuenta de ellos a la clase obrera para que vea ésta sus ventajas y sepa que, aunque caros, no lesionan intereses y servirán para aminorar la mortalidad en Salamanca. Para pedirme algo vosotros, no necesitáis intermediarios; aquí estoy yo, en mi casa, en la alcaldía, os recibiré al sólo anuncio de vuestra visita. Y terminó diciendo:
—i Viva el 1.° de Mayo!

Respondieron los reunidos al viva sonoro que el alcalde lanzó, y hecho el silencio, el secretario de la Federación dio lectura al siguiente documento:
"Excelentísimo señor Presidente del Consejo de ministros: Excelentísimo señor: La Federación Obrera de esta ciudad, celebrando como en años anteriores la Fiesta del Trabajo, ha celebrado en esta fecha un mitin, acordándose remitir a V. E., para que dé cuenta al Gobierno de S M., de las peticiones acordadas en el mismo y que son las siguientes: 1ª Legislación obrera, singularmente la jornada de ocho horas. 2ª. Pronta terminación de la guerra de Melilla. 3ª Abolición de la ley de jurisdicciones. 4ª Amnistía por los delitos políticos y sociales; y 5ª Levantamiento de la suspensión de sociedades y centros obreros. Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. Salamanca 1° de Mayo de 1'912. — El presidente, José Barbero; el secretarlo, Román Eloy Garda."

La asamblea lo aprobó por unanimidad.
Acto seguido se organizó la manifestación para ir al Gobierno civil a hacer entrega al señor García Alonso del documento copiado mas arriba, para que se encargase de elevarlo al Gobierno del señor Canalejas. Abriendo marcha la banda provincial y siguiendo las banderas de las sociedades de resistencia, marcharon los obreros, en correcta formación al Gobierno civil, donde una comisión compuesta por el comité de la Federación, fue recibida amable y cortésmente por el señor García Alonso, quien recibió las peticiones prometiendo enviarlas al señor Canalejas. Marchó la manifestación por las calles de Garcíá Barrado, Poeta Iglesias a la plaza Mayor, regresando a la Federación por la de San Justo, donde se disolvió.

En La Chopera se celebró por la tarde la jira campestre, animada y concurrida. Centenares de familias de obreros merendaron a la orilla del Tormes. La banda provincial amenizó la jira. Y al atardecer, ya en el desfile, se oían los ecos de La Internacional, cantada por diversos grupos de obreros, en medio de la paz augusta de los campos.

El Adelanto, 2 de Mayo de 1912