11 de abril de 2011

Venganza charra

Recuerdo de pequeño haber asistido alguna vez al "tormento" -porque así habríamos de calificarlo hoy día- al que se le sometía a algún perro callejero que se atrevía a entrar en "territorio o barrio ajeno". El atarle una lata a la cola y azuzar al pobre perro para que corriese por las calles perseguido incesantemente por la lata rugiente que golpeaba el suelo tras él produciento un estrépito de mil demonios... Nunca me gustó esa "faena" que a la mayor parte de la gente le parecía harto graciosa.

Traigo hoy a estas líneas una pequeña poesía que trata de esa cuestión. Es original de don Matías García Miguel (1873-1954), natural de San Felices de los Gallegos y que fue más conocido con el sobrenombre de "el cura poeta", como se le denominaba en la zona donde desarrolló su ministerio sacerdotal (Navasfrías, Fuenteguinaldo, Ituero de Azaba,...) Pertenece al libro "El país charro".


VENGANZA CHARRA

Una charra salmantina
tenía un perro faldero,
muy bonito y muy simpático,
con un cascabel al cuello,
al que cogieron un día
unos cuatro zapateros
y le ataron a la cola
una lata de pimientos,
con cuyo ruidoso apéndice
el perro salió corriendo,
haciendo en el empedrado
tan fenomenal estrépito,
que lo llevaron en triunfo
los muchachos por el pueblo
y le mataron las pulgas
en el caño sumergiéndole...


Había pasado ya un mes,
y la charra sin aliento
presentóse en el taller
diciendo a los zapateros:

- Corréi, que en las pesebreras
se me ha entallao el jumento;
sacármelo por favor
plonto del atolladero...

Decididos a librar
al pollino del aprieto,
en el corral de la charra
entraron los zapateros,
que encontraron un novillo
provisto de enormes cuernos
que, arremetiendo con furia,
a uno cojo, al otro dejo,
los volteó por el aire,
los arrastró por el suelo
y bravamente jugó
a la pelota con ellos...

.