En el mes de diciembre
voy por las tardes
a pasear un rato
los olivares,
pues ver me gusta
a la gente apañando
las aceitunas.
Por las agrias laderas
que baña el río
se extiende el verde monte
de los olivos.
Tiene un encanto
que no me canso nunca
de contemplarlos.
Van las aceituneras
durante el día
a ganar dos reales
por la fatiga
de ir recogiendo
el fruto que los hombres
le van cayendo
Con penoso trabajo
llenan las cestas
andando siempre a gatas
sobre la tierra,
y en los costales
las vacían, y vuelven
a sus afanes.
Como en los olivares
se siente frío
y los pies y las manos
se quedan rígidos,
es necesario
encender las hogueras
y calentarlos.
Cuando llega la hora
del mediodía
se acomoda la gente
de la cuadrilla
junto a la hoguera
a comer el pedazo
de pan que llevan.
"Apañando aceituna
se hacen las bodas;
el que no va a aceituna
no se enamora."
Estos cantares
alegran todo el día
los olivares.
Las jóvenes sintiendo
dulces transportes
se cuentan las historias
de sus amores,
y los mancebos
deleitan a las jóvenes
con sus requiebros.
Al extinguirse el rayo
del sol poniente,
subiendo poco a poco
por la pendiente
van las cuadrillas
entonando romances
y seguidillas.
"De aceituna venimos,
venimos tarde;
la Virgen del Rosario
nos acompañe",
Estos acentos
canta por la aceituna
Barba de Puerco.
Acostumbran la tarde
que se termina
traer del monte un verde
ramo de oliva
y por las calles
del pueblo lo pasean
entre cantares.
En la noche hacen baile
y se celebra
el fin de la aceituna
como una fiesta.
Mozos y mozas
alegres se solazan
hasta la aurora...
29 de noviembre de 2011
Apañando aceitunas
Otro poema de don Matías García Miguel, el cura-poeta natural de San Felices de los Gallegos. En el nos narra la recogida de la aceituna, que en estas tierras se realizaba generalmente en el mes de Diciembre.