Hemos tenido el gusto de leer una carta de Melilla, reveladora de la bravura y el heroísmo de uno de los hijos de esta nobilísima ciudad de Salamanca, don Julián Hernández Regalado, primer teniente del regimiento Tardizt.
Autorizados para transcribir de ella lo que nos parezca oportuno, queremos registrar en estas columnas los rasgos de valor del ilustre paisano señor Hernández, en la brillante carga efectuada por nuestros soldados el 27 de Diciembre último, contra los moros del campo rifeño; hecho de armas éste que realzó los merecimientos del señor coronel Núñez de Prado y de los que á sus órdenes combatieron.
El teniente salmantino, señor Hernández Regalado, formaba en la escolta del general señor Aguilera, reducida á 32 soldados. Cuando "el coronel señor Núñez observó que un grupo numerosísimo de rifeños había escapado por el flanco izquierdo, rompiendo el círculo en que nuestras tropas le habían encerrado, corrió seguido de los suyos para conjurar el peligro que por aquella parte podría temerse.
Y con tal coraje acometieron aquellos treinta y dos bravos muchachos, y tal valor les infundió la serenidad de su coronel y el esfuerzo heroico del teniente señor Hernández, secundado por el también teniente don Claudio Pasarón, que á los pocos momentos, cuarenta y tres moros quedaron tendidos en el campo y desbaratado el movimiento que pretendieron llevar á cabo. Nuestro primer teniente, señor Hernández Regalado estuvo en to dos los momentos de la gloriosa acción en inminente peligro de perder la vida, acudiendo á los sitios de mayor peligro.
Tres rifeños se dirigieron á la vez contra el heroico teniente, y esquivando éste el golpe de las gumías y manejando certeramente el sable con que se defendía, logró al poco tiempo que uno tras otro mordieran el polvo, cayendo mortalmente heridos.
Apercibido después de que su ordenanza, Justo Martínez, un simpático muchacho de Béjar, peleaba valientemente con un morazo y en el momento en que éste levantaba la terrible gumía para descargar el golpe sobre su adversario, nuestro teniente se la arrebató, mientras el bravo muchacho, aprovechando la sorpresa del moro le infirió profunda herida que le produjo la muerte.
Enviamos al teniente señor Hernández Regalado el testimonio de nuestra admiración por su comportamiento heroico, y como esta ciudad de Salamanca sabe siempre honrar á sus hijos predilectos, excitamos el patriotismo de nuestro Ayuntamiento para que se haga intérprete del entusiasmo que a los salmantinos producirá el valiente comportamiento del paisano.
El Salmantino, 24 de enero de 1912
La imagen que ilustra esta entrada fue publicada por el semanario "La Lectura Dominical" el 17 de febrero de 1912.