29 de noviembre de 2010

Flor de lirio

Nuestra entrada de hoy es la transcripción de un poema aparecido en la edición del 4 de diciembre de 1926 en el semanario "La Esfera" y que firma José María de Onís. Posiblemente se trate de José María de Onís Sánchez, hijo de otro José María de Onís López, archivero de la Universidad de Salamanca, y hermano por tanto del conocido escritor y crítico literario Federico de Onís Sánchez (Salamanca, 1885-Puerto Rico, 1966) a quien Antonio Machado dedicara aquellos versos que decían:

Para ti la roja flor
que antaño fue blanca lis,
con el aroma mejor
del huerto de fray Luis.

Precisamente el poema de José María se titula también "Flor del lirío".

Catedral Nueva de Salamanca - Fot. Jentges - Wikimedia Commons

Flor de lirio

¡Flor de lirio, rosa de oro,
flor de lirio inmaculada,
paz y albergue, luz, descanso
y armonía de las almas!
Eres rojo y claro espejo
de ese sol que te ilumina. Salamanca;
eres bella como un rayo de la luna,
de esa luna plateante que te baña
con fulgores diamantinos,
con destelles de luz blanca,
bendición celeste y pura,
senda clara
que te trae desde los cielos
la serena voz del alma;
ese espíritu divino que te anima,
ese aroma de leyenda inmaculada
que despiden tus rincones olvidados
y te envuelve en una nube plateada
como un cálido sudario
donde duerme tu vejez engalanada.

¡Eres dulce, tierra de oro!
¡Eres bella, Salamanca!
¡Hay en ti y en tu retiro
los hechizos inefables de tu calma,
paz y olvido, luz y ensueños
y remanso de quietud y de esperanza!
¡Que es el aire luminoso de tus campos,
y el aroma de tus yermos y tus landas,
y el efluvio de los sauces y romeros
de las ondas tormesinas que te bañan!
Vengo á ti, y en estos lares silenciosos,
de serena promisión, donde descansan
tantos siglos de dolores olvidados,
tantos siglos de virtudes legendarias,
me parece que un ensueño primoroso
se apodera de mi alma.
¡Eres bella, tierra de oro!
¡Eres dulce, tierra blanca!
Lumbre de oro son tus piedras señoriales
por el sol de tantos siglos coronadas.
Son las torres de tus templos
como faros de luz blanca.
Que los lunas que pasaron
te dejaron en la faz su luz de plata.
Y los siglos que has vivido
te besaron con la blanca luz del alba.
¡Y eres blanca como un lirio,
flor de lirio inmaculada!

¡Salamanca: peregrino soy del Arte,
trovador de noble estirpe castellana!
¡Al poner en ti mis ojos,
luz del alma,
te contemplo como clásica reliquia
por el Arte y el honor santificada!
¡Y al partir, yo te prometo,
primorosa, benedicta Salamanca,
que mis labios para ti tendrán un beso
y mis ojos una lágrima!