"CHARRAS" (Ciudad Rodrigo, 1915). Saturnino Galache |
Creo que ya era hora de que trajese a estas páginas a nuestro más ilustre poeta, don Saturnino Galache Alonso, que describe como nadie -¡que vamos a decir nosotros!, ¿verdad? - nuestras costumbres, nuestro pueblo y nuestra tierra charra. Y con el nombre de "Charras" quiso él, titular el libro de poesías que publicó en el año 1915 y que fué prologado por don Luis Maldonado.
Nació Saturnino en Villavieja de Yeltes el 29 de Noviembre de 1871. Era hijo de Lucas Galache y Josefa Alonso, naturales y vecinos de dicha villa. Fueron sus abuelos paternos José Galache y Teresa Sánchez, ambos de Villavieja. Sus abuelos maternos se llamaban Francisco Alonso y Narcisa del Álamo y eran naturales del lugar de Peralejos de Abajo. Apadrinaron a Saturnino, Isidoro Galache y su mujer María Boada.
Ingresó en el Seminario de Ciudad Rodrigo en el curso 1888-1889, estudiando seis años de Latín y Humanidades y posteriormente otros seis de Teología y Cánones, finalizando estos estudios en el año 1900.
Fue Capellán del Convento de Carmelitas y profesor del Seminario Diocesano de Ciudad Rodrigo. Desde 1906 hasta su muerte fue Beneficiado de la Santa Iglesia Catedral. En Diciembre de 1919, sintiéndose ya gravemente enfermo, pidió permiso al Cabildo para volver a su pueblo natal, donde falleció el 7 de febrero de 1920. Contaba 48 años de edad.
El poema que hoy vamos a insertar en este blog es el primero del libro "Charras" que como hemos dicho publicó en Ciudad Rodrigo en 1915. Para cualquiera que haya vivido en esta ciudad y sea de estas tierras resultan realmente descriptivos y emotivos los primeros versos del poema. Desde lo alto de la muralla mirando hacia el Norte, hacia donde se encuentra Villavieja, nuestra vista se estrella contra las cumbres de las Sierras de Torralba, Camaces, Campanero, ... que por estas fechas primaverales parecen como si estuviesen nevadas debido a la gran cantidad de jaras que pueblan sus laderas meridionales. Si no fuera por esos "picachos de la sierra" …
CANCIÓN.
Desde el casco murado y carcomido
de un pueblo castellano,
pacífica morada del olvido,
recuerdo del pasado,
mirando hacia los llanos de mi tierra,
senaras de trigales,
que ocultan los picachos de una sierra
cubierta de jarales,
he pintado con cálamos de flores,
como hacen los poetas,
panorámicos cuadros de colores
en rústicas paletas.
Labores de risueñas sementeras
en temperados suelos,
y gárrulas faenas de las eras,
y juntas de los muelos;
del honrado trajín del vivir charro
los múltiples afanes,
el monótono son que lleva el carro,
que guían los gañanes.
La vida de mis gentes provincianas
sin otras ambiciones,
que arar y desarar las tierras llanas
destripando terrones;
Vagando en encalmados vaqueriles
y alegres gañanías
entre ubérrimos hatos pastoriles
y enormes vaquerías,
que rinden lucrativos gananciales
al bravo ganadero.
Vellones luengos, blancos recentales
Y el retozón ternero.
¡Cunas benditas de preclaros hijos,
pregoneras de España,
que llevo en escondidos entresijos
metidas en la entraña.
Yo os ofrendo con mimo acariciante
mis trovas charrangueras,
que en ratos libres escribí añorante,
vagando por las eras.
Bendito el cielo, labrador paisano,
que trueca tu ardua liza,
en pan sabroso de alimento sano
que nutre y vigoriza.
Rústica musa del solar terrero,
que la siembra entamiza,
y abrevan aguas del regato overo,
que el aire manso riza.
Haga tu soplo en besos regalados
do el gay saber se encierra,
que salgan de mi pluma sublimados
los campos de mi tierra;
yermos un día y enjoyantes luego
de ricas coberturas
de espigas coronadas, que el labriego
cosecha de maduras.
Tuyas son mis endechas de altas miras
mis frescas tonadillas
y allá van tal cual tu me las inspiras
ingénuas y sencillas.