Había comenzado mi paseo con un sol radiante y a medida que iba caminando hacia la Brezosa, el viento del Oeste iba poblando el cielo con las primeras nubes precursoras de la borrasca que se acercaba. En menos de una hora el cielo estaba totalmente cubierto y con el amenazante aspecto que podéis ver en la fotografía. Así que,... ¡media vuelta y hacia el pueblo! ¡Tuve suerte! Cuando llegué a casa, comenzó a caer una fina lluvia.