30 de noviembre de 2010

Se proyecta un museo de arte sacro en San Felices de los Gallegos


DOMINGO, 28 DE NOVIEMBRE DE 2010

SAN FELICES DE LOS GALLEGOS

Un museo de promesas

La Junta pretende destinar 200.000 euros para la construcción de un museo de arte religioso en el convento de las Madres Agustinas de San Felices de los Gallegos

CASAMAR/DAVID GARCÍA CAMES

A las monjas de San Felices de los Gallegos nadie les ha dado 200.000 euros. De momento. Las Madres Agustinas han recibido las noticias sobre la creación de un museo de arte sacro en su convento con una mezcla de ilusión y resignado escepticismo. Cuando el pasado 11 de noviembre el secretario territorial de la Junta de Castilla y León, Gerardo Sánchez-Granjel, anunció a bombo y platillo la construcción de un museo religioso en su convento, las monjas fueron las primeras sorprendidas.

Lo dice Sor Loreto mientras sigue atareada con el gran belén que cada año montan en la iglesia del convento. Subida a las escaleras y trasegando las figuras, habla sobre el museo de arte sacro como de algo que viene de mucho tiempo atrás. “Hará unos diez años que ya se trató el tema del museo, ahora nos han dicho que es seguro, que para el 2011 estará listo, y nos hace mucha ilusión”, comenta sin dejar de trabajar. ¿Y cómo se compaginarán las visitas con el día a día de un convento de clausura? Sor Loreto aclara que “habrá que pedir un permiso especial para que las monjas puedan enseñar el museo, como ya hacen en otros lugares”, dice antes de recordar que, en contra de lo publicado, ellas no han recibido todavía ninguna cantidad de la Junta.

El convento de las Madres Agustinas de San Felices parece que siempre ha estado ahí. Silente a la vera de la calle Fría, sus obleas y repelaos tienen fama en toda la comarca. Lo que no resulta tan conocido es el gran valor patrimonial del conjunto. Como dice Sor Loreto, “tenemos muchos fondos pero el museo tendrá que ser pequeño”.

Hay dos ideas, una pasa por ubicarlo en la puerta que da al osario, aunque también se baraja la alternativa de situar la entrada en la puerta principal. Lo que sí está claro es que los futuros visitantes deberán hacer poco ruido. Un museo en un convento de clausura tendrá que respetar por encima de todo una delicada forma de ser. Algo así dice Sor Loreto llevando entre las manos una figura de escayola que, como el silencio inmemorial de las monjas, podría quebrarse en cualquier momento.

Custodias y casullas de oro entre riquísimos fondos

De pocas cosas se sienten más orgullos en el pueblo como de la custodia de la Cofradía del Santísimo Sacramento del s. XVI

CASAMAR/D.G.C.

FRANCISCO de Dios, párroco de las Madres Agustinas, habla con orgullo sobre las obras de arte que alberga el convento. “Aquí tenemos material de sobra para hacer un museo de arte religioso, ahora el proyecto tiene que concretarse”, asegura mientras señala que el museo se nutrirá con los fondos del convento y de la iglesia parroquial.

Muchas son las piezas de gran valor, recalca don Paco, como el Niño Jesús de marfil expuesto en “Las Edades del Hombre” de Ciudad Rodrigo; pero de pocas se sienten tan orgullosos los de San Felices como de la custodia de la Cofradía del Santísimo Sacramento, obra de orfebrería del XVI, de plata y bañada en oro. Y enumera el párroco otros bienes como cálices, casullas de oro, copones, el órgano barroco y elaboradas obras de platería.

El párroco de las monjas espera que la clausura de las monjas no se vea afectada por el museo. “Ellas están contentas, lo que no está tan claro todavía es que el museo se vaya a hacer”, dice recordando experiencias precedentes. En el convento de las Madres Agustinas viven actualmente doce religiosas, varias de ellas procedentes del extranjero. El proyecto de museo de arte sacro, redactado por el arquitecto Miguel Ángel Manzanera, también contempla abrir un mirador en la torre del convento. Como dice Francisco de Dios, “eso traería consigo más visitas, que desde allí tendrían una vista inmejorable del conjunto histórico que es San Felices”.

29 de noviembre de 2010

Flor de lirio

Nuestra entrada de hoy es la transcripción de un poema aparecido en la edición del 4 de diciembre de 1926 en el semanario "La Esfera" y que firma José María de Onís. Posiblemente se trate de José María de Onís Sánchez, hijo de otro José María de Onís López, archivero de la Universidad de Salamanca, y hermano por tanto del conocido escritor y crítico literario Federico de Onís Sánchez (Salamanca, 1885-Puerto Rico, 1966) a quien Antonio Machado dedicara aquellos versos que decían:

Para ti la roja flor
que antaño fue blanca lis,
con el aroma mejor
del huerto de fray Luis.

Precisamente el poema de José María se titula también "Flor del lirío".

Catedral Nueva de Salamanca - Fot. Jentges - Wikimedia Commons

Flor de lirio

¡Flor de lirio, rosa de oro,
flor de lirio inmaculada,
paz y albergue, luz, descanso
y armonía de las almas!
Eres rojo y claro espejo
de ese sol que te ilumina. Salamanca;
eres bella como un rayo de la luna,
de esa luna plateante que te baña
con fulgores diamantinos,
con destelles de luz blanca,
bendición celeste y pura,
senda clara
que te trae desde los cielos
la serena voz del alma;
ese espíritu divino que te anima,
ese aroma de leyenda inmaculada
que despiden tus rincones olvidados
y te envuelve en una nube plateada
como un cálido sudario
donde duerme tu vejez engalanada.

¡Eres dulce, tierra de oro!
¡Eres bella, Salamanca!
¡Hay en ti y en tu retiro
los hechizos inefables de tu calma,
paz y olvido, luz y ensueños
y remanso de quietud y de esperanza!
¡Que es el aire luminoso de tus campos,
y el aroma de tus yermos y tus landas,
y el efluvio de los sauces y romeros
de las ondas tormesinas que te bañan!
Vengo á ti, y en estos lares silenciosos,
de serena promisión, donde descansan
tantos siglos de dolores olvidados,
tantos siglos de virtudes legendarias,
me parece que un ensueño primoroso
se apodera de mi alma.
¡Eres bella, tierra de oro!
¡Eres dulce, tierra blanca!
Lumbre de oro son tus piedras señoriales
por el sol de tantos siglos coronadas.
Son las torres de tus templos
como faros de luz blanca.
Que los lunas que pasaron
te dejaron en la faz su luz de plata.
Y los siglos que has vivido
te besaron con la blanca luz del alba.
¡Y eres blanca como un lirio,
flor de lirio inmaculada!

¡Salamanca: peregrino soy del Arte,
trovador de noble estirpe castellana!
¡Al poner en ti mis ojos,
luz del alma,
te contemplo como clásica reliquia
por el Arte y el honor santificada!
¡Y al partir, yo te prometo,
primorosa, benedicta Salamanca,
que mis labios para ti tendrán un beso
y mis ojos una lágrima!

28 de noviembre de 2010

Un artesonado singular

Así lo podríamos calificar. Está en la cafetería del Hotel Termal Abadía de los Templarios situado en las cercanías de La Alberca (Salamanca). ¡Realmente precioso!

27 de noviembre de 2010

Catedral de Ciudad Rodrigo

Fotografía de Hilscher publicada en ''La Esfera : ilustración mundial' - Año VI Número 298 de fecha 13 de Septiembre de 1919

26 de noviembre de 2010

Frutos de otoño. Membrillos

Es otro de los frutos típicos del otoño. Y muy abundantes en nuestra comarca. Se utilizaban preferentemente para hacer las riquísimas mermeladas que podían degustarse después a lo largo de todo el año. Veamos a continuación una receta del año 1786, tomada del libro "Arte de repostería" de Juan de la Mata.

CARNE DE MEMBRILLOS
De los más gruesos Membrillos, grandes, maduros, amarillos y sanos , se tomará hasta en cantidad de ocho, dividiéndolos por pequeñas porciones, y en azumbre y media de agua, se cocerán estos, reducidos a una [azumbre] en el fuego, o poco más ; y despues pasados por una servilleta, y clarificado quatro libras de azúcar (para cada quartillo de esta decocción, se necesita una libra de azúcar), y se meterán los ya dichos Membrillos, para que hiervan, hasta que esten convertidos en jalea; hecho esto, se dejarán enfriar un poco, y se espumará para ponerla en los vasos: y si todavía no estan bien rojos, se añadirá á la decocción la cochinilla preparada ó el vino. Es utilisima para los disentéricos.

El azumbre es una antigua unidad de medida para el volumen de líquidos. En Castilla equivalía a 2,05 litros y se dividía en cuatro cuartillos. Por tanto un cuartillo era un poquito más de medio litro. Ocho azumbres formaban un cántaro. La libra es una antigua unidad de masa equivalente a unos 460 gramos.

25 de noviembre de 2010

El Castillo de Enrique II de Trastámara

Una bonita imagen de Ciudad Rodrigo publicada en el semanario "La Esfera" en el año 1929. Posiblemente la fotografía sea de unos años antes.

24 de noviembre de 2010

Encina desmochada

Y sin hacerse más de rogar se sentó en el tronco de una desmochada encina, y, templando su rabel, de allí a poco, con muy buena gracia, comenzó a cantar,...

Segunda parte del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
Capítulo XI
De lo que sucedió a D. Quijote con unos cabreros

23 de noviembre de 2010

Puerta del Río

Puerta del Río. Fotografía de Albert Calvert, 1908

La Puerta del Río era una de las más antiguas que existían en las murallas que cercaban la ciudad de Salamanca. Se conocía también con los nombres de Puerta de Hércules o de Aníbal, y estaba situada al final de la calle Tentenecio.

Copiamos a continuación un artículo sobre dicha puerta, publicado en "La Esfera" en el año 1929 y cuyo autor fue José Sánchez Rojas -en realidad se llamaba José Jorge Sánchez Domingo- , un escritor y periodista, discípulo de Unamuno en Salamanca, que se licenció en Derecho por dicha Universidad y se  doctoró más tarde en la de Madrid. Ha sido considerado una persona  un poco "bohemia y estrafalaria" que tuvo frecuentes problemas con las autoridades gubernativas. Fue encarcelado en el año 1917, el de la famosa huelga revolucionaria, y más tarde deportado a Huesca por manifestarse en el transcurso de actos políticos a favor de Unamuno. Murió en 1931. Había nacido en Alba de Tormes el 19 de Abril de 1885.

El artículo dice así:

Puerta del Río, en Salamanca. Visión clásica de la ciudad del siglo XV, del XVI, del XVII, de todos los siglos. Visión clásica: las torres de las catedrales espejándose en el Tormes, y el campanil universitario arañando el cielo azul, y las torres barrocas de la Clerecía, y el cuadrilátero de la Merced —morada de Tirso de Molina— y los Caídos, por donde vaga la turbia sombra de la madre Celestina. Casucas de piedra del XVII, del XVIII, un pretil, una cruz, el rasgado arco de Aníbal, la halconera graciosa, cara al paisaje ancho del Colegio de San Ambrosio.

Puerta del Río, en Salamanca. Visión literaria de la ciudad y estampa salmantina por excelencia. 1492. Nos apoderamos de Granada. Los romances dicen loanzas de una reina que monta a caballo y se rodea, en Santa Fe, de las damiselas más bonitas de su reino. Un hijo de Fernando y de Isabel, Don Juan, ha nacido en Salamanca; todavía se conserva el caserón de las Cadenas, donde nació. Es enamoradizo y galante el príncipe; ha frecuentado los estudios de la ciudad; el vulgo le supone enamorado de una preciosa muchacha de ojos verdes, insinuantes, de preciosa figura. Un bachiller talaverano, Rojas y Montalbán, compone en Salamanca la tragicomedia de los amores de Calixto y Melibea. Todos ven en Calixto la figura del príncipe; de Melibea sospechan los bien enterados que se trata de una graciosa chiquilla. En la Puerta del Río vive Melibea —ojos verdes, insinuantes, mimoso hablar—. La madre Celestina vive en una casita, cerca del río, que hay junto á las tenerías.

Puerta del Río. Alborea el siglo XVI. El Lazarillo, que ha nacido en un molino de Tejares, viene a Salamanca todos los días por el Puente Romano, y gana la Puerta del Río, para internarse luego, por la de Tentenecios, en la ciudad. Hampón y estudiantes se entienden perfectamente. De la Escuela ha surgido siempre un ambiente de picardía que es corolario preciso de todo ejercicio mental. Lazarillo hurta el vino de la bota al ciego. Por el Puente van los estudiantes a visitar las buenas mozas que salen en barcas adornadas de ramos los días santos de Semana de Pasión.

Puerta del Río... Postrimerías del siglo XVI. Agosto. Por el Puente llegan cargados carros de trigo para los colegios. Una monjita, Teresa de Jesús, camina por este puente en una mula, o en un asnillo, o en un carrito. El carrito lleva una estampa de la Virgen dentro y una pila de agua bendita, y una esquilita para llamar a la oración a las pobres mujeres que lo ocupan. Camino de Alba, donde ha de morir Teresa. Camino de Peñaranda y de la corte; ringleras de solicitantes, de hampones, de arbitristas, de gente aguda y ociosa qué no puede sorber la quietud de la ciudad. Por este puente va Juan de Fontiveros a Duruelo y a Baeza. Por este puente van los cortesanos del duque Don Fernando a gozar de las delicias del castillo ducal. Por la Tuerta del Río bajan los irlandeses a bañarse en la Chorrera. Frailitos de hábito café, y de hábito blanco, y de hábito negro, y con una cruz al pecho, pasean, puente adelante, las tardes soleadas.

Puerta del Río; siglo XVIII... Paseos de Jovellanos a los Tejares, de Meléndez, de Iglesias de la Casa, de Sánchez Barbero, al Zurguén. Poesía bucólica, y de talco, y de taracea, y de mentirijillas. Cloris rubias y Filis morenas que corresponden a Batilos enamorados cabe los chopos y álamos del río. El toro romano del puente preside el idilio de cartón.

En el Arrabal habitan gitanos y feriantes. Los robos de la ciudad se fraguan en este arrabal quieto y silencioso, relleno de mesones y de botillerías, Las ferias de la ciudad se sitúan en el Toro.

Siglo XIX, Puerta del Río. Uniformes franceses, muchos uniformes. El general francés es nombrado doctor honoris causa por el Cabildo de la Escuela; cuando se acaba la ocupación es revocado el nombramiento. Tropas aliadas: portugueses, ingleses, flamencos de ojos claros. Lord Wellington vive en el palacio de San Boal; el arrabal del Puente es un campamento; se prepara el glorioso desquite de los Arapilcs. Los dos tesos se perfilan allá, al Este, antes del manchón zarco de la Sierra de Béjar, recortando el horizonte limpio, entre montes y encinares. De la Puerta del Río salen las tropas que han de ganar los cerros y han de aplastar después a los residuos de las tropas de Marmont en la cuesta de Hijosa y en el descampado de Garcihernández. Goya, en un cochecito de mulas, viaja con el duque de Ciudad Rodrigo.

Puerta del Río, siglo XX. Ferias de Septiembre de 1929. Siete de la mañana. Piedras rojas, cielo azul. Merinas, caballos, mulas por el puente. Charros caballeros con su sombrero cónico y su chaquétilla de caballistas; en la camisola rizada lucen botones de filigrana. Buhoneros, viandantes, arrieros, serranos con cargas de frutas de Becedas y del Barco, armuñeses, campesinos de Vitigudino que ya tienen facha aportuguesada, quincalleros que andan siempre de querellas con la justicia... Puerta del Río, en Salamanca.

José SÁNCHEZ ROJAS
Casas de la Puerta del Río. Fot. Ansede

22 de noviembre de 2010

Frutos de otoño. Bellotas

Si en nuestra tierra hay un fruto típico del otoño ese es la bellota, la base de la alimentación del cerdo ibérico, que proporcionará el famoso "jamón de bellota". Digamos que este fruto es muy rico en potasio. También contiene una buena cantidad de calcio y fósforo. La composición química es, más o menos, la siguiente:
  • Agua 30%
  • Hidratos de carbono 52% (9% fibra)
  • Lípidos 8%
  • Proteínas 5%
  • Calcio 70 mg/100 g
  • Potasio 600 mg/100 g
  • Fósforo 80 mg/100 g

21 de noviembre de 2010

Casa rectoral

Ese es el nombre de otro de los cuadros de María Luisa Pérez Herrero (1898-1934) pintado durante una estancia de tres semanas en la capital salmantina.

20 de noviembre de 2010

Hojas de oro...

Si hay un color llamativo en otoño es el amarillo oro de las hojas de chopos y sauces y sobre todo cuando estos se encuentran en las orillas de los ríos o arroyos...



Esa situación me trae a la memoria unos versos de una composición de Federico García Lorca dedicada a un chopo viejo:

.....
Ya no serás la cuna
de la luna,
ni la mágica risa
de la brisa,
ni el bastón de un lucero
caballero.
No tornará la primavera
de tu vida,
ni verás la sementera
florecida.

Serás nidal de ranas
y de hormigas.
Tendrás por verdes canas
las ortigas,
y un día la corriente
llevará tu corteza
con tristeza.

¡Chopo viejo!
Has caído
en el espejo
del remanso dormido.
Yo te vi descender
en el atardecer
y escribo tu elegía,
que es la mía.



19 de noviembre de 2010

Diputados por Salamanca en 1857

Diputados por la provincia de Salamanca a las Cortes Españolas de 1857 a 1858. En primer lugar de la relación figura el distrito electoral al que representaban:

  • Salamanca:
    Nicolás Patiño y Osorio, marqués de Castelar
  • Bejar:
    José Sánchez Ocaña
  • Peñaranda:
    Juan Bermúdez de Castro y Rascón, vizconde de Revilla
  • Vitigudino:
    José Lezo y Vasco, marqués de Ovieco
  • Ciudad Rodrigo:
    José María Narvaez y Basal, vizconde de Aliatar
  • Ledesma:
    Juan Roncali

18 de noviembre de 2010

Hormigas

Las primeras lluvias de otoño han humedecido ligeramente la tierra. Un par de hormigas exploradoras salen de la boca del hormiguero, mientras otra con cabeza roja asoma sus antenas .... ¡Se inicia la tarea diaria! Un poco más de lluvia, unos días de calor y tendremos las ¡hormigas aladas! ¡Y los pescadores de enhorabuena!

17 de noviembre de 2010

Iglesia de San Martín


Fotografía de Otto Wunderlich publicada en "La Esfera" el 27 de Enero de 1923.

La Iglesia de san Martín de Tours es una de las obras más importantes del Románico español. Fue construida en el siglo XII por iniciativa del conde Martín Fernández sobre una ermita dedicada a San Pedro. Tiene planta rectangular con tres naves y tres ábsides. Está situada en la plaza del Corrillo, junto a la plaza Mayor, desde donde está tomada la fotografía de Wunderlich.

16 de noviembre de 2010

Musgo

En nuestras latitudes, el lado norte de árboles y rocas suele tener generalmente más musgo en promedio que otras orientaciones. Y es lo que ocurre precisamente en este caso. Anuque la pared de la fotografía no está mirando exactamente al norte, la presencia de arbolado tupido ha hecho crecer tan frondosamente el musgo sobre las piedras y sobre un tronco caído de un olmo que está siendo atacado también por los hongos.

15 de noviembre de 2010

El Cristo de Barrueco

Transcribimos a continuación una parte de la crónica enviada a  "El Salmantino : periódico semanal" por su corresponsal en Villavieja de Yeltes, que fue publicada el 23 de Septiembre de 1913. Tras tratar algún asunto de Villavieja, escribe que "...como aquí no ocurre nada más de particular, daremos noticias de la fiesta religiosa de Barruecopardo, pueblo con el que éste mantiene estrechas relaciones de amistad". A continuación tenemos dicho relato:



Sabido es que para el día 14, y con motivo de la fiesta del Cristo de las Mercedes, la principal del pueblo, se habla convenido en reunir allí a todos los pueblos del arciprestazgo o sean los de la antigua vicaría para celebrar dignamente y de un modo que dejara perdurable recuerdo la Exaltación de la Santa Cruz.

El tiempo estuvo lluvioso y frío, como en el rigor del invierno, y por eso desde el 12 se auguraba un fracaso. Pero no fué asi, porque a las gentes aquellas no las asustan aguaceros ni chubascos, máxime tratándose de honrar a la imagen del Cristo de su predilección, y no sólo acudieron los pueblos llamados con sus autoridades y estandartes y pendones chorreando agua, sino que también inmensa multitud de devotos de varios otros pueblos, hasta de cinco y seis leguas de distancia.

Y es verdad que la fiesta se deslució y que no pudo celebrarse la procesión y misa de campaña proyectada. Pero se llenó hasta rebasarlo el amplio templo parroquial, comulgaron aquella mañana cientos y cientos de devotos, se oyeron los sermones con recogimiento, y fué espectáculo hermoso el que presantaba aquella abigarrada multitud al clarear un tanto y escuchar en medio de la plaza el pronunciado desde el balcón de la Casa Ayuntamiento, y mucho más el de la bendición de la hermosa cruz de piedra que el pueblo erigió en la cima de la grande eminencia rocosa a que llaman Castillo, cuyas faldas y alturas, con vistas y dominando no sólo a Barrueco, tendido a sus pies, sino a los pueblos todos de la Ribera y algunos de Portugal y de la Ramajería y el Abadengo, se hallaban a las tres de la tarde materialmente atestadas de gentes, ávidas de oír la voz autorizada del Prelado, que no vaciló en arrostrar las molestias de un largo viaje, realizado a pie en cierto trecho y ea medio de aquellas inclemencias atmosfericas por ir a alentar en la fe a aquellos sus queridos diocesanos de la comarca.

Ésta no  olvidará seguramente dia tan memorable; y al darla la enhorabuena, habremos de dársela también a las autoridades de Barrueco, de quienes partió la iniciativa, a la sociedad "La Trinidad", por el desprendimiento y buen gusto con que iluminó la Cruz del Castillo,   y   al vecindario todo, que no sólo se esforzó  en agasajar y cumplir con tanto forastero, sino que dio las medidas de su entusiasmo levantando arcos de follaje, colocando banderas por doquier, colgando ventanas y   balcones,   pintando o esculpiendo cruces en las fachadas, e iluminando eléctricamente y hasta con profusión, las calles y casas, aunque fuesen pobres, ¡como que hubo bombilla pagada entre cuatro vecinos a prorrateo! Y  no hubo toro ni vacas este año. Fué sola la fiesta del Cristo. ¡Bien por Barrueco!
D.
22-IX-1913

Barruecopardo



  • Distancia a la Capital: 94 Km.
  • Altitud: 730 m.
  • Superficie: 37,85 km2
  • Cod. Postal: 37255
  • Fiestas Locales: 13 y 14 de Septiembre
  • Partido Judicial: Vitigudino
  • Junta Electoral: Vitigudino
  • Mancomunidad: CENTRO DUERO
  • C.E.A.S: Lumbrales
  • Población: 501
  • Varones: 258
  • Mujeres: 243

14 de noviembre de 2010

Mariposa en "cielo estrellado"

Imágenes tomadas el miércoles 22 de Septiembre de 2010, pocas horas antes de que comenzase oficialmente el Otoño.

13 de noviembre de 2010

Chisquero

Así se denominaba antiguamente al típico encendedor de bolsillo que utilizaban profusamente los fumadores de antaño para prender los cigarrillos. ¡Y que no fallaba casi nunca! También se denominaba encendedor de yesca o mechero de yesca. Utilizaba una materia muy seca, en forcha de cuerda o mecha, fabricada generalmente a base de trapos quemados, cardos, hongos secos, y otros materiales similares, de tal manera que las chispas producidas al girar la ruedecilla metálica sobre la "piedra" alojada en el tubo prendían rápidamente en ella. ¡A prueba de viento!

En la foto inferior podemos observar a un hombre precisamente en el instante de encender un cigarrillo con un mechero de este tipo. La foto ilustraba un artículo publicado en "La Esfera" el año 1924 que trataba sobre los "Saltos del Duero" que aún no estaban construidos. Se trata, por tanto, de un paraje de las Arribes del Duero.

12 de noviembre de 2010

Escaramujo y majuelo

Además del amarillo, que es el color por antonomasia del otoño, resulta especialmente llamativo también el rojo de algunos frutos. Aquí tenemos un par de ejemplos. La primera foto corresponde al denominado "escaramujo" o rosal silvestre ("Rosa canina") mientras que las otras dos son del "majuelo" o espino albar ("Crataegus monogyna")

Fotografías tomadas hace apenas un mes, en el término municipal de Villavieja de Yeltes. Por cierto, al fruto del Rosal Silvestre lo llamamos por aqui "mojolino" o "monjolino".

11 de noviembre de 2010

Cuadro de María Luisa Pérez Herrero

Fotografía publicada en "La Esfera" el 29 de Marzo de 1930 de un cuadro de la pintora madrileña María Luisa Pérez Herrero. (1898-1934). Se titula "La antigua calle del Arcediano en Salamanca".

El cuadro fue pintado por María Luisa en el año 1929 en una estancia de tres semanas en la capital charra. En total realizó en ese tiempo más de doce cuadros de temas salmantinos.

La vieja calle del travieso Arcediano, aquel noble de la familia de Anaya que por su escandalosa vida yace en la famosa Capilla de este nombre, en la Catedral Vieja, sin epitafio alguno en su rico enterramiento, es otro de los cuadros mejor vistos por María Luisa Pérez Herrero. Aquellas casas de vetusto aspecto que conducen a Santa María de la Sede saben de viejas historias de amores y de luchas académicas, bello rincón hasta ahora ignorado, y que los pinceles de María Luisa acaban de vivificar. Por esta calle esperamos ver al viejo prebendado que acelera el paso, pues el címbalo catedralicio lleva ya largo rato de monótono tocar llamando al acostumbrado rezo; algún estudiante con su cartapacio de Súmulas, ó alguna viejita rezadora y pedigüeña que camina con alguna misión secreta sabe Dios adonde y con qué propósitos. El recuerdo de la calle del Arcediano, que tiene todo su prestigio en las páginas de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, es uno de los lugares más típicos del barrio latino de Salamanca.
Antonio García Boiza
La esfera, 28 de Diciembre de 1929


María Luisa Pérez Herrero fue una notable paisajista, fallecida prematuramente a los treinta y seis años de edad el 26 de mayo de 1934. Algunos periódicos de Madrid se hacían eco de su fallecimiento en los siguientes términos:

Aunque joven, tenia en su haber señalados triunfos, obtenidos en el extranjero y en España. Pensionada, recorrió Francia y Bélgica, recogiendo sabrosos frutos, que maduraron ampliamente en sus obras premiadas con tercera medalla en la Exposición de 1922.
"La Época", 28 de mayo de 1934

"... se podia considerar como una de las más interesantes de nuestra pintura contemporánea"
"La Libertad", 30 de mayo de 1934

10 de noviembre de 2010

Puerta con gatera

No hace muchos años, una gran parte de las puertas de algunas dependencias como cuadras, paneras e incluso las de las propias viviendas de los pueblos mantenían un típico agujero redondo colocado a escasos centímetros del suelo que permitía a los gatos entrar y salir libremente. Se denomina "gatera". Aquí os presento una vieja puerta con ella -las nuevas ya no suelen tenerla. Está en el camino de Hernandinos. Resultan también destacables las "monolíticas" jambas, dintel y umbral. Piedras "enterizas" que dicimos por estos lares.

9 de noviembre de 2010

Traje de charra

Sobre una fotografía tomada a María José Calderero Mateos el día 27 de Agosto de 2005, poco antes de que comenzasen en Villavieja de Yeltes los actos religiosos en honor de Nuestra Señora de los Caballeros, he ido colocando los nombres de las principales partes del traje de charra, según lo describen Antonio García Boiza y Juan Domínguez Berrueta en la obra titulada "El traje regional salmantino" publicada por la editorial Espasa-Calpe en 1940 y que posteriormente recogen también otros autores más modernos como, por ejemplo, Lucinio Hernández Marcos en su libro "Los charros: etnografía histórica e identidad cultural" (2009).



... el traje de mujer charra es de una gran vistosidad. Lleva en la cabeza rodetes con trenzas caladas para las orejas adornadas con horquillas; moño en la parte superior de la cabeza, atado con unas cintas bordadas que llaman "sigueme pollo", y un pañuelo de tul bordado sobre la cabeza, con pendientes grandes colgando de las orejas.

El busto se cubre con el jubón de terciopelo calado o bordado de seda de color, manga estrecha, con botones de filigrana; pañuelo de hombros de tela bordada en lentejuelas o mostacilla; dengue o rebocillo generalmente de paño rojo, con bordados de felpilla de mostacilla sobrepuestos: manteo encarnado de debajo, con vuelta; encima el otro más rico con festón de bordados y tirana de terciopelo; mandil o picote, bordado profusamente y rematado por un faralar de seda; faltriquera bordada colgando de la cintura; por la parte de atrás caen dos cintas bordadas y rematadas de flecos de oro; medias caladas; zapatos de terciopelo bordados con lentejuelas.

Lleva gran profusión de collares de oro, aderezos, galápagos, cruces y veneras que cubren totalmente el pecho.....

Los charros: etnografía histórica e identidad cultural
Lucinio Hernández Marcos


En la revista semanal ilustrada "La lidia" del día 5 de Agosto de 1894 se publicaba un poema de M. Ossorio y Bernard titulado "Charra" y en el que va enumerando también las diferentes partes del traje charro. Transcribimos a continuación los versos relacionados con el tema que nos ocupa.
..............
Moño, con colgantes trenzas,
que en anchas cintas rematan;
rizos que en la frente forman
dos pabellones de gracia;
pendientes de labor fina,
de perlas y filigrana;
sortijas de vivas luces
que sus dedos abrillantan,
y collares, que formando
sobre el pecho una cascada
para ahuyentar tentaciones,
sostienen una cruz santa
Jubón, cuyo terciopelo
con lentejuelas recaman,
con bordados enriquecen
y con botones rematan;
rico dengue o esclavina;
manteo, que se realza
con brillantes azabaches
y con labores bordadas;
picote o delantal corto,
media de seda calada,
zapatos con lentejuelas
o con hebillas de plata;
mantilla de rocador
y, de la mantilla a falta,
pañuelos en que la aguja
bordó también sedas varias.
Serán más pobres o ricas
de la mujer las alhajas;
predominarán acaso
el "dublé" y las piedras falsas;
pero el brillo, la prolija
labor, las bordadas franjas,
las lucientes lentejuelas
nunca faltan a la charra.
..............

M. OSSORIO Y BERNARD

8 de noviembre de 2010

Atardecer otoñal

Puesta de sol pocos días después de comenzado el otoño, concretamente el día 30 de Septiembre de 2010. En primer término podemos ver la estructura de los grifos del "caño nuevo" construido a comienzos del siglo XX

7 de noviembre de 2010

Manuel Fernández de Gatta y Galache


Decía don Luis Maldonado, que Don Ramón Menéndez Pidal fue el gran despertador de voluntades adormecidas y quien logró mover, entre los literatos salmantinos, la afición al estudio de la literatura regional. Expone en su artículo titulado "El dialecto charruno" que en la ciudad, existió siempre una fuerte oposición contra todo lo que venía del campo, de manera especial contra las formas dialectales del lenguaje de los campesinos charros. Este especial encono entre ciudad y campo cristalizó en el conocido dicho o refrán de "al charro y al limón, estrujón". Con el paso del tiempo "los cultos fueron dándose cuenta de que el habla de los charros no era un lenguaje zafio ni un corrompido castellano, sino una forma dialectal digna de estudio, y comenzaron a interesarse y se afanaron en suministrar al gran filólogo todos los materiales que hubieron a mano". Todo el mundo se puso a trabajar. Médicos, curas, maestros, secretarios de Ayuntamiento,... comenzaron a recoger nuestro típico vocabulario y enviarlo a don Ramón. Eso llevó también a algunos salmantinos a iniciar los primeros trabajos lingüisticos. Según don Luis Maldonado dos de los primeros fueron Fernández de Gatta, villaviejense, y Lamano.

Manuel Fernández de Gatta y Galache nació el 3 de noviembre de 1875 en Villavieja de Yeltes siendo bautizado en la Iglesia parroquial el día 9 de dicho mes y año. Fueron sus padres Miguel Fernández [de Gatta] Bara farmacéutico titular de Villavieja y natural de Barruecopardo y María Isidora Galache Pablos, natural de Fuenteliante. Era nieto por linea paterna de Ramón Fernández [de Gatta] Martínez y Manuela Bara y por la materna de Francisco Galache y Josefa Pablos, todos naturales de Fuentetiante excepto la abuela paterna que procedía de la provincia de Palencia.

Siguió también, como otros miembros de su familia, la carrera farmacéutica, llegando a obtener el grado de Doctor que consiguió con un trabajo de investigación acerca de las agallas. Fué titular de la localidad de Vilvestre, donde falleció el día 10 de Junio de 1906. No había cumplido aún los 31 años. Publicó en 1903 la obra titulada "Nuevos estudios sobre las Agallas", con la que, según hemos indicado anteriormente, consiguió el grado de Doctor además de obtener la condición de miembro de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Un año antes había publicado un libro titulado "Ociosidades", obra en la que se incluye el denominado "Vocabulario charruno" que le valió la obtención de un informe laudatorio de la Real Academia de la Lengua Española. También publicó unos "Apuntes sobre la flora salmantina" que resultaron galardonados en un certamen celebrado en Barcelona.

El "Vocabulario Charruno" fue realmente una recopilación y una ampliación de una serie de artículos publicados en la primavera de 1900 en el "Noticiero Salmantino" y que vamos a reproducir a continuación. Me ha resultado muy interesante y amena su lectura, al rememorar esas palabras y términos que hemos escuchado montones de veces a nuestros abuelos y padres y que a veces hemos utilizado y utilizamos nosotros mismos. Personalmente me ha maravillado la amplia colección de términos botánicos y zoológicos con los que designábamos a muchas plantas y animales en esta comarca y que me ha permitido conocer con exactitud su equivalencia castellana y también en ocasiones su nombre científico. Intentaremos rescatar del olvido estos nombres que, lamentablemente, estaban cayendo en desuso.

La Culta Charruniparla

Es el lenguaje hablado por los charros de nuestra tierra salmantina. Si a esto añadimos que carece de cultivo literario, habremos de conocerla, como quiere el señor Araujo, con la genérica denominación de patúa [según un diccionario de 1859, especie de dialecto inculto que se habla en todas las lenguas, propio de gente ruda e inculta]

Llamámosle "Culta charruniparla" porque en el "Vocabulario" que sigue a estas mal hilvanadas líneas, hemos excluido todos los barbarismos, o sean las voces de la lengua nacional corrompidas por el vulgo, dejando tan sólo las genuinamente regionales y castizas del patúa salmantino.

El estudio de la "Lingüistica charruna" que abarca su Ortofonía, Ortografía y Ortolexia, será objeto de un Tratado especial, que en breve desarrollará la fecunda pluma del sabio profesor don Miguel de Unamuno. Nuestro trabajo, mucho mas modesto, se reduce tan sólo a dar á conocer a nuestros lectores lo que podríamos llamar "Nuevo diccionario charruno", que comprende las voces y locuciones comúnmente empleadas en el patúa salmantino, seguidas de sus sinónimos castellanos y la diferente acepción vulgo-clarruna de algunas otras, que figuran en el Diccionario de la R. A. E.

De la utilidad que puede reportar el conocimiento de este "Vocabulario", diremos: que al Lingüista le proporciona los elementos constitutivos del lenguaje y las diversas formas que afectan o pueden afectar estos elementos y al "Naturalista", que consagra sus energías al estudio de la gea, flora y fauna de un país, le facilita sobremanera este trabajo la posesión de los nombres regionales con que se disitnguen los seres de aquellos tres reinos, su equivalencia con los vulgares comunmente adoptados, y en particular con los científicos

Vocabulario Charruno

  • Arricángeles, Zool. Vencejos
  • Alcaor, Bot. Tixón o Carbón del trigo.
  • Anadejas, Bot. Cólchico de primavera.
  • Alverjacas, Bot. Alverjas.
  • Argamula, Bot. Blugosa.
  • Arriponcio, s. m. Cosa inútil.
  • Acancinado, da adj, Enteco, flaco.Antanino, na, adj. Inepto, haragán.
  • A manito, Loc. adj. A distancia.
  • Apitar, v. r. Echar el perro a una persona.
  • Alfamarero, ra, adj. Aspavientero.
  • Amurriarse, v. pron. Amostazarse, Amoscarse.
  • Aparranarse, v. pron. Sentarse en el suelo las mujeres.
  • Arriazo.s. m. Arrapiezo.
  • Atruendo, s. m. Cosa desusada y vieja.
  • Apazconarse, v. ref Oomer bien.
  • Ajas-pajas, Bot. Tallos secos del ajo.
  • Acuellar, v. r. Esquilar el cuello al ganado lanar.
  • Acuello, s. m. La lana de acuellar.
  • Arrapea, s. f. Apea de hierro.
  • Anastos, s. m. plu. Impertinencias que ocupan y embarazan.
  • Apezurrarse, v. ref. Embarazarse.
  • Acarbarse, v. ref. Echarse, tumbarse. Se dice del ganado vacuno principalmente.
  • Autarse, v. pron. Parecerse, asemejarse.
  • Apeguñar, v. irr. Cerrar alguna abertura; pegar íntimamente los pies.
  • Acachinar,v. irr.Acachectar, matar a los animales.
  • Arquear, v. irr. Tener náuseas, arqueando el cuerpo.
  • Albindronear, v. irr. Publicarlo todo.
  • Albindronero, a. adj. El o la que no tiene nada para callado.
  • Acuajaronarse, v. def. terciop. Coagularse algún líquido.
  • Acoldarse, v. def. teroiop. ídem. Se dice expresamente de la sangre.
  • Achantarse, v. pron. Conformarase.
  • Andancio, s. m. Epidemia, enfermedad reinante.
  • Alborza,Bot. Flor de la encina.
  • Achiperres, s. m. plu. Utensilios que sirven para el uso común y manual.
  • Atrongadote, ta, adj. Desproporcionado.
  • Arrecadar, v. a. Poner a buen recado ó con seguridad alguna cosa.
  • Avicáncano, s. m. Animalucho.
  • Aceitunera, s, f. Zool. Ruiseñor.
  • Arganear, v. Trabajar poco y sin arte.
  • Andaraballas, s. m. plu. Andurriales: en el sentido figurado que se emplea ésta.
  • Ahigarao, s. m. Ganad. Señal que se hace, con un instrumento cortante, en la oreja de los animales cornúpetos y tiene, aunque remota, la forma de hoja de higuera.
  • Aceitera, Zool. Carraleja.
  • Argadillos, Bot. Alfileres (Geraniácea)
  • Aperar, t. der. nom. En sentido familiar significa: Fastidiar.
  • Atacadera, s. f. sing. Juguete que hacen lo chiquillos con el tallo del saúco privado de su médula.
  • Borrecete, Zool. Garrapata.
  • Bique, Zool, Borriquíllo que no ha cumplido un año.
  • Baleo montesino, Bot. Linaria vulgar (Escrofulariáceas)
  • Basilio, s. m. plu. Bot. Ombligo de Venus.
  • Bejino, s. m. sing. Bot. Carbón del trigo (Hongo)
  • Berro inglés, s. m. sing. Bot. Rábano silvestre
  • Bogallas, Bot, Exececencias del roble y de la encina que no tienen la forma esférica.
  • Bogallos, Bot. Excrecencias redondas el roble y de la encina
  • Bruñera,Bot. Endrinera silvestre
  • Bruños, Bot. El fruto de la misma.
  • Bisbero, s. m. sing. Rendija
  • Brezar, v. trans. arrullar; cantar a los niños a media voz, al tiempo de mecerlos blandamente para que se duerman.
  • Boldrego, ga, ad¡. Rechoncho.
  • Burguete, s. m. Viña pequéña,
  • Coco lumbrero, Zool. Luciérnaga.
  • Correcaminos, Zool. Cogujada
  • Corteza, Zool. Ortiga.
  • Cancín, na, Zoot. El cordero añino
  • Campanillas, Bot. Narciso campestre.
  • Canillero, Bot. Sauco
  • Cachapedo, Bot. Hierba de Santiago.
  • Cagada de cigüeña, Bot. Cuesco de Lobo (Hongo)'
  • Carnizuelo, Bot. Alcarceña.
  • Cancho, s. m. sing. Hort. Grueso del mesocarpio de algunos frutos capsulares, como el pimiento.
  • Cebique, Bot. Alpiste.
  • Cebolla chirle, Bot. Cebolla albarrana.
  • Conejinas, Bot. Trébol rastrero.
  • Cornipedrera, Bot. Cornicabra.
  • Caneca, s, f. Jarra de loza barnizada, de forma conico-truncada.
  • Caneco, s. m. Jarro de la misma forma y materia.
  • Caraba, s.abst. Compañía. Se dice Hacer o tener caraba por hacer o tener compañía.
  • Calvoche, s. m. Vasija de barro semiesférica y agujereada, con asa y boca de cántaro, que se utíliza para asar castañas.
  • Cachipegarse, v. recip. Copularse los perros.
  • Carpanta, s.f. sing. Borrachera
  • Cabrearse, v. recip. Echarse pullas
  • Cachano, na, s. y adj. El que pisa y desgasta el calzado de un solo lado; y el calzado así desgastado.
  • Cacharola, s.f. Nalga
  • Cochapas, Med. Costas: concreciones resultantes de la solidificación de la serosidad que fluye en ciertas dermatosis.
  • Cotrena, s. f. Mancha grasa.
  • Cotorina, s. f. sing. Porción superior y posterior de la cabeza en el hombre, donde cambia la dirección del pelo.
  • Compangar, v. der. nom. de Compango: distribuir las provisiones de boca, que han de comerse con el pan, para determinado número de días.
  • Corinto (color de) Es el de la Grosella
  • Canivete (galicismo) De la voz francesa Ganivet: cortaplumas.
  • Cutón (galicismo) Cuchillo sin corte. derivado de Couteau: cuchillo.
  • Cogüelmo, s. abst. exceso. Loc: Con cogüelmo equivale a Con exceso.
  • Confrañirse, v. refl. Restregar el cuerpo contra la ropa.
  • Cuartagón, s. m. sing. Tumbón.
  • Cercillo, Ganad. Marca que hacen los charros en el ganado vacuno, cortando transversalmente la oreja en la dirección curvilínea S, hasta cerca del borde interno, quedando colgante una parte de aquella a modo de zarcillo.
  • Collera, s. f. Cantidad de grano menor que dos fanegas.
  • Chavola, s.f. Covachuela
  • Champar, v. trans. Meter una cosa dentro de otra.
  • Chapallo, s.m. sing. Lodo
  • Charela, s.f. sing. Torcida
  • Chinquelear, v. int. Sonar cualquier objeto metálico
  • Chirimbolos, s.m. plu. Zarandajas
  • Chocas, s.m. plu. Manchas de barro.
  • Choto, s.m. fig. Zurdo
  • Cholar, v. int. Beber de un trago el contenido líquido de una vasija.
  • Chumazos, s.m.plu. Frutos no maduros y dañinos.
  • Donosilla, Zool. Comadreja.
  • Deniza, s. der. verbal de derribar, desperfectos, deterioros.
  • Desacio, s. der. verbal de deshacer; lo que está sin hacer.
  • Escribanía, Zool. Calandria.
  • Esclareadera, Zool. Hidrophilus pistaceus (Coleóptero).
  • Escoba amarilla, Bot. Retama común
  • Escoba blanca, Bot. Retama blanca.
  • Escarabañones, Bot. El conjunto de la raíz, tronco y ramas de estas.
  • Embudes, Bot; Ranúnculo flotante.
  • Encohetar, v. der. de Cohete. Fig. y fam. Reventar.
  • Encangallar, v. pron: Encajarle a uno, alguna plepa.
  • Enfurnir, v. tran. Meter por presión alguna cosa.
  • Engamonitar, v, der. de Mónita. Engañar astutamente y con halagos.
  • Engargajar, v. tran. Ocupar un espacio, con objetos, que dificultan las manipulaciones en aquél.
  • Engarañarse, v. pron. Enfriarse.
  • Engarañino, na, adj. Friolento.
  • Enpuntar, v. tran. Encaminar.
  • Enguerarse, v.irr. Estancarse.en cualquier oficio u ocupación.
  • Embaerse, v. ref. Entretenerse.
  • Envuelza, s. f. La porción de cualquier
  • cosa que puede tomarse de una vez con las dos manos unidas y abiertas.
  • Enjaludrar, v. int. Enjalbegar.
  • Enjaludrarse, v. ref. Embadurnarse.
  • Ensobinar, v. tran. Engrasar. ¦
  • Ensobinada, s. f. La torta de pan impregnada de aceité antes de la cocción.
  • Esmostolarse, v. ref. y recíp. En el sentido figurado y familiar. Estrellarse.
  • Esmorriñarse, v. ref Llenarse de morriña el ganado. Fam.y fig.:Esmorriñarse de risa significa "Cansarse a reir"
  • Esmorarse, v. pron. Desarticularse la cabeza superior del fémur.
  • Esbrearse, v. ref. Excederse en el trabajo.
  • Escarrancharse, v. a. y pron. Sentarse con las piernas abiertas, en la albarda que se pone al asno.
  • Escolonbear, v. d. y pron. Columpiar.
  • Escolombeón, s. m. sing. Columpio.
  • Esgalamido, da, adj Desflaquecido.
  • Escobao. Marca de ganadería. Se hace cortando un segmento anguloso, redondeado en el tercio inferior de la oreja.
  • Escorrozo, s. m. Carraspera. Usase en plu. Loc: Hacer escorrozo equivale a Carraspear.
  • Esperpento,s. m. Estorbo.
  • Esperriar, v. int. Producir aspersiones.
  • Espinilla, s.f. sing. Med. Apéndice xifoide del esternón. Loc: Caerse la espinilla, equiv. a doblarse dicho cartílago.
  • Estampanar, v. der. nom. de Estampa. En sent. fig. y fam. significa "aplastar" usándose como recíproco.
  • Estascos, s.m. plur. Estopa de lino mezclada con la corteza que rodea la fibra textil.
  • Estornijar, v. int. Cornear.
  • Estrampallas, v. tran. Desbaratar.
  • Estropicio, s. m. Destrozo, Desbarate. Loc: Cometer un estropicio es hacer un destrozo"
  • Esguinzar, v. der. nom. de Esguinze. Retozar.
  • Ferreal, Fitot. Variedad de uva colgadera de grano oval y hollejo encarnado.
  • Faralar, s. m. sing. Franja de tela que guarnece los mandiles de las mujeres; las colchas, etc.
  • Farraco, s. m. Bolsillo, que llevan las mujeres, sujeto a la cintura por dos atijos.
  • Furriona, s. f. Francachela.
  • Galas, bot. Flores, de todas plantas herbáceas anuales.
  • Galas de avión, Bot. Espadilla (Iridácea)
  • Galas de pajizal, Bot, Tapia
  • Galas de burro. Bot Maguarzela (Compuesta).
  • Guisantes silvestres, Bot. Lathyrus aphaca L. Papilionácea)
  • Granina, s. f. sing. La semilla menuda de cualquier planta.
  • Garrapo, s. y adj. El cerdo que no ha cumplido un año. El que es muy sucio.
  • Garruchón, na, adj. fam. Husmeador.
  • Gigear, v.int. Gorgoritear: hacer quiebra con la voz, en la garganta.
  • Gigeo, s. m. sing. Gorgorito.
  • Goñá, s.f. sing. Fingimiento.
  • Gorrichel, s. m. sing. Gorro de,papel. Guarrear, v. der. nom. de. Guarro. Gruñir.
  • Guarrazo, s. m. sing. Golpazo.
  • Guarentes, s. m. plu. Empl. en la loc. "por sus guarentes" que vale tanto como decir, por sus pasos contados o por su orden regular.
  • Golpe, Gan. Marca que se hace al ganado vacuno, practicando un corte transversal, en el tercio inferior de la oreja.
  • Hierbatules, s.m. plu. Bot. Las plantas herbáceas anuales, cuya aplicación y nombre propio desconoce el vulgo.
  • Hierba mazaroquera, Bot. Brunela (Labiada)
  • Hierba rigiosa (p. rigidosa) Bot. Guitarrillo (Liliácea). -
  • Hierba topera, Bot. Estramonio.
  • Hortelana, Hort. Hierba buena.
  • Hortelana de perro, Bot; Mastranzo (Labiada)
  • Hoja de Troya, Bot. Escrofularia mayor.
  • Hendido. Marca de ganadería. Consiste en hendir la oreja, en sentido longitudinal, por la parte media e inferior.
  • Horca, Marca de ganadería. Se practica cortando un segmento oval, en el borde inferior de la oreja, quedando ésta ahorquillada.
  • Hurmiento, s. m. sing. Levadura de la panificación
  • Jaracepa, Bot. Jara-estepa. I
  • Jaquetón, s. m. sing. fam. Gallardo. Jarrino, na. adj. Valíente.
  • Jaludre, s. m. sing. Sustancia semisólida de consistencia glutinosa.
  • Javetada, s.f. Navajada
  • Jostra, s.f. Remiendo de pielgo en las abarcas.
  • Joropear, v. rect. fam. Fastidiar.
  • Lagarta, s. f. Zool, Larva: Primer estado de lo insectos, que sufren metamórfosis completa.
  • Labestros, Bot. Rábano silvestre. Limios, Bot. Ova de rio (alga).
  • Lagumán, na adj. Holgazán.
  • Lengua de pájaro. Marca de ganadería; Consiste en hacer dos incisiones, en el tercio inferior de la oreja, formando una lengüeta triangular
  • Lígrime, adj. Esforzado animoso.
  • Locajá, s. f. sing. Cencerrada.
  • Lómbas (tirarse de): Tumbarse.
  • Lucilina, s. f. Petróleo.
  • Mamona, Bot. Lechétrezma.
  • ídem, Bot. Ranunculus muricatus, L.
  • Manillas, Bot. Bisserrula pelecinus L.
  • Mantillinas, Bot. Almizcleña. (Gera-niácea).
  • Maruja, Bot. Pamplina, (Cariofilacea).
  • Manzanilla de olor, Bot. Perpetua silvestre (Compuesta)
  • Manzanilla Cabezuda, Bot. Santolina rosmarinifolia. Mill.
  • Millo, {Extranjeriamp) De la voz portuguesa Milho: Maíz.
  • Mocos de peña, Bot. Evernia prunasti, Ach.
  • Monterillas, Bot. Nombre genérico, aplicable a todos los Agariáceos que tienen sombrerillo.
  • Monjolino, Bot. El fruto (Drupa) de la Gabanzera o Rosal silvestre.
  • Macanche, adj. Enférmizo, macilento.
  • Magüeto, s. déep. Irracional.
  • Maniquete s. m. Mitón de lana o algodón.
  • Mandila, s. f. Delantal de páño o terciopelo, con ricos bordados en oro, y guarnición de seda; que ponen las charras sobre el manteo.
  • Marmelo, s. desp. Bruto.
  • Maraojo, s. m. sing. Herrén sin tallo.
  • Mendo s. m. Andrajo, Guiñapo.
  • Merchán, s. m. Mercader.
  • Mezuquear, v. int. Husmear.
  • Mezucón, na adj. Husmeador.
  • Modorro, s. m. Puchero sin asa.
  • Morrar, v. a. y pron. Arremeter, embestir los cornúpetos.
  • Morrotroco, ca, adj. Terco.
  • Morrocotudo, da, adj. Extraordinario, colosal.
  • Mozarrá, s. f. sing. Pandilla de mozos.
  • Muesca, Marca de ganadería: Se practica haciendo un rebajo cóncavo en el tercio superior de la oreja de los Bobinos.
  • Muña, s. f. sing. Paja pulverizada.
  • Novalío, lía, adj. Crecido, desarrollado.
  • Ñarros, s. m. plu. Astucias, Tretas, ardides
  • Pimienta, Zool. Petirrojo (Motacílido)
  • Pan de cuco, Bot. Uva de gato (Crasulácea). q
  • Pegotes, Bot. Cachurrera menor (oompuesta).
  • Perlitas, Bot. Lamium.purpureum, L.
  • Peinetas, Bot. Relojes (Geraniácea).
  • Pendientes, Bot. Briza. máxima, L.(Graminfieea).
  • Pitiminí (rosal de), Jar. Rosal trepador.
  • Platos, Bot. Nimfea.
  • Platos, Bot. Nenúfar.
  • Parrera, s. f. Pie de planta monocárpica anual.
  • Pluma de Venus, Jar. Milenrama.
  • Pajear, v.int. Decir, embozadamente, lo que se quiere dar a entender.
  • Pebre, n, epi. Canijo.
  • Pelipitusco. adj. Alegre, semi-ébrio.
  • Pellá, s. f. sing. Montón de zarzas.
  • Penca, s.f. sing. En los cuadrúpedos, la parte superior de la cols.
  • Penco, s. m. Coz. Loc: tirar un penco, por "dar una coz".
  • Periquete (en un). Loc. fam. equiv. a "en un instante".
  • Pilfarse, v. ref. Impacientarse.
  • Pinguetear, v. def, ter. Lloviznar.
  • Pinganillo. Marca de Ganaderís. Trozo de piel colgante que se corta en la papada de los Bobinos.
  • Picote, s. m. Mandil de jerga
  • Pitera, s. f. Contusión en la cabeza,
  • Pítima, s. f. sing. Borrachera.
  • Posío s. m. sing Erial inculto.
  • Puerta. Marca de Ganadería. Es la muesca con el segmento que a ésta le falta.
  • Quebrantahuesos, Bot. Ranunculus hederaceus L.
  • Rivalva, Zool. Fringilla montifríngilla, L. (Fringílidos).
  • Regajo, Bot. Pamplina (Cariofilácea).
  • Respigones, Bot. Cachurrera mayor (compuesta).
  • Rosa maldita, Bot. Peonía.
  • Roijo, s. m. sig. Hojas y renuevos de diferentes arbustos y matas que comen los rumiantes.
  • Ruleta, Fit. Variedad de uva negra redonda.
  • Rabero, s. js. sing. Ronzal. Atijo.
  • Rancantán, s. m. aing. Niño rechoncho y andarín.
  • Ranzonero, ra, adj. Remolón.
  • Raspalijón, s. m. sing. Rasguño.
  • Raza (tomarla), Loc. equiv. a "tomar el sol"
  • Rebocillo, s, m. En el traje de charra, la banda que cruza el pecho y se sujeta en la cintura por la espalda.
  • Rebezar, v. der. de Rebeza (náut.) Cambiar la pareja uncida.
  • Rebolá, s. f. sing. La falda del camisón que sale por entre el chaleco y el calzón.
  • Rengadero, s. der. de Renca (cadera): La región de este nombre,
  • Rehugar, v. tran. Desechar.
  • Rehugo, s. m. sing. Desecho.
  • Recucante,.adj. Vivaracho.
  • Repelao, s. m. Dulce de almendra ó piñoñate
  • Rocador (mantilla de). Se llama también de casco porque tiene la formada éste; Ea de paño con labores de realce y carece de velo, cubriendo la cabeza, los hombros y parte de la espalda.
  • Rostral s. m. Remiendo de vaqueta en la pala del calzado.
  • Rodo, s.m. sing. Lo constituyen las faldas del camisón que usan los charros
  • Rugeo, s. m. Broma, jarana.
  • Serano, s. m. sin. Trabajo nocturno: se dice "hacer serano" por trabajar de noche.
  • Sansirolé, n. desp, sing. Simplón,
  • Sentajo, s. m. Asiento de piedrs.
  • Subinela, Zool. Alondra.
  • Sanantona, Zool. Fringílido del gen. Alando.
  • Sardas, Zool. Pececillos fluviátiles (Ciprínidos).
  • Triguera, Zool. Pinzón común (Fringílido).
  • Tanque, Zool. Sapo de tamaño extraordinario.
  • Taberneras, Zool. Carralejas.
  • Tijeritas, Bot. Orquídeas de los gens. Serapias y Orchis.
  • Tiratudellos, Bot. Adenocarpus hispánicus, D. C. (Papilionácea).
  • Tomillo cabezudo, Bot. Cantueso.
  • Tejivana, na, adj. Pieza o aposento de una casa que está sin techar.
  • Toriza, s. f. Simulacro de corrida.
  • Torocón, na, adj. Atolondrado.
  • Tortazo, s: m. Guantada.
  • Trapichear, v. aux; Amañarse.
  • Trapicheo, s. m. Amaño. Usase más comunmente en plural.
  • Timbirimba, s. f. sing. Tabaola.
  • Trifulca, s. f. sing. Altercado.
  • Trola, s. f. Mentira bien urdida.
  • Triliqne, n. epi. El trillador pequeño.
  • Tumbarón, s. m. Morón: eminencia pequeña del terreno.
  • Turrear, v. ínt. Mugir el ganado.
  • Ulera, s. f. Madriguera de los reptiles.
  • Uvas sanjuaniegas, Hort. Agracejo.
  • Uvas de parro, Bot. Brionía.
  • Violero, Zool, Cínife.
  • Verdenace, Bot. Rusco.
  • Verdolaga (parietina), Bot. Heliotropo común.
  • Villoria, Bot. Digital.
  • Valaguero, ra, adj. Holgado.
  • Ventioseno,s. m, Sing. Prenda de luto de las antiguas charras. Es un manto de paño, con velo de encaje, que oculta parte de la cara.
  • Verno (en un), loc. fam. que equiv. a en un instante
  • Yelda, s. f. Levadura mas pequeña que el hurmientoi y ütilizable como éste para desdoblar la fécula de la harina en los productos secundarios de la fermentación panaría.
  • Yeldarse, v. def. ter. Fermentar, recocerse.
  • Yeldo, da, p. p. de Feldarse. (Debiera ser Feldado,da). Hablando del pan cuando está fermentado y en disposición de sufrir la cochura. Se dice también de las substancias alimenticias cuándo se pasan por la coción.
  • Zarzera, Bot. Zarzamora.
  • Zeacina. Bot. Bromus sterilis, L. {Graminácea).
  • Zacho, s, m. Almocafre.
  • Zongos. s. m. plu. fig. y fam. Enredos, laberintos.

APÉNDICE

  • Acedera de lagarto, Bot. Romaza (Poligonácea)
  • Achicoria lecheriega, Bot. Lechuga silvestre.
  • Alvergilla, Bot. Vicia angustifolia
  • Ajo de cigüeña, Bot. Allium spherocephalum, L.Arzolla, Bot Centaurea ornata, Wild.
  • Azotalenguas, Bot, Raspilla (Borraginácea)
  • Ajojolí, Far. Salvia Kia
  • Amormio, Far. Extrañas
  • Árbol de los rosarios, Far. Caña de Indias.
  • Acuestos (dejarse de): loc. charr. " dejarse de cuidados"
  • Agremán, s. m. Cinta recargada de azabaches y abalorios, que guarnece algunas prendas mujeriles.
  • Baleo cabezudo, Bot. Aciano (compuesta)
  • Baleo macho, Bot. Microlonchus salmanticus, D.C. (Compuesta)
  • Barcea, Bot. Festuca duriuscula, L. (Graminácea)
  • Botijas, Bot. Fruto de la achicoria amarga.
  • Campanarios, Bot. Flor de la piña (Liliácea)
  • Camuesa, Far. Altareina
  • Cachera, s.f. Cachiporra
  • Carochoso, sa, s. verb. der. de Carochar; carcomido
  • Crucero, s. m. sing; Pañuelo blanco que cruza los hombros y se sujeta en la cintura, como el que le cubre. Prenda que todavía usan nuestras lindas abuelas.
  • Cusca (hacer la); loc. charr. Fastidiar a uno.
  • Chocallá, s. f. sing. Cencerrada.
  • Despedidas de verano, Far. Crisantemos.
  • Escuchumizao, a, adj. Escuálido.
  • Escerebrarse, v. pron. refl. Descalabrarse.
  • Globos, Far. Carita de monja.
  • Hierba de las almorranas, Bot. Llantén menor.
  • Hierba cruzada, Bot.- Tártago.
  • Hierba de las quemaduras, Bot. Hierba cana.
  • Meleocadia, Far. Funkía.
  • Pendientes de la Virgen, Far. Fuchsia.
  • Mal en pie (andar) loc. charr. fam. Estar delicado de salud, sin hacer cama.

Después de Fernández de Gatta ha habido muchos más recopiladores de nuestra particular "habla". Manuel Mateos de Vicente en su web dispone de una denominada "Términos lígrimos salmantinos y otros solamente charros" que podéis descargar a partír de este enlace. Existe un blog maravillosamente desarrollado por Celestino Miguel, de Lumbrales, en el que en sucesivas entregas, va publicando una extensa recopilación de palabras típicas de nuestra zona, acompañadas en muchos casos de dibujos o imágenes explicativas. Se titula "El cuento que no es cuento" y que os invito encarecidamente a visitar.

6 de noviembre de 2010

Aerovía G-52

Momento en el que un avíón circulando por la aerovía G-52 pasa por la vertical de Ciudad Rodrigo. Podemos ver una gárgola y parte de la barandilla superior de la Catedral de Santa María en dicha ciudad. La imagen se tomó el pasado 30 de Septiembre de 2010.

5 de noviembre de 2010

Mayordomo con "mando"

Eso es lo que podríamos decir de don Nicasio Sánchez Mata, natural de Masueco y que con el tiempo llegó a ser diputado provincial y catedrático de Derecho y luego también Decano de dicha Facultad en la Universidad de Salamanca. Había nacido en el año 1857 en la mencionada localidad arribeña  y murió en Salamanca en 1946. De signo conservador, mantuvo estrechas relaciones con los grupos católicos de Salamanca, así como con las fuerzas más relevantes de la derecha salmantina. Fue también uno de los impulsores de la construcción del nuevo (y actual) edificio del Hospital de la Santísima Trinidad de Salamanca. Que tenía "influencias" en el ámbito religioso lo podemos deducir de la siguiente noticia publicada en "La Semana Católica" de Salamanca en su número 139 del 25 de agosto de 1888. ¡No todo el mundo podía cambiar la festividad de San José del 19 de Marzo al 20 de Agosto!


El día 20 del actual se celebró en la iglesia parroquial de Masueco una solemnísima función religiosa en honor del glorioso Patriarca San José.

El haberse verificado tal solemnidad en dicho día, fué por la circunstancia de que siendo uno de los Sres. Mayordomos nombrados para este año D. Nicasio Sánchez Mata, y no pudiendo asistir en el mes de Marzo, efecto de sus ocupaciones, hubo de trasladarse para el dia 20 del presente mes.

El Sr Sánchez Mata quiso que la naciente devoción a San José tomara arraigo en el pueblo donde se crió, no escaseando medio para que la función fuera solemnísima. Hubo manifiesto y sermón á cargo del Sr. Albarran, párroco de San Cristóbal de la Cuesta, estando el templo profusamente iluminado.

A estos cultos asistieron multitud de personas de los pueblos comarcanos.

4 de noviembre de 2010

Chopos del Collado

¡Tres días bastaron para que los chopos del Collado pasaran del aspecto superior al que se observa en la fotografía inferior! Ocurría eso a finales del pasado mes de Octubre.

3 de noviembre de 2010

Costumbres populares. Boda de charros

Transcribimos hoy un pequeño relato original de Mariano Arenillas Sainz, publicado en la revista "Basílica Teresiana" del mes de noviembre de 1919.


COSTUMBRES POPULARES

BODA DE CHARROS


Aquella noche la cocina de la "Dehesita” estaba más animada que de costumbre. La llegada de mi tío había sacado de quicio a todos, y los cabreros abandonaron el chozo; los vaqueros la majada; el tío Quico la carbonera; y hasta Sebastián, el montaraz, procuró dar la última "vuelta” más pronto que de ordinario, a fin de estar en la casa antes de que el sol otoñal se perdiera entre las encinas del monte.

Mi tío, sentado en el escaño de la cocina, bajo la gran chimenea de campana, pasaba revista, con un placer que delataba la sonrisa de su cara, a los habitantes de aquella pequeña república, alumbrados por la luz oscilante de un humoso candil que pendía del ennegrecido techo.

Allí se enteró de los cabritos que guardaba el chivetero, de la indignación de Sebastián contra dos "buenas piezas” a quienes cogió in fraganti cuando se disponían a envenenar con beleño las tencas de la charca de la “Fresnera”. Supo cuan brava era una "rabona” recién parida que al lado del ternerillo, no había fuerzas humanas que la hicieran abandonar los tomillares, y el "arregaño” que el tío Quico tenía a los estudiantes de la “ciudá” porque el domingo anterior, dos enamorados de la Instituta le ajustaron la carga, pero con la condición de que el carbón fuera blanco.

- ¡"Jolgazanes” del diablo, los condenados! -decía con enfado mal reprimido por la presencia de mi tío.

Este "punto” se estaba discutiendo, cuando los perros anunciaron que alguien rondaba las puertas de la casa.

— Serán los de la boda que vendrán a convidarles a ustedes, dijo Antonia la montaraza, mientras agitaba la liebre que cocía en el puchero, y cuyo agradable tufillo subía hasta mis narices.

Salió Sebastián a enterarse de quiénes eran los rondadores nocturnos y a poco entraron con él, gorrilla en mano, dos apuestos majetones y buenos mozos, con sus botines acharolados sobre los que caían dos borlas negras de seda, semejantes a las que usan los toreros en el traje de "luces”, y las cuales sujetaban a las rodillas los ajustadísimos calzones de paño negro; "mediavaca” a la cintura; colgantes de plata de doble hilera, en el rameado chaleco de terciopelo y en las bocamangas de la chaqueta corta; y el consabido botón de oro con brillantes cerrando el blanquísimo camisón de hilo de bien calada pechera.

—Buenas noches nos dé Dios—dijeron a la par los visitantes, mientras mi tío les ofrecía la mano para saludarles. Yo hice otro tanto, y en verdad que me pesó bien pronto, porque tal fué el apretón que me dieron los amables charros, que vi hasta las estrellas de novena magnitud.

Comprendí por el modo con que mi tío los recibía y por la apostura con que se presentaban, que aquellos eran charros, pero de los "majos”, y Antonia estaba en lo cierto cuando dijo que eran los de la boda.

Hacía dos meses que no se hablaba de otra cosa por aquellos pueblos y lugares, y a juzgar por las víctimas y preparativos: carneros y vacas, conejos y liebres, perdices y gallinas, "maimones” y "arroz dulce”, quesos y natillas, todo indicaba que aquellas bodas iban a dejar tamañitas a las célebres de Camacho. Y así tenía que ser, porque, según supe luego, todo el pueblo estaba convidado y la mitad de los limítrofes.

Pero volvamos a nuestros charros. Uno era el hijo del alcalde del pueblo inmediato, el novio, marido desde la mañana de aquel día, de la hija del juez, la más frescachona charra en diez leguas a la redonda. El otro era un hermano de la novia, y no llevaba otra misión que la de dar más solemnidad y doble carácter al convite que para ir a la "tornaboda” nos hacía su cuñado.

Habían sabido nuestra llegada "na más parar el baile” y allí estaban dale que le das, batallando con mi tío y conmigo, que nos excusábamos de asistir; mi tío de corazón, porque le molestaba el barullo, y yo de cumplimiento, porque deseaba encontrar coyuntura favorable para decirles que iríamos; resolución que al fin y a la postre fue el remate de aquella visita nocturna, pues mi tío, no encontrando salida más honrosa ante una insistencia tan pesada, dijo encogiéndose de hombros:
—En fin, lo que "éste” diga.

Y lo que yo dije, dando una palmada cariñosa en la espalda del novio, fue que nos esperasen el día siguiente, de mañana y antes de misa.

Corrió la jarra, oyéndose las frases de "que haiga salú”, "que Dios nos la conserve” y "de hoy en un año” y tuve la precaución, aunque de ello protestó la montaraza, de quedarme en la una mano con el candil y en la otra con la jarra, a fin de evitar que al despedirse los charros me descoyuntaran los dedos.

Fuéronse satisfechos y con ellos, ya cenados y medio dormidos, los demás contertulios de la cocina, a excepción de Sebastián y Antonia, que nos hicieron los honores hasta que levantamos los reales para irnos a la cama, no sin antes apurar, entre trago y trago, la media fuente de la liebre, y tras ella el último cigarro de la noche.

Sebastián me había dicho mientras cenábamos y contestando a mis preguntas, que la "tornaboda” sería muy animada puesto que habría "abrazados” y "rosca”.

Esto aguijoneó mi curiosidad y me acosté con tantas ganas de que amaneciera, que apenas pude pegar los ojos, y dando vueltas y más vueltas, vino a sorprenderme el día.

Tan rica era la leche, fabricada con esencia de tomillo y manteca pura, que mi tío y yo no tuvimos reparo en echarnos al cuerpo un cuartillo del blanquísimo licor, que cayó sobre el chocolate a las mil maravillas. Y ya con este desayuno, montóse mi tío en un borrico y tomó el camino del pueblo, mientras Sebastián y yo, esperando ver algún conejo, le seguíamos con las escopetas al hombro, como si fuera un reo a quien llevaran al patíbulo.

La mañana estaba fresca y el cielo despejado, lo cual indicaba que el día no sería de los peores de Noviembre.

Después de media hora de camino sobre la alfombra de hojas secas desprendidas de los robles, llegamos a un altozano, desde donde se veía, bajando la ladera, un extenso prado cubierto de fresnos que, entonces desnudos de hoja, parecían escobas gigantescas, y por entre los cuales serpenteaban varios arroyuelos de agua muy cristalina. Era la Fresnera, cerrada por un vallado de espino artificial; allí estaba la charca de las tencas que la noche antes habían querido envenenar, y como a un tiro de fusil desde la linde del prado, y enfrente del camino que seguíamos, sobresalía un grupo de casas capitaneadas por la sencilla torre de una iglesia y cerrando todo el cuadro, montes de encinas, robles y alcornoques se divisaban por todos lados hasta perderse muy lejos.

—¿Qué hora tenemos?—preguntó Sebastián a mi tío mientras bajábamos la cuesta.

—Van a ser las nueve y me parece que a este paso no llegamos a misa, le contesto a la vez que espoleaba al paciente rucio.
—No tenga prisa, señor, porque "he venío con cuidiao” y no he oído las campanas.

Aun no había dicho esto Sebastián, cuando sonó un repique alegre, bullicioso, como de día de boda. Yo aceleré el paso deseando llegar al pueblo; el montaraz animó al burro y el animalito, como si adivinara el pienso que le aguardaba, se entró por el prado con un trote cochinero que maldita la gracia que le hacía a mi tío, persona poco amiga de bailes y menos de los de albarda.

Sin otro contratiempo llegamos al final del viaje, parándonos a la puerta de una modesta casa, pero que comparada con las demás de la calle, era bastante lujosa; de un solo piso, fachada de piedra, canalones, dos grandes ventanas y dos enormes cantos rodados haciendo pendant a los lados de la puerta. Allí estaba un mozalbete que, como si se supiera la lección al dedillo, apenas si dio tiempo a que se apeara mi tío del burro, al cual metió de puertas a dentro sin decirnos más que "ya estaban tóos pá misa hacía la mar de rato”.

En vista de esto allá nos fuimos nosotros también, encontrando en el atrio de la iglesia lo menos cincuenta charros con sus largas capas de esclavina con picos, y entre aquéllos, nuestros visitantes de la noche anterior; pero el sacristán debía de estar a nuestra espera y no nos dio tiempo ni para cumplir con los saludos de ordenanza, porque tocó las todas y entramos como las ovejas, juntos, entre pisadas y estrujones sin cuento. El novio nos llevó al "banco de la justicia” sin que hubiera medio de resistir so pena de armar un escándalo en la iglesia. Oímos la misa, por mi parte con bien poca devoción, porque los berridos del coro compuesto de los mozos de más pulmones del pueblo, que para cantar mejor, según supe luego, se habían desabrochado el cuello de la camisa, y el humo de los hacheros y los colores de los manteos de las charras, verdes, amarillos y colorados, me marearon de tal modo, que estuve a punto de salirme, y ojalá que así lo hubiera hecho, pues para colmo de sustos, cuando más silencioso estaba el templo, que era en el momento de alzar, sonó la dulzaina juntamente con un tan formidable redoble de tambor, que me dejó sin gota de sangre.

Por fin terminó la misa, pero al salir nos esperaban emociones más fuertes todavía.

Una mojiganga compuesta de hombres y mujeres, nos aguardaba en el atrio; ellas, capitaneadas por una que más que mujer parecía un sacudidor (tales trazas llevaba) sostenían un elevado palio de colchas, y ellos presididos por un charrote feo, vestido a guisa de obispo, con mitra de cartón, se apiñaban junto a un carro que tenía las ruedas, teleras y pértiga, cuajadas de cencerros cuyo sonido junto con el del tamboril, la dulzaina y la gritería, era capaz de ensordecer al más acostumbrado a ruidos infernales.

Cuando salimos de la iglesia mí tío y yo, ya estaban en el carro los novios, los padrinos y los tamborileros, pero por lo visto faltábamos nosotros, porque el obispo dirigiéndose a mi tío, le porfiaba para que subiera, no consiguiéndolo gracias a los respetos y razones que mediaron. Yo estaba tiritando, porque cualquiera cosa podía esperarse de un hombre "así”, cuando vi que se encaró conmigo dispuesto a no andar con tantos miramientos con "el joven” como él me llamaba. Porfié, pero sin poder evitarlo, me sentí cogido como entre dos tenazas, y llevado en hombros como un muñeco, allá me echó el charro a modo de costal de patatas, yendo a dar con mis pobres huesos a los pies de la madrina que no cesaba de reír la broma a carcajada limpia. Empujaron el carro los más fornidos y en medio de un estrépito horrible y seguidos de las del palio que nos incensaban con humazo, llegamos a las afueras.

Paró la comitiva y echamos pie a tierra, y quieras que no quieras, después de mil empellones, colocaron sobre los bien nutridos pestorejos de los novios un yugo colosal al que se enganchaba un arado, y entre sudores y fatigas, les obligaron a hacer un surco, martirio que yo no hubiera resistido seguramente si me ponen en aquel trance, aun a trueque de echar por tierra mis aspiraciones matrimoniales.

No sé quién llevó recado de que la rosca ya estaba, preparada, y esto bastó para que al compás de la consabida orquesta desuncieran a la original yunta y nos encamináramos a la plaza, en donde ya nos esperaban el señor cura, mi tío y otros graves charros, sentados en sillas y enfrente de ellos un enorme maimón bañado y lleno de banderolas, sobre una mesa adornada con pañuelos de seda de variados colores.

La rosca de los charros viene a ser algo parecido al bollo del padrino que se usa en la maragatería, con la diferencia de que éste lo gana el que más corre a pie y aquélla el que mejor baila.

Formóse un corro más que regular y comenzaron los acordes de la charrada, saliendo los bailadores con sendas castañetas a disputarse el premio. A las esquinas de la mesa solían pararse haciendo con los pies hábiles "punteados”, hasta que un charro fuerte y guapote, entre los aplausos y vítores de todos los circunstantes, se ganó la rosca que allí mismo repartió como pudo y Dios le dio a entender, entre grandes y chicos.

Varió la sonata, señal de que se iba a espigar la novia, lo cual consiste en entregarle los regalos que cada cual quiera hacerle, bailando con ella, al son del tamboril y dulzaina, y se presentó la madrina primero, bailando con la novia, ofreciéndole una canasta llena de yo no sé qué cosas de lienzo y tela; siguieron a la madrina las demás mujeres casadas y solteras, llevando unas platos, otras pucheros y todas objetos necesarios en el hogar; luego comenzaron los hombres precedidos del novio, y sus abrasados consistían en dinero, que algunos colocaban en la boca obligando a la novia a que lo cogiera con los dientes, escena que excitaba la risa de cuantos la presenciábamos.

El padrino anunció que ya iba bien pasada la hora de la comida, cambiaron de tocata los tamborileros y tras ellos nos encaminamos todos hacia la casa donde cuatro horas antes habíamos parado el tío y el sobrino, Sebastián y el rucio.

Hasta de los corrales habían hecho comedores colocando en medio de ellos grandes tablas a guisa de mesa sobre pilastras de adobes, y allí fue donde "se cortó el bacalao” porque en las salas los comensales, presididos por el señor cura, mi tío y los padrinos, eran gente más grave y sesuda. Los montones de huesos que aparecieron luego debajo de cada silla denunciaban la potencia digestiva del convidado, siendo nota general que la de todos era de primera clase.

Fuéronse las mujeres a peinar y vestirse mientras los hombres jugaban al mus y a la brisca, a la calva y a la pelota, y a pocas horas pasadas en estos entretenimientos comenzó el baile, que fue lo que más me gustó y conmigo a mi tío, que se hacía lenguas alabando la apostura y continente de los mozos y el donaire y gentileza de las mozas; aquéllos, vestidos como el novio cuando nos visitó la noche anterior en la cocina de la Dehesita, y éstas, como la novia, que les servía de modelo; y en verdad que la muchacha estaba tan guapa y bien aderezada con el originalísimo traje de charra, que bien quisiera tener la habilidad de retratarla en el papel para ponerla a la vista de todos.

Más bien alta que baja, gruesa que enjuta, ojos negros y retozones, veinte años contaba según delataba su moreno rostro, y como remate de sus encantos naturales, vestía: calada media blanca que iba a esconderse en el escotado zapato de terciopelo bordado con caprichosos dibujos de oro; "manteo de vuelta” rematando en una tira también de terciopelo que se ajustaba al talle; un mandil de paño fino con faralá de raso y lentejuelas dejaba ver en parte la faltriquera con fleco de oro y bordados iguales a los de una larga cinta de gró que caía por detrás sobre el manteo; jubón de terciopelo negro con bocamangas bordadas y adornadas con colgantes de oro a guisa de botones; pañuelo blanco salpicado de lentejuelas encima de la almilla y sobre él el dengue haciendo juego con la cinta; otro pañuelo de encaje blanco que cubría la cabeza aumentaba la hermosura de la cara, sin contar con el tono original que la prestaban el calado moño, los rizos con horquillas de oro y multitud de cruces, sartas y aderezos que caían sobre el pecho. En suma, que si Sebastián no me dice que mi tío estaba impaciente por volver a la Dehesita, allí hubiera seguido hora tras hora contemplando a las parejas que tenían trazas de no cansarse nunca, a juzgar por los bríos con que seguían bailando su charrada.

Mucho instaron padrinos y novios para que prolongáramos la visita, pero el borrico esperaba y no debíamos impacientarle; así es que poniéndose el sol salíamos de regreso, mi tío rendido, Sebastián pesaroso de haber abandonado tanto tiempo su montaracía, yo con la cabeza descompuesta, y el rucio deseando llegar a casa, pues por las malas pulgas que llevaba se echaba de ver que nadie le había atendido y allí donde todos comieron cuanto les vino en ganas, tuvo el infeliz que contentarse con las sobras de los pesebres.

Cuando sentíamos ya el fresquecillo de la noche, oímos la voz de Antonia, la montaraza, que salía, candil en mano, a recibirnos y, no quisiera engañarme, pero al mirar como despedida hacia el pueblo que acabamos de dejar, me pareció percibir de un modo confuso los alegres ecos de la boda entremezclados con el murmullo del aire al rozar en las copas de las encinas.

Mariano ARENILLAS SAINZ.