21 de diciembre de 2012
12 de diciembre de 2012
Castro de Yecla. Nuevo aspecto
11 de diciembre de 2012
Puente de hierro
Este accidente retrasó las obras un buen tiempo. Sabemos que recuperar los dos trozos caidos al río les costó Dios y ayuda. A pesar de todo, la construcción hasta la frontera no se vió interrumpida debido a la existencia de una vía auxiliar que "puenteaba" el puente y la trinchera de la mina. Pero de esto hablaremos otro día.Días pasados, cuando se estaba procediendo a colocar sobre los machones levantados en el río Yeltes, el puente metálico que había de servir de paso a las máquinas de la Compañía S.F.P., cayeron al suelo dos de los trozos de que se componía el mismo, debido a no haber encontrado el extremo que avanzaba, punto segundo de apoyo o machón sobre que descansar.
No tenemos noticias de que hayan ocurrido desgracias con motivo de este accidente.
10 de diciembre de 2012
Castro de Yecla
Parece ser que en los enterramientos se encontraron además de restos humanos, diversos utensilios (vasijas de cerámica) y armas. Una de las tumbas se ha dejado abierta y mostrando un esqueleto humano casi completo.
Lo que ha sido excavado es posiblemente una mínima parte de una gran necrópolis que, debido a la crisis actual, dormirá el sueño de los justos, hasta que vengan tiempos de bonanza económica que permitan invertir el dinero necesario para sacarla a la luz. Mientras tanto podremos observar unas 3 ó 4 tumbas de la oculta necrópolis. Ignoro si las vasijas y armas encontradas formarán parte de lo que se expondrá bajo esa estructura. Probablemente no.
1 de diciembre de 2012
Río Yeltes
15 de noviembre de 2012
14 de noviembre de 2012
¿Yeltes o Huebra?
Resulta evidente de que el río que aporta más caudal y tiene un nivel de base inferior es el Yeltes. Esquema de la unión basado en la foto superior
13 de noviembre de 2012
Campesinos charros
12 de noviembre de 2012
Puente de los "Siete Ojos"
La fotografía que véis a continuación está tomada dicho día.
11 de noviembre de 2012
Dionisio Fierros
Se formó en Madrid, en el taller de José de Madrazo y posteriormente en el del hijo de éste, Federico Madrazo. Acudió al mismo tiempo a la Academia de Bellas Artes de San Fernando y realizaba además obras de grandes maestros en el Museo del Prado.
Tras ampliar su formación en París y regresar a España se instaló en Galicia (Santiago de Compostela) donde residió unos tres años, realizando cuadros de paisajes y temas de costumbres populares gallegas. También destacó como retratista.
Concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes en varias ocasiones, ganando en dos de ellas alguna de las primeras medallas.
Durante algún tiempo vivió en Salamanca, pintando bastantes cuadros de temática charra. Es esta la razón fundamental por la que le traemos a estas páginas.
Murió repentinamente, a los 67 años de edad, cuando al parecer se dirigía a presenciar una corrida de toros.
En la fotografía adjunta podemos ver uno de sus cuadros titulado "Baile de Charros" y que Albert Calvert recoge en el libro "León, Burgos y Salamanca".
4 de noviembre de 2012
La noche de los Santos
Acaba de pasar la fiesta de Todos los Santos. Para mi un día muy especial, pues es el día de mi cumpleaños. Pero también por los recuerdos que me traen de mi niñez, de las reuniones por la noche en casa de los abuelos, el tañido de las campanas, ... Lo relata muy bien don Saturnino Galache en este poema publicado en su libro "Charras" titulado "La noche de los Santos".
Es la fiesta de los Santos,
Descontando Navidad,
La que encierra más encantos
En toda la cristiandad.
Esas típicas vigilias,
Tienen el divino don
De reunir las familias
En el paterno rincón.
Y unidos en lazo estrecho
Por este sagrado imán,
Los cobija el mismo techo
Y los nutre el mismo pan.
¡Venerandas tradiciones
de mi tierra salmantina!
Tu recuerdo ¡Qué emociones!
Tu religión ¡Qué divina!
¡Confituras de artimañas,
el cabrito a troche moche,
y las mollares castañas
asadas en el calvoche!
Cuentos de mis lugareños
-de poéticos ensueños-
Que enamoráis tantos pechos,
Refiriendo a los pequeños
Sueños que parecen hechos.
-Hechos que parecen sueños-
¡Santo final de esas cenas
de inefable poesía
e indecible encanto llenas!
En que al cesar la alegría
Los ancianos circuidos
De hijos, sobrinos y el nieto,
Rezan por los fallecidos
Con imponente respeto!
Allí están junto al hogar
Donde se meció la cuna
De aquél grupo familiar;
Un mismo amor los aduna.
Y al terminar la oración
Oyen sin pestañear
La miedosa aparición
De un ánima al tío Gaspar.
Si el cuento se extralimita
A los ecos del din dan
Las campanas de Rollan
La atención se debilita,
Y se quedan los chiquillos
Dormidos entre los brazos,
Lo mismo que marmolillos
En los calientes regazos
De la madre diligente.
Los zagales se acostaron
Y los padres se enredaron
En el diálogo siguiente
-Hay que aprovechar un rato
Pá dir a ver el Centeno.
-Ayer lo vio Quico el chato
y ha dicho que va mi bueno,
-No va malejo, no, el pan
y aunque siempre hay cabra coja,
los cuadros de mi tío Juan
Ponen el ramo en la Hoja,
-Y al sierro, una escapatoria
Hay que echar, también, si encarta.
-Tiene un trigo que da gloria,
Y un maraojo de a cuarta,
-Que meta Juan las ovejas,
Que lo despunten un poco.
-Y las dos cotralas viejas,
Y en cuanto arrecien las troco.
-A Cia Rodrigo con ellas!
Y con tantos pareceres
Disminuyen las botellas.
Intervienen las mujeres
Y en una brisca reñida
Juegan el aceite anís
Y se le marcha en un tris
Otra horita bien cumplida.
Obligan al perdigón
A que pague a toca teja,
Desocupan la bandeja
Y ... al levantar la sesión,
Tapujadas las carinas
De los dormidos zagales
En mantones y anguarinas,
En los brazos paternales,
Para esquivar al salir,
La impresión del crudo hielo,
Se despiden del abuelo
Con el ojo a medio abrir.
Esta es la costumbre santa
Del alma charra de ahora,
La que mi pecho enamora,
La que mi peñóla canta.
Y cuando el cuerpo reclama
Lo que su dueño le niega,
Se van todos a la cama,
Después de echar la sosiega.
¡Cuán distinto es hoy, con ese "invento comercial" trasplantado desde los Estados Unidos, de la fiesta de Halloween!
26 de octubre de 2012
Otoñada
25 de octubre de 2012
La Ofrenda (1920)
Con el paso de los años, la fiesta de la “Ofrenda” a la Virgen del Rosario fue a menos, mientras las Ferias de Agosto junto con la fiesta de la Virgen de Caballeros fue a más. Esa “decadencia” se fue incrementando paulatinamente hasta llegar a desaparecer por completo en los primeros años de la segunda mitad del siglo XX.
El Adelanto 22 de octubre de 1920
Las fiestas de la ofrenda, que fueron en otro tiempo las principales de aquí, habían ido degenerando de año en año, sobre todo desde que se estableció en fecha fija la de la Virgen de Caballeros y se la adicionó con la feria, que va cada va tomando más incremento. Pero este año fueron unos mayordomos rumbosos los de la Virgen del Rosario y a no haber sido por el mal día, puesto que casi todo él estuvo diluviando, hubieran dejado recuerdos para larga fecha estas del Ofertorio, en que se conmemoran las hazañas épicas de los españolas que vivían en los tiempos aquellos, en que se dio la famosa batalla de Lepanto. No pudo lucirse la hermosa procesión ni el acto aquel en que, ataviadas con sus mejoras galas las mayordomas y su corte de amor, como podríamos llamar al grupo de lindas muchachas que las acompañaban, con roscones y tartas de almendras y de dulces en las manos y con cirios y velas y flores, para ponerlas a los pies de la imagen, lujosamente engalanada y colocada sobre un pedestal en un extremo de la plaza pública y al aire libre.
Tampoco pudo hacerse con orden el desfile que por ante la Virgen y con la plaza completamente despejada, habrían de realizar los niños y niñas de las escuelas depositando su óbolo pecuniario en las bandejas, al igual que las otras jóvenes y mujeres casadas, y varios también hombres graves. Todo hubo de hacerse atropelladamente porque el aguacero fue terrible en aquel momento, obligando a trasladar a la imagen bajo unos soportales, y sin embargo los oferentes no cesaron, formando un cuadro hermoso multitud de madres que con sus niños en brazos, resguardados a medias por paraguas que se chocaban los unos con los otros y revolviéndose todas en confuso montón, acudían a ofrendárselos a la Virgen, y a que ellos mismos con sus tiernas manecitas echasen en la bandeja el centimillo o la peseta, al tiempo que imprimiesen un beso en la estola del celebrante o en la cruz. ¿Lo harían quizá por seguir la rutina? Pero en todo caso bendita ella, si así es, porque mejor educan estas costumbres y sencilleces de los tiempos antiguos, que no estos de ahora de los que llaman superhombres como unos cuantos que pasan ahora, mientras escribo frente a mi ventana, entonando cantares en loor del infortunado sectario Ferrer. No. Las gentes estas son buenas al donar a la Virgen, para su culto trigo del mejor, la sandía, las palomas , las velas o bujías; y en otros tiempos que yo recuerdo los pollos y gallinas, los ramos de manzanas, los ajos y cebollas y hasta las calabazas. Oro es lo que oro vale, y más que todos los donativos, el oro del corazón.
El sermón de la mañana estuvo a cargo de un amigo mío, lo cual me veda hacer su panegírico, aunque no de decir que es un sacerdote ilustradísimo, licenciado en Ciencias Históricas y maestro de primera enseñanza superior, representante en Madrid, donde reside, del celebérrimo D. Andrés Manjón, en cuyas escuelas de Granada hizo esta última carrera, siendo además capellán de las Esclavas y profesor y confesor de sus educandos, así como también propagandista entusiasta y obrero incansable de todo lo que huela en la corte a obras benéficas y de acción social y caridad, como asilo de golfos, comedores de pobres vergonzantes, de madres lactantes y los invernales de caridad, centros católico agrarios, de defensa social, etcétera.
Aquí, como orador, hubo de hablar de la Religión y de su enlace con la historia de todos los tiempos y todos los pueblos, particularizando después, como buen patriota, en lo que respecta a la España del tiempo de la morisma, con los hechos gloriosos realizados por la fe y el amor a la Virgen desde Covadonga hasta Granada, así como más tarde doblegó también a los turcos, bajo el mando del español Don Juan de Austria, en la famosa epopeya de Lepanto.
Como cristianos y españoles gustó la oración sagrada; pero otra cosa se pedía además por cierto sector de la opinión, que era el Sindicato agrícola y éste se atrevió a suplicar que demorase un día su regreso a Madrid el orador para hablarles algo, a lo que éste cedió gustoso. La conferencia o conversación amistosa como él la llamó, se celebró ante un público numerosísimo en la casa Ayuntamiento, y tuvo por tema principal La unión agraria en todo y para todo, siempre que llevase por norte la busca del bienestar por medios lícitos y en los qué no cupiere la menor sombra de irreligión ni de inmoralidad. Procuró deshacer el equívoco de que los labradores ricos pueden contraer grandes responsabilidades pecuniarias al ingresar en estos sindicatos en unión con los pobres, y lo demostró, no sólo con razonamientos, sino con ejemplos. Animó a todos para que se asociasen, no ya sólo en la compra de abonos y de hierro, sino para proveerse de aceite, de jabón, de sal, pimiento, etc., como ya lo hicieron, con ventaja algún año, y para la venta de sus productos, como granos y paja.
Les estimuló a que fomentaran el ahorro individual, distinguiéndole en todo caso de la avaricia y la miseria, y les habló de laboriosidad, honradez, ansias de cultura, de los fines que persigue la Confederación Nacional Católico Agraria, del modo de financiar la institución creada este mismo año con el nombre de Banco Rural, etc. etc.
Si silencio grande hubo durante el sermón predicado en la parroquia por no perder ripio de las cosas bonitas e instructivas que decía no menos lo hubo también durante esta conferencia, en la que el oído y el ojo avizor de los oyentes veían retratadas normas de conducta para solucionar bajo el punto de vista material, los azares de la vida actual , que se ha hecho ya tan difícil como peligrosa. Todos se hacían eco de cuanto habían oído y aprendido, y quiera Dios que no se les olvide.
Y con esto doy por terminadas las fiestas de la Ofrenda del presente año, porque yo no puedo ni debo hablar de las profanas, como bailes y convites, y músicas y luminarias que también hubo, si de las distinguidos forasteros que por afectos de familia o por amistad con los mayordomos vinieron a honrar al pueblo. Diré sólo los nombres del orador don Tomás Minuesa y los de los mayordomos, a quienes no había nombrado hasta ahora. Don José García Torres, labrador de aquí con su esposa Doña Antonia Castro y D Fernando Durán, farmacéutico de Cilleros, con su esposa, la maestra que fue de esta escuela del Ave María doña Margarita Pérez.
A todos mi enhorabuena.
El corresponsal
24 de octubre de 2012
Otoño
20 de octubre de 2012
Cementerio
Nos estamos acercando al mes de Noviembre en cuyos primeros días celebramos las festividades de Todos los Santos y de los Difuntos. Nuestros cementerios se adornan para homenajear a nuestros seres queridos ya fallecidos.
19 de octubre de 2012
La "Ofrenda" (1908)
Gracias á la campaña moralizadora del ínclito La Cierva, á quien, pese á todas las criticas, no se puede negar que está realizando valientemente una obra buena, hemos pasado las fiestas de la Ofrenda en medio de la mayor tranquilidad. La supresión de la corrida de novillos tradicional, trajo el desaliento, y ni funciones teatrales, ni bailes, casi hubo. Quedó probado que las fiestas sin cuernos por aquí, apenas son fiestas, y que ellos, los cuernos, son el espectáculo más agradable y el de atracción mayor. Verdad es que aquí, donde hay de sobra novillos y novilleros, donde muchas veces han bastado seis ú ocho horas á personas de buen humor para organizar una corrida y traerla, aquí, sin embargo, no ha producido desilusión ni disgusto grande la supresión de la de ahora. Recuerdan los labradores que en el año pasado quitó la corrida de la Ofrenda unos centenares de fanegas que sembrar en buena sazón, las cuales después no se sembraron ó se sembraron en condiciones pésimas, y este recuerdo les sirve de lección. Por frivolidades ó cosas fútiles, dejar lo que importa, no es buen proceder, y además, se van convenciendo estos ganaderos de que las corridas son fiestas bárbaras que tienen que desaparecer. Solo que se duelen de que no se respeten los intereses que á la sombra de ellas se habían creado y, en cambio, se favorezca a los dueños de toros de cartel. Y en esto tienen razón. Si es que los Miuras, Veraguas, Aleas, etc., han de gozar del privilegio de vender sus toros á peso de oro para las plazas, que no se quite á éstos el de vender novillos á peso de plata. Lo menos que pueden pedir es la equidad, y si éstos pierden 100 pesetas en cada novillo, que pierdan aquéllos 1.000 y destinen sus reses, como éstos en el año presente, al matadero o a uncirlas en carretas. Porque aquí no se cree que la supresión de las novilladas de pueblo obedezca sólo á fines de cultura y de crear costumbres buenas. Si fuera por esto, ningunas mejor suprimidas que las corridas de ciudad. Al cabo es en éstas en las que se ven actos más bárbaros que en las simples capeas, y actos que son presenciados, por lo común, por las gentes cultas, por la aristocracia del saber y del dinero, por las clases directoras del pueblo, á las que por bien de éste y por su propio prestigio, convendría rehusarles motivos de incultura. Los de los pueblos, incultos somos ya y seguiremos siéndolo con ó sin capeas, sino viene de otro lado el remedio. Escuelas de verdad, maestros de veras..., pero en todo caso, bueno es pan y tortas. Atrévase, señor Ministro, á fijar en la Gaceta el siguiente bando: En ciudades, en pueblos y en aldeas se prohiben corridas y capeas
18 de octubre de 2012
Venus
16 de octubre de 2012
Granadas
15 de octubre de 2012
La "Ofrenda" (1907)
En 1907, también se celebraron las fiestas de la Ofrenda con toda solemnidad. Suponemos que en los dos días de fiesta (domingo y lunes) dejó de aplicarse una de las "famosas disposiciones" del ministro La Cierva que impedía abrir las tabernas en domingo (la otra gran disposición se dictaría en 1908, prohibiendo la celebración de festejos taurinos en los pueblos, motivo por el que los de Lumbrales le sacaron una famosa copla). Veamos la crónica del corresponsal de El Adelanto sobre las fiestas de dicho año.
Desde Villavieja
Fiestas y agua.
De todo hemos tenido en los días pasados. Las fiestas alegraron al pueblo, porque á calidad de buenos españoles gústannos mucho la algazara, el bullicio y los cuernos; pero la alegría por las lluvias de antes y después, ha sido mas intensa y formal, más honda y seria. Era ya muy necesaria el agua, y vese hoy á los labradores satisfechos con la ya caída, que ha sido mucha, y con la que esperan que ha de caer, dado el cariz del tiempo. Aquélla es ya bastante para una buena sementera de los cereales que llevan ya A medias; pero la otra es precisa para los pastos que comienzan a apuntar y para que se ceben los ríos, riberas y manantiales. Había sido muy grande la sequía y grande y continuada tiene que ser también la lluvia para que se remedien los desperfectos originados por ella. En los quince días últimos sólo dos hemos tenido de buen tiempo, si por tal hemos de entender el en que luzca el sol y no haya viento; y esos dos días fueron cabalmente el domingo y el lunes en que se celebraron las fiestas de la Ofrenda, lo cual dio lugar á que las jóvenes devotas de la Virgen, que aquí lo son todas, pudieron acudir con sus mejores atavíos á la ceremonia pública y al aire libre del Ofertorio, que al par que para patentizar su piedad, las sirve para lucirse. Testigos presenciales del acto me dicen que parecía haber llegado aquí una sucursal de uno de esos bazares de modas parisienses, dada la profusión de sombreros, dijes, joyas y adornos que se exhibieron, y el buen gusto y elegancia de confección; añadiendo que si volviesen al mundo los habitantes de hace medio siglo, ascendientes directos de esta generación, se quedarían atónitos y cariacontecidos, no reconociendo ni queriendo reconocer en éste al pueblo más típico entre los charros, al por entonces apenas nombrado, Villavieja. Con esto y la misa y sermón de la mañana que predicó, dando muestras de sus buenas dotes oratorias, el joven coadjutor de esta parroquia, don Silvestre Sierro, se dió por terminada la función religiosa, entrando en turno las profanas con el baile clásico del tamboril y los tres teatros por la noche. Parece mentira que hubiera público para todos; pero así fue, en efecto, puesto que los llenos, sobre todo en localidades de preferencia, fueron completos. La mayor concurrencia, sin embargo, se esperaba para el día siguiente porqué era la fiesta de los toros, en la que pusieron el ramo, al decir público, tantos los arrendatarios de la corrida, que fueron los de consumos, como el ganadero, Salustiano Galache, que trajo á la plaza unos bichos bravísimos que dieron mucho juego y que no ocasionaron el menor percance. Lo que más gustó al público y muy en especial á los forasteros que no habían presenciado nunca estas fiestas, fué la operación del encierro avisado, como siempre, á toque de campana y arrebato, el cual se hace, caminando á escape y desde la entrada del pueblo hasta la plaza una especie de heraldo á caballo con un cabestro amaestrado á cada lado, á los cuales sigue inmediatamente todo el ganado acorralado por una especie de media luna que forman también á caballo los demás encerradores, los cuales, fustigando y arreciando cuanto pueden en su carrera, hacen penetrar en animadísimo tropel el ganado en la plaza por la única puerta que se ha dejado. Admiradores de tal bizarría y habilidad fueron este año los señores Rodero, de Madrid y Sanfelices con sus hijos; Sánchez Puente, de Irún; Castilla, de Guadalajara; Moreno, de Pamplona; Miguel del Corral, de Lumbrales, y varios otros forasteros menos conocidos. Del último nombrado y ahora que no será ya indiscreción podrá decirse, dícese que muy en breve contraerá matrimonio con la joven y gentil señorita de este pueblo Isabel Rodríguez, hija de una de las principales familias de labradores y ganaderos de la provincia, la familia de los Celestinos, que por su laboriosidad y por el impulso que ha sabido dar á los negocios, ha llegado a colocarse á la altura en que está, en el espacio solo de dos generaciones. La boda promete ser un acontecimiento por la cuantía y calidad de los invitados y por las simpatías grandes que ambos contrayentes tienen en l a comarca.
El Corresponsal. Octubre, 1907.
14 de octubre de 2012
Otoño
13 de octubre de 2012
La "Ofrenda" (1906)
Además de la fiesta de la “Ofrenda” el corresponsal trataba también en su reportaje otras dos cuestiones, la escuela de adultos y la Sociedad Hidroeléctrica del Águeda...Pasaron las fiestas tradicionales de la Ofrenda, las mayores que desde tiempo antiguo, se vienen celebrando aquí. Deriva tal nombre del ofertorio que el primer domingo de Octubre se hace por los mayordomos y el pueblo todo a la imagen de la Virgen en su advocación del Rosario, y el cual como hecho en medio de la plaza pública, sirve de pretexto para que luzcan sus atavíos y gentileza las jóvenes todas de la localidad y muchas lindas forasteras. Por cierto que son ellos, más que el fervor religioso, quienes atraen á la cohorte que, como todos los años, se veía en éste de charros rumbosos y de otros más ó menos aseñoritados... Pero dejemos esto. Las funciones de iglesia fueron, como si dijéramos, las de ritual, con asistencia grande, cual corresponde á un pueblo que aunque con fama de socializado (y valga la palabra), conserva todavía las creencias inculcadas tiempos atrás. Pero las profanas, difirieron este año no en la clase, sino en la calidad. Y al decir esto, me refiero sólo á la corrida, porqué tratándose de españoles, esta función vale por todas, y porque en los teatros, bailes, cafés, etc., no hubo nada de particular. Aquella fue superiorísima. Ni un solo animal de los diez ó doce que se encerraron dejó en mal lugar al dueño, y gracias á que el último toro, un morucho hermoso y bravísimo, capaz de infundir miedo hasta á los espectadores del campanario, se dio en una acometida contra la maza de un carro en la primer media vuelta un choque tremendo en el testuz que le hizo caer patas arriba. Sin tal ocurrencia, segura hubiese sido una desgracia, y mejor fue así. El pobre animal, una vez repuesto del achuchón, pudo aún levantarse atontecido y acometer de nuevo al mismo sitio, pillando entre sus astas la pierna de un forastero, la cual tuvo sujeta y achuchada entre los radios de la rueda por espacio de cinco minutos, hasta que a fuerza de cubos de agua fría sobre la cabeza del toro éste aflojó la presión saliendo otros y teniendo que ser sacado sin vista y chorreando sangre por la nariz, entre una pareja de mansos. El hombre sólo sufrió una contusión, y el bicho, aunque parezca mentira, y después de ir tropezando con las paredes que encontraba y de haberse caído en un barranco, se halla hoy sano y salvo. Nuestra enhorabuena al ganadero Salustiano Galache, dueño de la corrida, y a los contratistas que cosa tan buena encontraron.
12 de octubre de 2012
11 de octubre de 2012
Concurso de belleza
10 de octubre de 2012
Interior de la Iglesia
9 de octubre de 2012
Torre del Clavero
Traemos hoy otra Ilustración de Francisco Javier Parcerisa (1803-1875) para la obra Recuerdos y bellezas de España. Representa la Torre del Clavero de Salamanca.
Y a propósito de dicha torre. En 1915 publicó el semanario ilustrado La Esfera una leyenda salmantina escrita en verso relacionada en parte con dicha torre. Es la siguiente:EL CRISTO DE LOS AGRAVIOS
(LEYENDA SALMANTINA)
En tarde libia y riente,
de fresco y florido Mayo,
después que nubes plomizas
enturbiaron el espacio,
salió el Sol, luz y alegría
por doquiera derramando.
Quieta la ciudad que á Roma
emuló por sus palacios,
marcha en un soberbio potro
doncel gentil y gallardo,
en los torneos y ciencias,
tan valiente como sabio,
henchido de gozo el pecho,
por querer y ser amado,
entero el mundo parece
se le ha rendido á su paso.
Llega al trote á una plazuela
de verde espaciado campo
donde se levanta enhiesta
la torre que, dominando
de la muralla el recinto,
del Clavero la han llamado.
Apoyado en un alféizar,
ve de su adorada el brazo,
de elegante y fino escorzo,
hecho de jacinto y nardo;
son cual la granada abierta
sus mejillas y sus labios,
y tan bellos son sus ojos,
que es su mirar un halago,
y al cielo envidia le causa
verse en ellos retratado.
Caen en su frente los rizos,
cual de dos haces los rayos,
que forman rubias guedejas
en sus hombros descansando.
Al pasar pica de espuela,
vibra el eco de los cascos,
y espera con el sombrero,
de frescas flores el ramo
que arroja todos los días
aquella dama á su paso.
Mas es inútil empeño,
esta larde espera en vano,
porque la niña no vuelve,
que la ventana ha cerrado.
Detiene, loco, impaciente,
á su nervioso alazano,
y aunque tres veces se aleja,
tres se vuelve suspirando.
Ya no se siente orgulloso
al trote de su caballo,
sino que ve en todas partes
la sombra del desengaño.
Si el galán sufre desvíos,
también doña Carmen pena,
ya que entretanto en la torre,
que escudos nobles ostenta,
donde guardaban las llaves
de la ciudad fortaleza,
la fuerte voz de don Diego
en los ámbitos resuena,
y con tonos de amargura
la dice de esta manera:
«He visto ya de don Lope
con sus armas y sus señas,
en la que hiciste primores,
una bordada leyenda.
Mas, hija mía, te advierto,
por si le estimas de veras,
que el único hombre ha sido
que me ha humillado en la tierra,
y, antes que con él casaras,
prefería verte muerta.»
Como conoce del padre
el carácter y entereza,
sin replicarle palabra
buscó alivio á sus querellas.
Cuando el luminar del día
remontó por el ocaso,
fue doña Carmen al Cristo
llamado de los Agravios,
y, en su presencia, de hinojos
le decía sollozando:
«Si ante tu pasión quisiste
que el dolor fuera menguado.
Siendo yo mujer y débil,
¿cómo podré sufrir tanto?
Ya que al golpe del martillo
crujieron tus pies y manos
y brotó sangre preciosa
de la herida del costado.
Por amor todo lo hiciste,
sé mi guía en este caso.
Llevo dentro de mi pecho
la imagen de mi adorado;
por vivir su vida vivo,
y sólo tengo el encanto
de ver la luz de sus ojos
y disfrutar del regalo
que sus acentos me causan
cuando le escucho á mi lado.
Tengo un padre tan severo
como completo hijodalgo,
y quiere que con justicia
dirija siempre mis pasos;
de sus amores me priva
por los que tanto he penado.
¿Obedezco mi capricho?'
¿Obedezco su mandato?»
Y al decir que si seguía
los paternales dictados,
la cabeza de aquel Cristo
se nimbó de claros rayos,
adquirió vida su rostro
por el dolor contristado
y la giró sobre el cuello
hasta su pecho bajando.
La niña, toda aturdida,
se llenó de horror y espanto,
cayó al suelo sin sentido
como presa de un desmayo.
Ya es la vida de la dama
para don Lope un misterio,
ni ve su expresión risueña,
ni ve su cara de cielo,
é ignora cuál es la causa
de inesperados desprecios.
Mas si le abrasa el cariño,
más le devoran los celos;
pero sabida la escena
del milagroso portento,
esperó hasta que la noche
tendiera su manto negro,
á fin de que las tinieblas
encubrieran sus intentos.
Hacia la ermita del Cristo
dirige su paso incierto;
fuerza la puerta con rabia
en que se enciende su pecho.
Al sentir de aquella estancia
el religioso silencio,
se intimida y acobarda
en sus torcidos deseos.
Mas lleva la obsesión fija
de los amargos despechos
y de un salto sobre el ara,
sin temor al sacrilegio,
con sus esfuerzos arranca
aquel bendito madero,
cayendo sobre las losas,
entre horrísonos estruendos.
Enajenado y confuso
ó por sus delirios ciego,
deshace con golpes de hacha
aquel sacrosanto cuerpo
y busca en la paz del campo
descanso de sus tormentos.
Vagaba solo, indeciso,
por los montes y cañadas,
mas el fragor de los truenos
su conciencia torturaba,
creyendo oir el crujido
de los golpes de su hacha
con que deshizo la efigie
en aquella noche aciaga.
Y figuraba su mente
ver una cruz retratada
al fulgor de las centellas,
entre arreboles y llamas.
Clavado el cuerpo de Cristo,
abiertas las cinco llagas
y otras heridas que él hizo
en la imagen veneranda.
De sí mismo huir quería
con aullidos y alharacas,
y cuentan los campesinos
que las noches se pasaba
delante de un Crucifijo,
arrodillado á sus plantas,
después único consuelo
de su vida desdichada.
Mariano de SANTIAGO CIVIDOÑES
Salamanca
7 de octubre de 2012
Torre del Clavero
LA TORRE DEL CLAVERO.
Entre los muchos monumentos que por do quier se encuentran en la ciudad del Tormes, aquella población que tanta fama logró adquirir por su célebre Universidad, en la cual llegó a tener hasta quince mil estudiantes, llama la atención del viajero un antiguo torreón que formaba parte de la casa de los Sotomayores, señores de Baños, situada en la calle del Consuelo, parroquia de San Justo.
No era el único a la verdad que alzaba su parda mole en aquel punto; otros varios pretendían rivalizar con él en esbeltez y fortaleza, como sucedía con el del palacio de Abrantes, los cuatro de la casa solariega de los Castillos, que a ella daban nombre, pues se la conocía con el de las Cuatro Torres, y en la calle de Herreros el que levantó Antón Nuñez de Ciudad-Rodrigo, señor de Terrados.
Sin embargo, de todos ellos solo existe el de Abrantes, pero sin que pueda competir su secular aspecto con el del Clavero, cuyo grabado damos en este número. Construido en la sangrienta época de los bandos de Salamanca, aquel triste período en la historia de la ciudad, que convirtiéndola toda entera en los dos grandes partidos de Manzanos y Monroyes, encastilló las moradas y enrojeció casi diariamente con sangre de hermanos las calles de la antigua Salmántica, bien deja conocer en sus laboreados tambores, y en la disposición de toda la fábrica, la segunda mitad del siglo XV en que se levantara.
Del Clavel la llama el vulgo, a la verdad con poco acierto, corrompiendo su verdadero nombre del Clavero que llevaba desde muy antiguo, por haberlo mandado edificar don Francisco Sotomayor, clavero de la Orden de Alcántara. Su forma prismática de ocho lados, bien revela el objeto de su fábrica, y que temerosos sus dueños de los continuos combates que estaban obligados a sostener, quisieron presentar en todas direcciones inexpugnable frente a sus enemigos defendiéndose, ó fácil medio por cualquier lado para la ofensa. La constante tradición del país, designa esta torre como la prisión que tuvieron los indignos asesinos de la célebre desgraciada doña Inés de Castro; y ya por esto, ya por el venerable carácter de antigüedad con que se alza majestuosa sobre los caseríos cercanos, corno mudo testigo de la pasada historia, se ha visto respetada hasta el día por la destructora piqueta de nuestro utilitario siglo.
¡Quiera el cielo que no parezcan bien sus sillares para empleados en modernas obras, ó que el cálculo matemático no se fije en resolver el problema de lo que pudieran valer vendidos sus materiales! Por fortuna si así aconteciese, lo cual a la verdad no seria muy extraño, queda su memoria, su exacta copia y su medida en la escuela especial de arquitectura, por cuyos aventajados discípulos fue medida y copiada en la expedición artística, que con tanta gloria suya como provecho para el arte, hicieron en el año 1854. Deseosos también nosotros de perpetuarla la presentamos en el grabado que acompaña, pues es de temer que no muy tarde los planos de aquellos y nuestro dibujo sea lo único que reste de la antigua torre del Clavero.
5 de octubre de 2012
Convento de San Esteban
3 de octubre de 2012
Batalla de Arapiles
En el dibujo podemos ver perfectamente el método de lucha entre los ejércitos de la época: avance en línea y disparo de mosquetes, recarga y vuelta a disparar y cuando ya estaban muy cerca ataque a la bayoneta. Lo del cuerpo a tierra parece ser que no era muy practicado. Había que mantenerse erguido y "rezar" para que no te tocase la bala. No es de extrañar que una descarga de fusilería hiciera tanto daño en las filas contrarias. Así el número de bajas era espeluznante. En Arapiles, entre los dos ejércitos sobrepasaron los 11.000 entre muertos y heridos. Una verdadera carnicería. Y así en una y otra batalla. En estas fechas estoy precisamente leyendo la tetralogía (serie Revolución) de Simon Scarrow en la que se narran las andanzas de Napoleón Bonaparte y de Arthur Wellesley, duque de Wellington. Resulta realmente clarificadora a este respecto.
1 de octubre de 2012
Milicia mirobrigense
30 de septiembre de 2012
La Torre del Gallo
Ilustración de Francisco Javier Parcerisa (1803-1875) para la obra Recuerdos y bellezas de España. Representa la Torre del Gallo de la Catedral Vieja de Salamanca.
29 de septiembre de 2012
Teso de la Horca
28 de septiembre de 2012
Ábside del convento de dominicos
Ilustración de Francisco Javier Parcerisa (1803-1875) para la obra Recuerdos y bellezas de España. Representa el Ábside del Convento de dominicos, visto desde las Calatravas (Salamanca) (1865)
27 de septiembre de 2012
La Estación
26 de septiembre de 2012
25 de septiembre de 2012
Rosas de otoño
23 de septiembre de 2012
Charras y charros
22 de septiembre de 2012
La Berzosa
Para ampliar un poco esta cuestión he recurrido a consultar dicho Boletín. Esto es lo que encontré en lo que se refiere a este tema.En el Boletín de la Real Sociedad geográfica ha publicado recientemente D. Gabriel M. de Vergara un trabajo muy curioso acerca de las divisiones tradicionales de nuestro país, divisiones más en concordancia con la naturaleza que las oficiales.
... En la provincia de Salamanca hay la Ribera del Duero, el Abadengo, la Ramajería, la Armuña, la Berzosa y el célebre valle de las Batuecas, del partido judicial de Sequeros...
En la provincia de Salamanca, al límite de Portugal y Zamora, se halla la Ribera del Duero; en el partido judicial de Vitigudino están El Abadengo y La Ramajería; en los partidos de Salamanca y Ledesma, La Armuña, tierra muy fértil, dedicada á cereales; es región muy natural la cruzada por el río Yeltes, llamada La Berzosa; en el partido de Sequeros y parte del de Béjar se encuentran La Sierra, ó sea el territorio de la Peña de Francia y Sierra de Béjar, y en la vertiente meridional de la Sierra de Gata, en Peña Gudiña, se halla el Desierto ó Valle de las Batuecas, correspondiente al partido judicial de Sequeros, al Sur del término del lugar de la Alberga. Las Batuecas comprenden dos leguas en cuadro de terreno fragoso é inculto, entrecortado por una multitud gargantas en todas direcciones, donde abunda el brezo, la jara, la encina y alcornoque, con otros arbustos y plantas. las batuecas han dado lugar á escritos, consejas y cuentos, confundiéndolas a veces con el territorio de las Hurdes, que es esencialmente distinto, aunque todo sea una comarca, si se quiere de la misma naturaleza. Las Batuecas están aisladas de todo el terreno que las rodea, no tienen población alguna, ni parece que allí ha tocado la mano del hombre, si se exceptúa el Convento de la Orden del Carmen descalzo, que allí fundó el Duque de Alba.
21 de septiembre de 2012
Geranios
La verdad es que es la planta típica y tradicional con la que adornar los balcones. Una costumbre que se estaba perdiendo, pero que algunas personas han decidido recuperar y que es de agradecer. Aquí tenemos un ejemplo en Villavieja. Calle Cruce. 13 de septiembre de 2012.
20 de septiembre de 2012
El veraneo
Ya en 1912 estaba poniéndose de moda la costumbre de veranear en la playa. Los salmantinos "pudientes" se dirigían generalmente hacia la costa portuguesa: Espinho, Figueira da Foz, ... Pero claro, no todos podían permitirse esos lujos. Y menos los jóvenes. Así que alguno se las ingeniaba saltándose las normas legales. Veamos uno de estos casos. Lo contaba, con humor, el Adelanto en agosto de 1912.
Vuelve el pájaro a su nido
Por los guardias de Seguridad ha sido detenido el joven José del Rey Mordejo, de diez y ocho años de edad, el cual se fugó de su domicilio el pasado día 30, en compañía de unas pesetas, ajenas a su propiedad. Las pesetas no han sido detenidas.
El José, que se hallaba de dependiente en una casa comercial de esta [ciudad], salió de casa de su jefe a cobrar unas cuentas y proyectó un viaje de veraneo, que se ha visto obligado a suspender por la voluntad de los del orden, que dieron con la pista de su escondite.
Ha quedado a disposición del juez de primera instancia.
El Adelanto, 5 de agosto de 1912
Como las pesetas no fueron detenidas, tal y como señala el cronista, mucho nos tememos que el chaval disfrutó un poquillo de esos días de veraneo....
Ilustramos esta noticia con la reproducción de una página de Mundo Gráfico de ese mismo año dedicada precisamente al veraneo. En este caso en Gijón.

19 de septiembre de 2012
18 de septiembre de 2012
Carrera ciclista en Vitigudino
Año 1912
Hace unos cien años ya se celebraban competiciones ciclistas en nuestra comarca. Vean por ejemplo esta reseña publicada en el Adelanto el día 21 de Agosto de 1912. Por cierto los ciclistas fueron según parece dos, ya que algunos participantes locales se retiraron de la prueba (no sabemos la razón).La fotografía con la ilustramos esta entrada nos muestra a Odile Defraye, ciclista belga ganador del Tour de Francia en dicho año.El día 18 del presente mes tuvo lugar en esta villa una gran carrera de bicicletas, en la que tomaron parte los ciclistas Juan Arteaga, de Ledesma, y Julián Holgado, de Salamanca, por haberse retirado los del pueblo.
Recorrieron ocho kilómetros: El primero, en 18 minutos y cinco segundos, y el segundo, en 15 minutos y cuatro segundos. Fueron ovacionados ambos corredores, ganando el premio Julián Holgado, correo de Salamanca á Ledesma.
Por aquel Municipio le fue concedido un premio en metálico.
El Adelanto, 21 de Agosto de 1912
17 de septiembre de 2012
Rayos crepusculares
16 de septiembre de 2012
Pregón de Fiestas 2012
Sr. Alcalde y miembros de la Corporación,
familiares, amigos, vecinos y paisanos todos de Villavieja:
MUY BUENAS NOCHES!!
Todos cuantos me han precedido en el oficio de Pregonero, o una gran mayoría, han comenzado agradeciendo a la Corporación Municipal este nombramiento.
Y yo, lógicamente, no voy a ser menos. GRACIAS señor Alcalde; gracias señoras y señores Concejales. Verdaderamente es un honor muy grande para un hijo del pueblo ponerse aquí, ante todos vosotros, a pregonaros las fiestas, nuestras fiestas. Éste es un acto que me abruma; pero voy a tratar de hacerlo con el mayor respeto y cariño hacia todos. Agradezco enormemente esta distinción; aunque, como todos los pregoneros decimos, no somos merecedores de ello. Yo, desde luego, tampoco he hecho méritos para ser Pregonero. De ahí la extrañeza y el sobresalto mio al abrir el correo en mi ordenador, un día del pasado mes de abril, y ver uno titulado “Una propuesta del Ayuntamiento de Villavieja”, que me enviaba el Alcalde, diciéndome que su equipo de gobierno le había sugerido que yo podría ser el Pregonero de las fiestas de 2012. Esto es algo que nunca podía ni siquiera imaginar, porque por delante de mí hay muchas personas muy preparadas y con títulos académicos y otros valores de los que yo, sin duda, carezco. Mi único título, y del que estoy muy orgulloso, es el de ser villaviejense; y con él me presento ante todos vosotros esta noche para pregonaros las Ferias y Fiestas del 2012.
Es probable que, entre vosotros, haya todavía personas que no me conozcan. Es natural que así sea, puesto que desde los doce años pasé mi vida fuera del pueblo. Voy a tratar de personalizar el Pregón lo menos posible, pero considero que debo explicar algo más sobre mi vida, al margen de lo que ya pone el Programa de las Fiestas. Soy el mayor de los cuatro hijos que tuvieron Eugenia (q.e.p.d.) y Quico el ferroviario, aquí presente con sus 91 años. Mis hermanos son Juan y Angelita; la pequeña falleció a los pocos meses de nacer. Nací en la calleja del Cuco, frente a la tenería de mi tio Felipe Montero Ferreira, en una pequeña casa que ya no existe, el día de Navidad de 1946 que, por cierto, había amanecido con una gran nevada. Fui a la escuela de párvulos con Dña. Mª Francisca aquí en la plazuela. A élla, y a los maestros que tuve aquellos años, estoy muy agradecido, puesto que ellos cimentaron la base de mi formación. En las Escuelas Graduadas estuve hasta el tercer grado, dejando aquí mi formación escolar para irme interno a un colegio de religiosos. Éste era entonces el camino más fácil que teníamos muchos niños si queríamos ampliar estudios y nuestros padres carecían de medios económicos para hacerlo en otros centros. Yo no fui muy buen estudiante, y acabé haciendo lo que entonces se llamaba bachillerato laboral en la Orden de los Frailes Predicadores o, lo que es lo mismo, en los Frailes Dominicos.
En aquella época, una mayoría de los que éramos monaguillos acabábamos yendo al seminario de Ciudad Rodrigo o internos en otros colegios religiosos. Así fue cómo a una temprana edad me ausenté de Villavieja para, como se decía entonces, ser el día de mañana un hombre de provecho. Estando de estudiante sólo venía una vez al año para estar con la familia; lo que hizo que, en cierta manera, perdiera el contacto con el pueblo. Al cabo de un tiempo en los frailes y metido de lleno en el revuelo e innovaciones del posconcilio, quise experimentar el salir a ganarme la vida fuera, apoyado en el movimiento de curas obreros, o frailes, que para el caso era lo mismo. El resultado fue que a los veinticinco años colgué los hábitos y decidí hacer frente a la vida por mi cuenta. A partir de entonces mi vida laboral transcurrió dentro de las Artes Gráficas, en el oficio de corrector y desempeñando otras actividades dentro del mundo de la imprenta. En este tiempo, y ya integrado en la sociedad civil, formé en Vigo una familia de la cual tengo dos hijos: Laura y Daniel, a los que dimos la formación adecuada a los tiempos que nos está tocando vivir. Ahora, desde hace dos años, mi vida se prolonga en la de Noa, mi nietecita. Hoy siento un gran orgullo de tenerlos muy cerca de mi.
Permitidme ahora que, con todo mi cariño, agradezca desde aquí la gran acogida que he tenido por parte de los Iglesias de la Puente, mi nueva familia, en especial a Toñi Iglesias, mi mujer, con quien decidí compartir mi vida. A todos ellos, sin enumerar uno a uno, agradezco cuanto me han ayudado a sentirme un miembro más entre ellos. Igualmente agradezco el apoyo que he tenido entre los que considero mi pandilla, alguno de ellos amigo desde pequeños como es el caso de Poldin, siendo los dos monaguillos. Con todos ellos ha sido más fácil mi integración en el pueblo. Gracias de todo corazón a unos y otros.
Ahora debo confesar que, a pesar de mi larga ausencia del pueblo, siempre, siempre he añorado Villavieja. De ahí que en 2003 fuchicando (esta es una palabra que usamos en Galicia, que bien podemos traducir por algo más que mezuqueando) en el ordenador, dí con la página web del pueblo en internet y ví que semanalmente se publicaba un Boletín Informativo. Esto sirvió de tentación para mí, y me ofrecí a escribir algo. Consideraba que informar cada semana de la forma que lo hacía Manolo requería una labor bastante compleja y, de alguna manera, quise arrimar el hombro sin saber a ciencia cierta en qué me metía. Fue así cómo empecé a escribir aquellos artículos que yo titulaba “Nostalgia de mi pueblo”, y que algunos de vosotros leísteis. Me costó mucho decidirme a hacerlo; y hasta llegué a pensar que, a casi nadie podía interesarle. Manolo, sin embargo, me animó a que lo hiciera. Mi sorpresa fue recibir correos desde distintos puntos de España, e incluso alguno de Suiza y Francia, agradeciéndome mis artículos pues con su lectura revivían los tiempos de nuestra infancia. De ahí, mi temor en estos momentos a que pueda repetirme en muchas cosas y os aburra soberanamente. Trataré de esforzarme, y no caer en ello.
Esta ocasión que me brinda el Ayuntamiento quiero aprovecharla para PREGONAR desde aquí, con letras mayúsculas, el amor a nuestra tierra, el amor que todos tenemos a nuestro querido pueblo. En él nacimos, y en él pasamos una infancia con muchas necesidades. Pero a pesar de ello, fuimos unos niños muy felices, que llenábamos las calles con nuestras risas y griterío, que jugábamos a casi todo en plena calle, que nos quitábamos el frio en invierno saltando en la plaza o en cualquier lugar “a la una anda la mula” o jugando a lo bruto “a la burra pare”, sin importarnos para nada que nos picaran los dichosos sabañones, tan frecuentes entonces en las orejas o las manos de cualquier niño. Jugando en la calle nos olvidábamos de todo. Por eso ahora, asomados al balcón de nuestra infancia crece más nuestro amor por este pueblo que nos vio nacer. Algo tiene Villavieja que, aún viviendo fuera de élla, su recuerdo ejerce en nosotros una atracción que, en cierto modo, nos marca. Villavieja llena todos nuestros sentidos desde que aprendimos a dar por sus calles nuestros primeros pasos. A todos, sobre todo cuando estamos fuera, se nos llena la boca cuando hablamos de Villavieja. Y es que, sin lugar a dudas, siempre fue nuestro pueblo el mejor pueblo de España!!
Por este motivo quiero seguir mi Pregón hablando de nuestro pueblo porque, pregonando nuestras fiestas, es el mejor momento para hablar sólo de él. Y al exagerar antes afirmando que es el mejor pueblo de España, dejadme que intente demostrarlo apoyándome en aquellos preciosos versos que escribiera uno de los hijos del pueblo que más lo ha querido: nuestro J.Ignacio. Hablo de esa poesía que él llamó “Guía de Villavieja”. La escuché por primera vez, recitada con gran maestría por Mateo Estévez, bellamente adornada con su sonora voz, incluída con gran acierto al final de uno de los CDs del Grupo Baleo. Y en estos días la he vuelto a oír en la proyección de “Espejos en la niebla” y en el vídeo de “homenaje a J. Ignacio” que forma parte del valioso archivo fotográfico de A. Moro, que constantemente nos deleita con numerosas grabaciones de la vida de Villavieja. Dice así la poesía:
VILLAVIEJA, tierra mía,
“de Yeltes” apellidada,
río que sereno envía
al Duero sus claras aguas;
en el que los profundos mares
tienen ya depositadas
las arenas de los valles
de estas tierras castellanas.
Con el nombre de VILLAVIEJA todos sabemos que a lo largo de la geografía española hay aproximadamente nueve poblaciones: en las provincias de Castellón, de Madrid, de Orense, de Burgos, de Valladolid, de Guadalajara, de León, de Cuenca y la nuestra de Salamanca. Y he contado hasta catorce pueblos “de Yeltes” apellidados, como el nuestro. El rio Yeltes nace en La Barranca, junto a la Peña de Francia, en el municipio de El Cabaco; y recorre ciento dieciseis kilómetros y medio pasando por Nava de Yeltes, Puebla de Yeltes, Aldehuela de Yeltes, Alba de Yeltes, Castraz de Yeltes, Pedraza de Yeltes, Sepúlveda de Yeltes, Castillejo de Yeltes, Collado de Yeltes, Martín de Yeltes, Santa Olalla de Yeltes, Villares de Yeltes, Villavieja de Yeltes y Yecla de Yeltes. Digamos, pues, que Villavieja tiene trece pueblos hermanos. No era mi intención con esto dar ninguna lección de geografía, pero otro dato curioso es que en la ciudad de Salamanca hay cuarenta y tres calles con nombre de ríos, entre las que está la calle Rio Yeltes, precisamente donde vivió su infancia el seleccionador nacional Vicente del Bosque. Y existe calle Villavieja, a secas, en Madrid, Valencia, Castellón y Alicante.
Sigo con los versos de Juan Ignacio:
VILLAVIEJA, la que siente
en el fondo de su alma
una devoción ardiente
a María Inmaculada,
patrona de nuestro pueblo,
“de Caballeros” llamada,
que fue hace ya mucho tiempo
en Santidad rescatada.
Dicen que fue por el año 1600 cuando unos cazadores de Salamanca encontraron la imagen de la Virgen oculta entre piedras, en la dehesa de Santidad. No tenemos el privilegio de tener una Virgen “aparecida”; la Virgen de Caballeros no se nos apareció, no vino Ella a nosotros. Quiso que la buscáramos, que fuéramos nosotros a Ella, que la encontráramos en la dehesa de Santidad. Por eso nos llena tanto ahora acompañarla, encontrarla siempre que queremos en su ermita, donde la tenemos escondida pero con la puerta abierta para entrar a saludarla a cualquier hora del día. Ella es la mejor vecina que tenemos en el pueblo, y no es exclusiva de nadie; la queremos todos los villaviejenses, sin excepción, porque nuestra Virgen es bandera y símbolo de nuestro pueblo. Nos enorgullece comprobar que, desde que la encontraron aquellos cazadores, la devoción a la Virgen de Caballeros se ha conservado y acrecentado, pasando de generación en generación hasta nuestros días; y todavía hoy, en el año 2012, sigamos pregonando sus fiestas patronales.
Continúo con la poesía:
VILLAVIEJA, la que dio
a su diócesis amada
buenos ministros de Dios,
celadores de las almas;
y, hasta más, hijo de un hijo
de esta villa noble y charra
fuera consagrado obispo
de la diócesis de Avila.
El obispo fue monseñor Santos Moro Briz, que fue obispo de Avila durante treinta y tres años. Estaba emparentado con varias de las familias Moro de Villavieja, este pueblo que dio buenos ministros de Dios celadores de las almas... Muchos fueron los curas nacidos en Villavieja. Y muchos los seminaristas que marcharon al seminario de Ciudad Rodrigo, y otros a colegios de frailes y religiosos. Sin olvidar las monjas, que también las hubo y las hay en la actualidad. Siempre fue un pueblo-vivero de vocaciones religiosas. Recuerdo siendo monaguillo el grupo tan numeroso que había de seminaristas de todas las edades, y viví de cerca la ordenación y primera misa de algunos de ellos. Buen trabajo semanal tenía entonces el Sr. José Vicente, yendo y viniendo a Ciudad Rodrigo con los fardeles de ropa para los seminaristas y demás estudiantes del pueblo.
Seguimos con la poesía:
VILLAVIEJA labradora
la de las costumbres sanas
industrial y ganadera,
orgullo de Salamanca.
Por tus toros eres grande;
por tu industria, renombrada;
por tus fiestas y tus bailes
te llaman “la villa charra”.
Aquí Juan Ignacio quería abarcar toda la actividad de aquella Villavieja, que tantas veces recordamos ahora en nuestros comentarios: labradora, industrial y ganadera, y todo lo que conllevaba el desarrollo de estas actividades. Como recuerdo de aquel tiempo me voy a parar en una industria bastante común en nuestro pueblo, como es la panadería. Ahora tenemos dos panaderías, pero en los años cincuenta había por lo menos media docena. Nuestros panaderos siempre, además del pan, fabricaron dulces, perronillas, repelaos, mantecados, etc., sin olvidar el hornazo, protagonista gastronómico del “jueves merendero”. Pero había entonces, en este gremio, un establecimiento que no hacía pan, sólo se dedicaba a elaborar dulces, bizcochos, pasteles y caramelos: la Dulcería, llamada “Selección” del Sr. Agapito Martín y la Sra. Cándida “la Dulcera” como era conocida. Todos la recordamos despachando limpísima, con un delantal blanco con su correspondiente puntilla todo alrededor, siempre sonriente, mostrando sin querer su diente de oro y luciendo unos grandes pendientes charros. Cuántos niños no habremos rebañado aquellos papeles de estraza, que contenían huellas y, en algún caso, restos de bizcochos salidos del horno, y que élla amablemente nos regalaba. Elaboraban artesanalmente caramelos muy ricos, y algunos llevaban una leyenda en el interior de su envoltorio. Mi padre me ha recordado algunos de aquellos textos, que al desenvolver el caramelo, con curiosidad, todos leíamos. Como, por ejemplo, éste que hacía propaganda del establecimiento: “Villavieja está en un bajo, y en bonita situación; de la Plaza a treinta pasos, la famosa Selección”. O esta otra leyenda: “Toma, niño, un caramelo; y dile a esa mujer que vuelva la cara atrás, que la quiero conocer”. Buenos ratos pasábamos asomados a la ventana-escaparate de la Dulcería de la Sra. Cándida.
Continúo con la Guía:
VILLAVIEJA, que ha nacido
en tu corazón la Plaza,
que es la mejor del Partido,
la más bonita, la más amplia,
la que preside las bodas,
los bautizos y algazaras,
y hasta la última hora
cuando doblan las campanas.
Qué bien queda plasmada en este verso lo que es para nosotros la Plaza. ¡Cuántos recuerdos tenemos todos en ella! Si nos paráramos, por un momento, a pensar recordaríamos tantas cosas vividas y tantos ratos de charla, siempre cruzándola en nuestras idas y venidas. Y muchas veces haciendo el gesto de mirar la hora en el reloj del campanario que, todavía, sigue marcando el horario de nuestra vida en el pueblo; y, hora tras hora, oímos sus campanadas, con repetición, con ese inalterable sonido de tantos años. Sonido que, sin lugar a dudas, podemos considerarlo ya como patrimonio nuestro. Cuando venimos de fuera, se nos hace familiar, y es lo que más nos recuerda y nos confirma que estamos en Villavieja. Posiblemente sea esto una de las cosas que no han cambiado en la vida del pueblo. Nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos oyeron siempre este mismo sonido de campana. El campanario preside la Plaza, y su esbelta figura acompaña a todos los villaviejenses como dijo Juan Ignacio, hasta la última hora, cuando doblan las campanas…
Sigo con su Guía:
VILLAVIEJA, forestal
con sus dehesas y cañadas,
tres hojas para labrar
y las tres con arbolada;
de encina y roble es el monte
que todo el término abraza,
fresnos y álamos esconde
en las más bajas quebradas.
VILLAVIEJA, la del teso
de la Brezosa llamada,
la que elabora el queso,
la que produce la lana
que la joven con sus manos
y la vieja con su calma
hacen de noche al serano,
jersey, media y bufanda.
La naturaleza que rodea el pueblo también llena nuestros sentidos. Oír el silencio del campo, escuchar con respeto esa orquesta sinfónica de toda clase de pájaros, o sentir sencillamente el movimiento de hojarascas al paso cauteloso de un lagarto... todo eso nos llena. Y ahora, más que nunca, disfrutamos paseando por ese laberinto de los caminos de alrededor del pueblo. Desde que empieza la primavera es frecuente ver caminantes solitarios o grupos reducidos de “paseantes” disfrutando en amena tertulia, gozando del paisaje de encinas y robles, de fresnos y álamos; y observando las enormes peñas multiformes. Largos y breves paseos, que alimentan aún más este amor nuestro por el pueblo y todo lo que él significa en nuestra vida. Haciendo estos recorridos por sus alrededores he ido conociendo esa Villavieja forestal con sus dehesas y cañadas, aprendiendo nombres que antes no conocía: Las Rades, Valdeburras, Quebrada Honda, etc...
Seguimos con la Guía:
VILLAVIEJA, la que cría
rica y abundante caza,
que es deporte y alegría
del chaval joven que salta
de peña en peña buscando
la perdiz o la gazapa,
o el conejo que arrastrando
se le oculta entre las zarzas.
VILLAVIEJA, de la piedra
que a Salamanca le manda
para sus largas aceras,
cimientos, gradas y plazas.
Piedra que se ha repartido
tan bien hecha y tan labrada
para cruces de caídos
a varios pueblos de España.
Ya en Villavieja no hay esa rica y abundante caza, que decía Juan Ignacio. O, por lo menos, no vemos los conejos que antes veíamos con solo asomarnos al zarceral y a la dehesa... Tampoco tenemos ya los canteros que artesanalmente labraban las piedras salidas de nuestras peñas y se exportaban a Salamanca y otros lugares. Con su arte y profesionalidad dieron renombre a nuestro pueblo. Considero que es un acierto de la Corporación Municipal el perpetuar su memoria en el monumento que se ha erigido en la Plazuela. En el pueblo nos quedan muchas muestras de su buen hacer, largas aceras de nuestras calles, testigos mudos de horas y horas del monótono repiqueteo de punteros y cinceles, sonido inconfundible del trabajo artesano de aquellos profesionales de la piedra de Villavieja.
Continuamos con la Guia:
VILLAVIEJA, la de calles
limpias y bien aceradas,
la de los típicos bailes
de tamboril en la Plaza,
que el mundo entero hoy admira
cuando en el cine se baila
“el cordón” que es alegría
de esta Villa noble y charra.
VILLAVIEJA, la que encierra
una juventud bizarra,
la que alegra en estas tierras
todas las fiestas cercanas.
Y, ¿qué he de decir de tus mozas?
y ¿cómo podré nombrarlas?
Son humildes y hacendosas,
y mujeres de su casa...
Siempre en Villavieja la juventud estuvo en primera fila, participando de cualquier festejo o llenando sus calles de alegría. Pero siempre estuvieron respaldados y empujados por los mayores, que marcaban día a día la tradición del pueblo. El buen entendimiento entre unos y otros ha hecho que no se fueran perdiendo muchas costumbres, como los típicos bailes de tamboril y nuestro emblemático baile del cordón. Creo que, ante los que nos han precedido, tenemos la responsabilidad de conservar la tradición que recibimos de ellos. Y todas las corporaciones municipales, la actual y las venideras, deberían poner todo el empeño en que Villavieja no pierda su esencia charra. Todos somos responsables de pasar a nuestros hijos el amor y las tradiciones de este pueblo. ¡Que no se acabe nunca el baile del cordón, y todos los bailes charros de nuestro pueblo! ¡Que no se acabe nunca el Jueves Merendero; ni la tradicional fiesta de san Sebastián; ni la hermosa procesión y misa de La Candelaria; ni la Navidad y los cantos del aguinaldo; ni la fiesta de los Quintos y la matanza en la Plaza; ni la tradicional asistencia a las procesiones de la Semana Santa, aquella Carrera masiva del Jueves Santo que llenaba las calles en su largo recorrido; ni la vaca prima en los carnavales y la merienda del hornazo en la dehesa el día de la Pascua! ¡Que no se acabe nunca la Romería a Santidad, ni la veladura a nuestra Patrona como prólogo de la Fiesta de la Perla; ni olvidemos nunca la cita que tenemos los villaviejenses en la Plaza todos los veintisiete de agosto! NADA de todo esto debemos perder. Porque aunque, desgraciadamente, el censo de habitantes vaya a menos, el amor por nuestro pueblo tiene que ir a más. Y digo esto, recordando el último verso de La Guía:
VILLAVIEJA, tierra mía,
tú eres mi pequeña patria,
termino ya con tu Guía;
pero aún todavía
me queda decirte
que eres la más grande,
la más noble, la más charra,
de todos estos lugares
del suelo de Salamanca...
Hasta aquí la hermosa poesía de J. Ignacio, conocida como “La Guía de Villavieja”. He querido servirme de ella, desgranando verso a verso y disfrutando entre sus líneas el amor a Villavieja. Esto es lo que, a mi manera, quería hoy dejar flotando en el ambiente de mi Pregón: amar Villavieja, querer Villavieja, sentir Villavieja. Y lo manifestaremos un año más, al oscurecer del día veintisiete, al igual que lo hicieran antes ese gran pueblo de villaviejenses que hemos perdido en el camino; y que en estas fechas, de una manera especial, recordamos. Estaremos todos, ellos y nosotros, llenando la Plaza hasta el campanario para saludar a nuestra Virgen de Caballeros. Esa noche, más que nunca, la Plaza volverá a ser el corazón del pueblo. Volverá a ser lo que ha sido todos los veintisiete de agosto: una multitud enfervorizada, ocupando todos los huecos de la Plaza, para recibir a su Patrona. Es un momento éste que a todos llena de emoción y mucho fervor (entre paréntesis quiero decir que la palabra fervor viene del gallego ferver, que significa hervir) y es que la Plaza en esos momentos hierve, es un hervidero de gente aclamando a su Virgen cuando, al entrar en ella, estalla en un fervoroso aplauso que a nadie deja indiferente. Todo un año esperando ese momento en que, el pueblo entero reunido en la Plaza, esperamos la llegada de la más villaviejense, nuestra Patrona la Virgen de Caballeros. Allí la aplaudimos, la saludamos, y le cantamos y bailamos alegres el cordón, finalizando ese encuentro cantando, con un nudo en la garganta, la Salve y nuestro
VILLAVIEJA, de mi amor
villa charra sin igual,
lo digo de corazón
que no te puedo olvidar;
que no te puedo olvidar
porque desde que nací
la Virgen de Caballeros
está velando por mí..
Termino ya:
En este final de Agosto es costumbre inmemorial, entre los vecinos de esta honrada Villa, celebrar las Ferias y Fiestas de su Patrona con espectáculos públicos de gran diversión y entretenimiento, que sirven para descanso y olvido de los trabajos que a cada cual ocupan y desvelan a lo largo del año. Es por eso que, con la moderación y respeto que la ocasión lo requiere, celebremos sin excesos nuestras fiestas patronales. Que nadie se quede en casa, que asistamos a todos los actos públicos, religiosos, culturales y de diversión. Que se llenen la Plaza y las calles de gente, y las Peñas nos alegren con sus camisetas multicolor.
Sr. Alcalde, con su permiso!!
Si pregonar es proclamar en voz alta algo que conviene que todos sepan, quiero que todos sepáis que LAS FIESTAS HAN COMENZADO...
¡¡VIVA LA VIRGEN DE CABALLEROS!!
¡¡VIVA VILLAVIEJA DE YELTES!!