Las primeras manifestaciones de la escultura ibérica son probablemente esos monstruosos animales que abundan sobre todo en la cuenca del Duero y del Tajo, conocidos con el nombre de toros, verracos, osos, bichas, etc. Varios de ellos corresponden a la provincia de Salamanca, tales como el toro del puente, ahora en el Museo Provincial; el verraco de Monleón, junto a la puerta de la villa; el verraco de Ciudad Rodrigo, debajo del puente; la burra del arenal, en Lumbrales; otro verraco en San Felices de los Gallegos; otro hay en Ledesma, y por fin, una bicha que semeja un león y que está en la parte exterior de la iglesia de San Julián en Salamanca. Esta bicha seguramente ha sido trasladada de alguna necrópolis o fortaleza ibérica que tanto abundan en los alrededores de Salamanca. Por su estilo y factura más correcta se aproxima a las esculturas ibéricas del mediodía de España. La actitud de la cabeza es semejante a la bicha de Balazote.
En la fotografía, publicada en la mencionada revista, podemos ver el citado de Lumbrales, aunque según tenemos entendido, en la mencionada localidad del Abandengo hay dos de estas esculturas vetonas.